La esperanza, entendida como una mirada al futuro confiando en que las cosas pueden cambiar y esperando acontecimientos positivos, se convierte en un factor de protección fundamental frente a las desdichas. Por lo tanto, se trata de desarrollar nuestra capacidad de resiliencia, de sobreponernos a los embates de la vida.
Pero por lo general, y como la vida misma, la frustración y la desesperanza son las que más se transmiten, incluso en nuestro ocio. Por ejemplo, no son pocos los videojuegos que mueren por el camino, ya sea por culpa de presupuestos abultados, problemas de agenda o por ideas demasiado atrevidas para salir del papel. Es una lista en permanente expansión que está conformada por sueños frustrados, lo que podría haber sido y no fue, un espacio en el que cualquier título podría haberse convertido en algo maravilloso.
Y aun así, podría decirse que a veces los sueños se cumplen. Y si no, que se lo digan a juegos como Clockwork Aquario, un proyecto para máquinas recreativas cuyo desarrollo corría a cargo de Westone Bit Entertainment (creadores de Wonder Boy) y que por desgracia fue cancelado allá por el año 1994. El limbo se adueñó de esta pequeña criatura como tantas otras en el pasado, pero después de varias décadas, la gente de ININ Games ha conseguido resucitar la obra que nos ocupa cual Ave Fénix rescatando una parte del código perdido. Por esta misma razón, podemos disfrutar de esta proyecto tras 27 años en el olvido.
Un homenaje a una obra de culto
Pese a que desde la década de los noventa asociamos a SEGA con el puercoespín azul, no habían pasado muchos años desde que la compañía nipona fuese conocida por otros personajes que se disputaban el derecho a ser la mascota oficial de la desarrolladora. Dándose a conocer como Wonder Boy, el nombre del mismo juego que le vio nacer, hizo irrupción en una máquina recreativa de 1986 en pos de protagonizar una aventura de desplazamiento lateral en la que el jugador controla a un joven tratando de rescatar a su novia secuestrada, haciendo uso de elementos varios con el fin de proceder a través de ocho mundos, cada uno con sus propias etapas y jefes.
Todo esto le valió un billete para protagonizar nuevas e interesantes entregas que cambiaban a menudo las reglas, mecánicamente hablando, pasando de un plataformas a un RPG de acción y viceversa. Concretamente, este Clockwork Aquario parte de muchos de los elementos que se vieron en Wonder Boy: Monster Lair, ofreciendo así una aventura de acción y plataformas de desplazamiento lateral en la que podemos elegir entre 3 héroes distintos (aunque con movimientos prácticamente idénticos) y que se desarrolla a lo largo de 5 niveles con sus respectivos jefes (y subjefes). Una aventura que también puede ser disfrutada en cooperativo, y que de hecho fue concebida originariamente para ello.
El resto consiste en desembarazarnos de los enemigos con los que nos encontremos, ya sea saltando sobre sus cabezas, noqueándolos o lanzando algún elemento contra ellos, mientras sorteamos toda clase de plataformas que pondrán a prueba nuestra habilidad a los mandos.
El eslabón perdido
No son tiempos fáciles los que estamos viviendo. Muchos videojuegos están en situaciones difíciles que no les permiten tener una visión optimista del futuro. Clockwork Aquario no pretende en ningún momento lograr algo trascendental, puesto que hay muchas propuestas que hacen lo mismo e incluso mejor, pero a cambio consigue algo que no demasiados títulos son capaces de presumir: recuperar ese pedacito de historia que muchos queremos comprender. Dicho de otra manera, esta colorida resurrección de un arcade que se creía perdido representa otro paso para crear con el pasado un futuro distinto, reimaginado.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por PR Hound.