Hace más de un cuarto de siglo, bajo el mando de los que a día de hoy son grandes iconos de la industria de los videojuegos, nació Doom, un título que revolucionó el género del FPS y que marcaría un antes y un después en la industria del videojuego. id Software nos trajo por aquellos años un juego frenético con gráficos innovadores, muchos demonios y mucha sangre a la vez, y en 2016, aunó sus fuerzas con Bethesda Softworks con el fin de hacernos recorrer de nuevo retorcidos pasillos llenos de criaturas demoníacas. Todo eso sin perder esa esencia tan grotesca de la cual tanta fama posee.
Una esencia que también se hace especialmente manifiesta en Scathe, un juego de disparos en primera persona de lo más sangriento en el que la rapidez de reflejos es clave para sobrevivir al laberinto. Igualmente, es un infierno de balas que se interpone en nuestro camino a la ascensión, y que está protagonizado por el Ejecutor de las legiones infernales, a quien el mismísimo Creador divino fraguó en las entrañas de la tierra.
Combate escénico
Más explosiones, más acción, más enemigos, más armas. Así, sin ningún tipo de sutileza comenzamos a jugar Scathe. Un juego que nos invita a bailar una hermosa coreografía de destrucción y en el que no existen coberturas, la posibilidad de recargar armas y ni tan siquiera el sigilo. A cambio, nos brinda total precisión en el control del personaje, dando como resultado una fluidez con la que fluye todo o un “dash” que nos hace sentir en total sintonía con el juego. Es complicado describir la sensación que se tiene cuando nos ponemos manos a la obra sin que lo hayáis probado.
Es una de esas experiencias que lo convierten en un producto de entretenimiento en el que todo está creado para representar una acción-reacción con una precisión de cirujano. Y sí, el título desarrollado por la gente de Damage State Ltd se prodiga en los mismos vicios que las aventuras de id Software, no esconde en ningún momento sus influencias, pero al mismo tiempo tiene su propia personalidad, su forma de jugar y deberemos acomodarnos rápido ya que la acción no espera.
Para empezar, moverse bien es algo sumamente crucial, no solo porque necesitamos esquivar los disparos de unos enemigos que hacen gala de una IA muy agresiva, sino también porque el juego de marras tiene algunas secciones en las que tenemos que saltar entre plataformas, poniendo a prueba nuestra habilidad con el teclado y el ratón, algo que nos da un pequeño respiro después de luchar entre las salas abarrotadas de criaturas demoníacas.
Un laberinto lleno de secretos
Otro aspecto importante en todo buen shooter que se precie, son sus niveles y en Scathe, tanto a nivel jugable como artístico, estos brillan con luz propia, encontrándonos con diseños bien ejecutados que aprovechan todas las mecánicas. Después de todo, cada nivel es como un gran laberinto con muchos secretos, trampas y desafíos que nos invitan a explorar una y otra vez. Además, para conseguir todos los coleccionables debemos de acceder a lugares ocultos por cada mapa, algo que solo podremos hacer si estamos muy atentos a todos sus detalles y si dominamos las mecánicas de movimiento.
En resumidas cuentas, Scathe es jugabilidad pura y dura. Una danza macabra que eleva las cotas de adicción, visceralidad y frenesí como pocas veces se han visto en los últimos años. No hay trampas. No hay impactos que pongan en duda que no deberían habernos hecho morder el polvo. Somos nosotros, unos simples humanos bendecidos por la gracia del creador contra el mismísimo infierno.
El laberinto del infierno
El Infierno ha de ser, sin duda, un laberinto. Porque el Infierno es eterno y, por tanto, vacío, y no hay nada más eterno y más vacío que un laberinto. Y éste en concreto, el de Scathe, está habitado por aquellos seres que se atrevieron a soñar con el infinito (en cualquiera de sus acepciones) y están allí, uno en cada tramo del laberinto, trazando con sus mentes malditas aún más enigmas para los sentidos, con toda la eternidad por delante, y soñando con batallas y estrategias.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una copia digital de PC facilitada por PressEngine.