Hay que reconocerlo: nos preocupa el fin del mundo. Lógico, teniendo en cuenta que en la última década hemos pasado por una crisis financiera global y una pandemia, además de estar inmersos en una crisis climática que promete acabar con la civilización en unas pocas generaciones. ¿Pero cuánto tarda la civilización realmente en irse al garete? Si nos fiamos de la ficción postapocalíptica, poquísimo.
Así pues, no es complicado dar con los motivos del auge que está teniendo en este siglo esta suerte de subgénero de la ciencia ficción que aborda el colapso civilizatorio y los hechos posteriores. Se trata de un tipo de narración propicio para tiempos convulsos y no hay duda de que el siglo XXI lo está siendo. Debido a ello, las mesas de las librerías, la salas de cine y los videojuegos han venido exhibiendo, a lo largo de todos estos años, ficciones basadas en la supervivencia tras el desastre, narraciones postapocalípticas puras en algunos casos -el clásico survival tras la hecatombe-, y mestizas en otros, como las extendidas hacia la distopía.
Una mezcla de cultura prehistórica con distopía futurista
En otras palabras, el postapocalíptico, que a veces muestra el propio proceso apocalíptico y otras solo lo utiliza como punto de partida, es uno de los subgéneros más distinguidos e importantes de la ciencia ficción, quizá el más antiguo. Por ejemplo, juegos como Horizon Zero Dawn nos propusieron un viaje postapocalíptico de mundo abierto a través del autoconocimiento. Un viaje en el que somos parias de la tierra, marginados en un contexto intrínsecamente tribal que satisface al ignorante y que reverberan ecos inevitables de un pasado antiguo.
Un viaje estético protagonizado por Aloy que reposa tras la búsqueda de los orígenes sobre los Antiguos -así como sobre ella misma- y en el cual aprendimos que ser diferente no es lo mismo que estar solo. Con estas credenciales, la obra desarrollada por la gente de Guerrilla Games nos instó a que aprendiéramos de las lecciones de la naturaleza en un mundo donde la humanidad perdió su hegemonía, ofreciendo un trasfondo que supera con creces a la propia historia que nos quiere contar el juego de marras, tanto en lo que se refiere a los coleccionables que nos encontramos como con la posibilidad de hablar con determinados personajes opcionales.
Por ende, una nueva entrega era el siguiente paso lógico por parte del estudio con sede en Ámsterdam.
Una nueva amenaza en la Tierra
Ambientado 6 meses después de los hechos acaecidos en la primera entrega de la serie, Horizon Forbidden West continúa la historia de Aloy, una joven cazadora y guerrera de la tribu Nora que viaja al Oeste Prohibido con el fin de investigar una misteriosa y mortífera plaga que amenaza la vida en la Tierra. En nuestro viaje a través de estas tierras desconocidas, nos encontraremos con nuevas regiones devastadas por tormentas masivas, enfrentándonos así a máquinas letales y entrando en conflicto con numerosos rebeldes.
Sobre el papel no parece nada nuevo, pero las amenazas del Oeste Prohibido ponen de manifiesto un desarrollo que busca nuevos caminos y ensancha sus fronteras para llegar a un nuevo horizonte. Asimismo, dedica muchos más esfuerzos en ofrecer una mirada al pasado, a través del tiempo, y no tanto en lo que respecta a las diferentes tribus, que las hay. Pero lo más destacable de todo radica de sobremanera en que no sólo percibimos la experiencia, recuerdos y emociones de Aloy, sino también las de los demás, lo que técnicamente los vuelven los protagonistas secundarios de esta nueva aventura.
Desde pequeñas participaciones en forma de misiones secundarias hasta actuaciones fundamentales para la trama, la importancia de los personajes secundarios en Horizon Forbidden West no es un asunto baladí, pues se encargan de acompañar y complementar la historia y también a Aloy, literalmente.
Los mundos abiertos y la sensación de urgencia
En otro orden de cosas, los juegos con trama discontinua (que implique un mundo abierto, por ejemplo) permite al jugador entre misiones principales explorar el mundo, moverse libremente por el espacio entre estados del mundo determinados por las acciones de la trama principal. El mundo puede cambiar o no, pero suele haber un mundo abierto a que el jugador actúe sobre él a despecho de que lo importante, la trama principal, que es la que determina la evolución del mundo, avance o no. La idea del viaje en este tipo de juegos se articula de esta forma: existen nodos vitales, inamovibles, que son los que mueven la historia en una sola dirección.
