Tener éxito profesional es complicado. Estamos programados para tener más miedo de perder lo que ya tenemos que de obtener lo que podríamos conseguir. De la misma manera, vivimos inmersos en una cultura de sacrificio. Tanto es así que hemos crecido escuchando a nuestros mayores que la vida es trabajo duro, esfuerzo, autoexigencia y la necesidad de levantarse una y otra vez después de cada caída. Y, por desgracia, así es, especialmente porque vivimos inmersos en un mundo de crecientes desigualdades.
Los ricos y poderosos han llegado a la conclusión de que hoy sobran en el mundo millones de personas. Carecen de puestos de trabajo y no aportan nada a la producción capitalista, tienen poco dinero o ninguno y no aportan nada al consumo. No son rentables, son una rémora para la economía. Sobran. Y juegos como The Company Man ponen de manifiesto la evidente avaricia que mueve a ciertos empresarios y a las grandes multinacionales, pues ambas partes tienen en común ese afán por engordar sus beneficios favoreciendo la puja y dando prioridad a los contratos con más rentabilidad económica.
La maquinaria capitalista
En los dimes y diretes de la obra desarrollada por la gente de Forust, nos encontramos ante un juego de plataformas de acción clásico en 2D en el que encarnamos a Jim, un asalariado mediocre que pese a algunos imprevistos que se desatan durante los primeros compases de la aventura, hace todo lo posible para sobresalir, progresar y ascender por sus cualidades personales (y un valioso teclado) dentro de la maquinaria empresarial. Pero, ¿es esa la mejor vía para lograr un ascenso? Para ello, el juego de marras ofrece un relato cargado de crítica que reflexiona sobre el menosprecio de los más ricos hacia el servicio y habla del paternalismo que asola en ocasiones la relación entre cliente y empleado.
Al mismo tiempo, narra la vida de Jim desde que comenzó a caminar a gatas, cómo se descubre a sí mismo, y cómo acaba pasando de la timidez y la introspección a la furia pública. Todo ello sin que la cámara salga de la empresa multinacional y sin perderle el rastro al protagonista.
Ascensos y promoción profesional
Un ascenso laboral supone, además de un aumento salarial, un mayor número de obligaciones. Por lo tanto, aunque se trate de una mejoría del puesto de trabajo, hay que asumir un ascenso, algo que no es tan sencillo como parece. Para enfrentarnos a las nuevas responsabilidades, es necesario estar preparado para afrontar las posibles adversidades que pueden aparecer en nuestro nuevo puesto de trabajo. Sólo si estamos preparados podremos hacer frente a esta situación.
A este respecto, The Company Man ofrece un desarrollo fuertemente inspirado en los diferentes tipos de ambiente laboral en las empresas donde exploramos una enorme variedad de espacios, desde plantas congeladas por el aire acondicionado en el Departamento de Contabilidad, hasta las infinitas montañas de papeleo de Recursos Humanos. Y cada Departamento que arrasamos, supone hacernos mucho más fuertes, ganando de esta manera nuevas responsabilidades en lo que a poderes se refiere. Por ejemplo, la capacidad de disparar pequeños proyectiles con nuestro teclado contra nuestros compañeros de trabajo.
Los beneficios de la pausa del café
Una jornada de trabajo, especialmente si es a tiempo completo, puede ser a veces complicada de aguantar. Madrugar, el viaje a la oficina, una mala noche o simplemente el cansancio acumulado provocan más de un problema a los trabajadores. Pero en muchos casos, estos empleados disponen de un suspiro, un descanso regulado por ley, para poder descansar durante su jornada.
The Company Man explica y retrata perfectamente el derecho a dicho descanso durante la jornada, lo que tradicionalmente se conoce como la “pausa del café”, usando este periodo en los momentos de mayor estrés para reponer nuestras energías, al mismo tiempo que dejamos de pensar durante un rato en el trabajo. Porque la demanda laboral es inversamente proporcional con respecto a los recursos de los que disponemos, y la propuesta que protagoniza estas líneas, que hace gala de un estilo que recuerda a los dibujos de Hanna-Barbera, abre la puerta a un sinfín de desafíos y responsabilidades que pueden causar nerviosismo e incertidumbre.
Por ende, disponer de ese pequeño suspiro puede suponer la diferencia para superar los problemas laborales y los conflictos presentados.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Leoful.