Bajo las titilantes estrellas de la noche, al compás de las tranquilas olas que se revuelven en las aguas, en lo alto de una oscura montaña casi oculta por las espesas y oscuras nubes, bajo el nocturno y azulado cielo que se cierne sobre la Isla Mêlée, aparece un joven pletórico de ilusión que nos pone de manifiesto todo su deseo y afán con una sola y legendaria frase: “Me llamo Guybrush Threepwood, ¡Y quiero ser un pirata!”.
1990 fue el año en el que nacería ese clásico imbatible de las aventuras gráficas, The Secret of Monkey Island. Un juego que supo cómo llevar al género a tal grado de perfección que quedaría prácticamente igual durante muchísimos años después. Un juego por el que no pasa el tiempo, que ostenta tantas virtudes y cuenta una historia de forma tan divertida que es imposible que jamás quede desbancado. Tanto es así que mientras haya gente dispuesta a reír, a adentrarse en los confines de la aventura y de disfrutar con la calidad de una buena historia, siempre habrá un hueco en este mundo para The Secret of Monkey Island.
Un juego eterno, de esos que dejan una marca en tu memoria, que te graba momentos que afloran por siempre, porque es imposible no acordarse de las hilarantes situaciones que uno vive en esta experiencia única y entrañable que propone este monumento clásico de la programación. Una obra imborrable en el tiempo y cuya última entrega, Return to Monkey Island, honra en todo su esplendor. A este respecto, mediante un inesperado y emocionante regreso protagonizado por Guybrush, que desde su enfrentamiento con el pirata zombi LeChuck, se siente perdido e incompleto, ya que nunca llegó a descubrir el Secreto de Monkey Island.
El auténtico secreto de Monkey Island
Si hoy te despertaras en un día cualquiera de mediados de los 90 o de los 2000 y miraras a tu alrededor, encontrarías pocas diferencias respecto a 2018 en lo que a cultura popular se refiere.
Decir que vivimos en una era nostálgica es una obviedad, porque en todos los momentos de la historia hemos mirado atrás. Sin embargo, ya no es solo una sensación de morriña de tiempos pasados que recordamos mejores, del regreso de cuatro prendas de los 80 o del estreno de dos remakes cinematográficos sin más trascendencia. Es que podríamos rebobinar a diferentes épocas y estaríamos viendo lo mismo, poniéndonos lo mismo.
Por ejemplo, podríamos decir que ‘Stranger Things’ es un encuentro de guiños nostálgicos que tiene dificultades para trascender su discurso más clásico. Pero también que Return to Monkey Island, intenta reformular los códigos de las aventuras gráficas (usando diferentes lenguajes) para fundar una nueva aventura.
Volver al pasado será positivo siempre que lo hagamos desde la honestidad y desde las ganas de tomar lecciones para ser mejores en el futuro. Y aunque Return to Monkey Island es una vuelta de tuerca en este mismo sentido: la autorreferencia, está conjugada con astucia y maña, consiguiendo un producto sólido, bien construido, donde la mezcla de elementos fantásticos y románticos está bien trenzada, con las adecuadas dosis de intriga para mantener la atención del jugador durante toda la historia. En resumen, el conjunto es armonioso y atractivo.
La vida de un pirata es la vida mejor
Piensas en él y sonríes. Es instantáneo. Sin importar los años que hayan pasado ni lo mucho que haya evolucionado la tecnología. Te acuerdas de sus personajes, de su alocado argumento, de sus rocambolescos puzles y… ríes. Sonríes como aquel jovenzuelo que casi con lágrimas en los ojos jugada por primera vez a The Secret of Monkey Island en su vetusto ordenador esperando lo mejor de un videojuego por parte de una compañía que siempre sorprendía, que nunca defraudaba.
Y aunque ahora lleve otro nombre, esas sensaciones se extienden a Return to Monkey Island, algo de lo que no todos los videojuegos pueden presumir.
Una aventura en mayúsculas
Si preguntáis el por qué… es difícil responder de manera concreta. Con cualquier otro videojuego os diría que me gusta su historia, o que estoy encantado con sus puzles, el diseño de su acción, los personajes, o hasta sus gráficos. Pero Return to Monkey Island es distinto; de él me gusta todo. Adoro su genial sentido del humor, la brillantez de sus diálogos, lo ingenioso de sus rompecabezas y su magnífica puesta en escena, siendo un juego muy bonito independientemente, tanto en lo técnico como en lo artístico.
Desde que comienzas tu viaje hasta que alcanzas el clímax final una sonrisa permanecerá inmutable en tu rostro, síntoma de que te lo estás pasando increíblemente bien con esta aventura gráfica que además sorprende por el grado de complejidad que plantea en algunos de sus desafíos. Lo bien que enlaza uno tras otro, el cómo juega con las diferentes situaciones mientras nos descubre a un sinfín de alocados personajes secundarios a los que es imposible no cogerles cariño; la forma incluso en la que plantea sus rompecabezas, huyendo de la tónica predominante de establecer puzles estrambóticos de difícil resolución, hacen de esta una de las mejoras aventuras de este 2022.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Xbox Series facilitada por Cosmocover.