Si bien, es habitual que haya cosas que hacer: misiones secundarias de diverso tipo y forma, desde las más elaboradas hasta las más simples.
Algo similar ocurre en Horizon Forbidden West. Somos una Nora valiente, buscadora y cazadora de máquinas con una habilidad sin igual que tiene que lidiar con el fin de la humanidad que pretende llevar a cabo la plaga antes mencionada. Es imposible que haya un trabajo más importante y significativo que este. Pero lo cierto es que mientras intentamos parar esto mediante los diversos medios que tenemos a nuestra disposición, como Aloy seguimos siendo alguien que intenta mantener la paz entre máquinas y humanos.
Y es por eso que el juego de marras pone sobre la mesa varias misiones secundarias que tienen una gran importancia a la hora de desvelar secretos acerca del mundo por el que nos movemos. Y cada uno de estos sucesos son como pequeñas historias que en conjunto forman todo el esqueleto de este Horizon Forbidden West, ofreciendo una alternativa que en muchas ocasiones es más interesante que la propia historia del juego en cuestión. Existen misiones secundarias de todo tipo: de desafío, de ir de un punto A a un punto B, de conseguir cierto objeto, o incluso de completar una pequeña subtrama.
Incluso en algunas no tendremos que siquiera combatir, simplemente habrá que encontrar pistas o seguir el rastro de algo (o de alguien).
Narrativa visual coherente
Para darle sentido a un videojuego, el jugador no solamente debe percibir movimiento, interpretar imágenes y sonidos que representan un mundo tridimensional y comprender el lenguaje escrito y oral. En consecuencia, el jugador debe establecer como meta principal de carácter cognitivo la construcción de una historia inteligible.
Dicho de otra manera, la narrativa visual debe ser coherente en la forma como presenta su contenido, en las imágenes o manifestaciones visuales que contiene y en todos los aspectos visuales que conforman una unidad gráfica, pues para un adecuado y acertado entendimiento del mensaje compartido, debe primar el orden de los aspectos y de su contenido, pues en el caso de las narrativas visuales, el orden de los factores sí altera el producto.
Por supuesto, en Horizon Forbidden West se encuentra contenida una enorme cantidad de imágenes que son procesadas con un alto nivel de coherencia, tanto en los vestuarios de los diferentes personajes, como en su forma de ser. Su magnitud, escala y esplendor visual están fuera de toda duda, y como resultado, Guerrilla Games plantea su fábula postapocalíptica futurista a través de un paquete espectacular e imponente, cargado de imaginería visual y de deslumbrante belleza artística; que encierra en su varias decenas de horas una historia de aventuras con posos existencialistas a lomos de la figura de un personaje que se ha ganado el respeto de millones de jugadores.
Horizon Forbidden West y el camino de Guerrilla Games hacia la madurez
El concepto de las secuelas en el mundo del cine y los videojuegos no es para nada nuevo, prácticamente desde que nacieron ambos mundos se han realizado secuelas con mayor o menor éxito. Elegantes, con continuidad, y con mayor o menor atino, el objetivo de las segundas partes es crear una pequeña saga o culminar historias.
Por lo general, existe la creencia de que todas las secuelas no están a la altura de su obra original, si bien, en algunas ocasiones, no solo lo están, sino que las llegan a superar en prácticamente todo. Y obras como Horizon Forbidden West plantean nuevas exigencias a los jugadores con el fin de conseguir desentrañar los misterios planteados, abordando tanto los elementos relacionados con la primera entrega como el mismo proceso de implementación de una narrativa en la que se puede apreciar una madurez en el desarrollo de personajes y su profundización.
De la misma manera, podría decirse que esta segunda parte sigue brillando en términos jugables, mucho más refinados y con más posibilidades con respecto a los de su predecesor, pero eso sería solo abarcar una superficie relativamente pequeña. Al fin y al cabo, el juego que protagoniza estas líneas es algo más que un mero entretenimiento interactivo con humanos y máquinas en su haber. Es una expresión cultural y artística que aúna rasgos de distintas disciplinas artísticas y que supone un punto de inflexión para Guerrilla Games a la hora de encarar sus creaciones futuras.
Quién nos iba a decir que esta ficción distópica que combina un mundo prehistórico con máquinas avanzadas llegaría tan lejos…
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PlayStation 4 facilitada por Precision Spain.