Naves diminutas ante cientos de naves enemigas que ocupan toda la pantalla, personajes atiborrados de anabolizantes con armas de destrucción masiva…
Los shoot’em up recurren a menudo a una escala mastodóntica para hacerse un hueco en el mercado, sobre todo si ponemos nuestras miras en esa profusión de disparos y estallidos a diestro y siniestro. Si bien, más de un desarrollador se ha planteado la ardua tarea de superar determinados clichés, los cuales aún continúan dando buenos réditos, con el fin de ofrecer propuestas insólitas y desarrollos portentosos; auténticas joyas de la creatividad en la industria que nos ocupa.
El sintoísmo: el camino de los dioses
Por ejemplo, obras como Deathsmiles hacen florecer las costumbres japonesas más arraigadas en la sociedad, proponiéndonos encarnar a un grupo de lolitas de estilo gótico que ponen ese ingrediente surrealista que acaba marcando la diferencia. Y el título que protagoniza estas líneas, Castle of Shikigami 2, también se ampara en esta máxima, dado que está protagonizado por un grupo de personas imbuidas de magia y que son, funcionalmente hablando, naves espaciales de combate.
O en todo caso, shikigamis, nombres otorgados a espíritus protectores invocados por una específica clase de magos llamados onmyoji, y que se ven muy arraigados al sintoismo, llegando a ser adorados y venerados como seres sagrados que protegen a la tierra y a la humanidad. Estas espiritualidades han sido representadas en muchos productos y han servido como base de inspiración para la creación de distintos tipos de obras, incluyendo series, libros y videojuegos. Y pese a que hoy en día no se les atribuye tanta importancia como en los siglos VII y VIII, continúan presentes en la cultura japonesa y se mantienen como mitos populares.
Estilos muy bien diferenciados
Sea como fuere, Castle of Shikigami 2 sigue siendo un shoot’em up, con todo lo que eso supone. Cuenta con un modo historia que nos lleva por varios escenarios que pueden ser completados en apenas unos 2-3 minutos de duración y que pueden ser jugados en distintos niveles de dificultad. De la misma manera, no es extraño ver cientos de proyectiles y enemigos en pantalla, incluso es bastante común recibir impactos, ya que es prácticamente imposible acabar el juego sin perder varias vidas en el proceso, ofreciendo así un retrato de la muerte como una musa ineludible.
Esta exagerada dificultad no es desesperante, más bien lo contrario, un desafío constante que seguro que agradecen los jugadores más arraigados a este tipo de propuestas.
Por suerte, podemos personalizar la propia dificultad en la medida de lo posible y los múltiples personajes jugables que conforman la aventura que nos ocupa incluyen coincidencias de gustos y habilidades únicas para cada persona, ya que son muy diferentes entre sí.
Aproximación narrativa al género de los matamarcianos
Entre otras cosas, la obra de marras también tiene el mérito de tejer una historia en el proceso, algo que la mayoría de contendientes simplemente ignoran. Una historia que se narra empleando retratos estáticos de estilo anime para los personajes principales y que trata de mezclar la realidad con la ficción, buscando impresionar al jugador con temas sumamente realistas o chocantes. Al final, la historia es prácticamente un trámite en Castle of Shikigami 2, dado que se trata de un shoot’em up puro y duro.
Si bien, se agradece la intención de los desarrolladores a la hora de justificar nuestras acciones. A este respecto, por medio de una propuesta que reverbera un ejercicio de puro masoquismo, un gran lago de fuego administrado por hordas de enemigos que son capaces de someternos hasta convertirnos en ceniza.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por Degica Games.