TEMPUS

No es difícil encontrarse en la pantalla con películas que nos hacen viajar en el tiempo. “Regreso al futuro”, “Terminator” y “Atrapado en el tiempo” son solo algunas de esas películas que nos hacen pensar que podría pasar si pudiésemos avanzar temporalmente a lo que vendrá. Lo interesante es que estos fenómenos de viajes que solo parecen ocurrir fruto de un guion pueden ser una realidad, ya que los físicos llevan décadas trabajando en modelos matemáticos que persiguen explicar cuál es la naturaleza de las paradojas temporales y como podrían producirse.

Tanto es así que viajar al futuro es técnicamente posible. La teoría de Albert Einstein lo predijo y la evidencia lo demuestra. Cuando algo o alguien viaja a una velocidad muy alta, el tiempo para él pasa más lentamente. Eso sí, recordemos que hacia el futuro ya estamos viajando ahora mismo. El tiempo consiste en eso: en que todos viajamos hacia el futuro de forma inexorable.

Y juegos como TEMPUS nos recuerdan constantemente eso, que el futuro nos desafía y que es irreversible. Un viaje unidireccional, sin posibilidad de volver al pasado. Un viaje en forma de aventura gráfica con puzles y protagonizada por el único ciudadano de TEMPUS, una pequeña isla alejada de toda civilización donde vive una vida tranquila y sin preocupaciones. Sin embargo, todo esto se trunca cuando una noche este descubre un portal que le permite viajar en el tiempo, pero solo hacia adelante.

Acertijos de lógica muy divertidos

Así es como comienza esta aventura desarrollada por la gente de k148 Game Studio. Una aventura en primera persona en la que es normal sentirse abrumado y confuso durante los primeros compases, jugando con esas sensaciones porque sabe que el usuario no es tonto, simplemente todavía no tiene la experiencia suficiente para superar un determinado reto. Así pues, nuestros primeros pasos por la preciosa isla de esta aventura son sólo un aperitivo de lo que está por venir.

A partir de ahí comenzamos a movernos con entera libertad por hermosos parajes geométricos, cada uno de ellos con su propia identidad, y a ir resolviendo una serie de puzles de estilo similar, pero de patrones variables y dificultad creciente, todo con una meta situada en el punto central y más alto y que esconde el mayor y más sugerente de sus misterios. Dicho de otra manera, la obra que nos ocupa funciona como un ente orgánico compuesto de varias partes y que va creciendo dentro de nosotros cuanto más tiempo le vamos dedicando.

Y aun cuando las pistas para superarlos son claramente visibles, lo estupendo es que nosotros tenemos que descubrirlo con el estudio de la causa-efecto, con el estudio del entorno o incluso con el método de ensayo error. Es difícil hablar de esto sin, sencillamente, hablar demasiado, así que sólo diremos que nada es lo que parece y que muchas veces observar con mucha atención la zona donde está ubicado cada puzle, es mucho más útil que pasar minutos y minutos tratando de resolver algo que no entendamos.

Lo mucho que hemos cambiado…

Lo que sí es fácil decir es que TEMPUS da pocas veces la sensación de no ser justo y, si lo hace, seguramente es porque nos hemos aventurado demasiado en una dirección y quizá debamos familiarizarnos con algunas mecánicas antes de volver a intentarlo en pos de descubrir nuevos escenarios marcados por una innovación y un progreso inimaginables. Escenarios en los que resulta obvio lo mucho que ha cambiado el mundo. Lo mucho que hemos cambiado como sociedad.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por JanduSoft.

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