Todo arte o negocio tiene sus propios héroes, la esperanza de toda embarcación a la deriva, esos que consiguen destacar capitaneando proyectos capaces de navegar a toda vela y la mejor garantía de feliz arribo. Las características que definen a estos líderes pueden variar considerablemente, dado que sus personalidades pueden llegar a ser muy diferentes, pero si algo tienen en común es cómo han contribuido al desarrollo y el crecimiento del mercado de los videojuegos.
Por ejemplo, el camino del ninja es largo entre la satisfacción cuando aprendemos los tempos de bloqueo y esquives oportunos, y cuando nos convertimos en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Porque si algo nos ha enseñado obras como Ninja Gaiden es a valorar la oportunidad de perfeccionar nuestras habilidades ninja mediante un desarrollo cuyo sentido del ritmo y descacharrante presentación siguen aún a día de hoy con pie firme.
La supervivencia del alma después de la muerte
Por suerte, existen otros contendientes que también han seguido el camino del ninja y el samurái con bastante desparpajo. Si bien hasta hace muy poco tiempo, era un paraje totalmente desconocido para la mayoría; algo así como un paraje amparado en las sombras. Tal es el caso de Ganryu, una suerte de hack and slash y plataformas de desplazamiento lateral creado por Visco Corporation en las instancias de NEOGEO allá por el año 1999, y que estaba protagonizado por Miyamoto Musashi (o Suzume). Un hack and slash donde el objetivo principal era rescatar a Otsu de un clan malvado de ninjas; sirvientes liderados por un resucitado Sasaki Kojiro, el principal antagonista del juego.
Más de 20 años después, recibimos esta secuela del título homónimo, Ganryu 2, con el fin de desempeñar nuevamente el papel de Miyamoto, que viaja de norte a sur por un Japón de fantasía del siglo XVII, hasta la isla de Ganryu-jima, donde todo comenzó entre Musashi y Kojiro. Si bien, aunque su cuerpo fue derrotado, su espíritu todavía perdura, además de sus intenciones sumamente destructivas, por lo que nos vemos obligados nuevamente a emprender un viaje para luchar y liberar para siempre el espíritu de Kojiro.
Las múltiples habilidades y armas del ninja
Con las traducciones a numerosos idiomas de obras como el Libro de los cinco anillos (Gorin-no-sho) o Miyamoto Musashi, esta última de Yoshikawa Eiji, Musashi se ha hecho famoso en todo el mundo. Sin embargo, la imagen que nos transmiten las novelas y películas, la de un rōnin (samurái errante, sin señor) y maestro de la espada que protagoniza duelos a muerte, es una ficción que parte de una biografía escrita 130 años después de su muerte. Por ende, esa es una historia que merece ser contada en otra ocasión.
Después de todo, Ganryu 2 no pretende impartir una clase de historia, sino que corramos, saltemos, rebotemos en las paredes y lancemos kunais para derrotar a nuestros enemigos a lo largo de cinco fases. De la misma manera, podemos elegir entre un amplio arsenal de destrucción según nuestro gusto, preferencias de combate, enemigos que tengamos enfrente o el humor del que estemos en ese momento.
Y eso nos lleva al tema de la velocidad. No es que el juego de marras sea especialmente rápido porque nos presente muchos obstáculos y nos obligue a estar en constante movimiento, que también. Es la rapidez con la que suceden las cosas, con la que tomamos decisiones que se entrelazan sin transición, dando como resultado una especie de ballet macabro, una coreografía que nos deja sin aliento. A esta velocidad contribuye la posibilidad de usar diferentes habilidades especiales que van desde lanzar potentes ataques ígneos que cubren toda la pantalla (de usos sumamente limitados), hasta el típico esquive o la facilidad para propinar katanazos a diestro y siniestro.
Ganryu 2 y la dificultad retro
En Ganryu 2, la dificultad endiablada es algo que se puede justificar por la dureza misma que tanto profesa el camino del ninja, aunque también se puede pensar que a la gente del Storybird Studio le gusta diseñar juegos difíciles, y punto. Lo que está claro es que dudar significa fracasar, una máxima que ejemplifica a la perfección la filosofía por la que se rige todo el juego que protagoniza estas líneas y que tenemos que interiorizar si queremos ver los créditos al final de la aventura.
Dicho de otra manera, ejemplifica como muy pocos las principales señas de identidad de la franquicia. A este respecto, mediante una obra sobre ninjas y su ubicuidad con los kunais que justifica sus carencias a través de una praxis: el ensayo y error adaptado a un proceso de aprendizaje en un mundo donde uno debe abstenerse a ciertas reglas específicas para poder asegurar su victoria en el campo de batalla.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Meridiem Games.