Todos sabemos que los gatos son depredadores innatos: solo hace falta un rato para que en menos de unas horas hayan cazado todo lo que se mueva. Con estos datos en mente, no nos resulta difícil reconocer que todo vertebrado pequeño (ratón, ardilla, lagartija, pájaro, pez y más) será una víctima potencial a los ojos de un felino doméstico. Por ello, el hecho de que los gatos puedan convivir con peces a largo plazo se complica bastante.
¿Pueden los gatos convivir con peces? La respuesta simple a esta pregunta es que sí, sobre todo si ponemos nuestras miras en propuestas como River Tails: Stronger Together, un juego de plataformas 3D asimétrico y cooperativo. Un juego en el que emprendemos un viaje a lo largo del río con una pareja la mar de inesperada: Furple, un curioso e hiperactivo gatito púrpura, y Finn, un solitario y perpetuamente enfurruñado pez de colores.
Como un pez en el agua
Starbreeze Studios puede presumir de ser uno de los pocos estudios perfectamente reconocible a través de sus títulos, conjugando el desarrollo mainstream con la implementación de mecánicas propias a géneros usualmente encorsetados. Y si no, que se lo digan a obras como Brothers – A tale of two sons, una excelente aventura de exploración con puzles y plataformas cuya particularidad reside en que el manejo de las dos partes protagónicas se realiza con cada uno de los sticks del mando y un botón de acción para cada hermano.
Esta simetría en el manejo de ambos contrasta con las pequeñas muestras de personalidad y características de los jóvenes héroes, puesto que cada uno interactúa de manera diferente con los elementos de su alrededor.
Lo mismo ocurre en River Tails: Stronger Together, una obra que, aunque está diseñada de forma específica para dos jugadores, tiene en su haber el modo LoneWolf, un modo de control especial que nos permite jugar con ambos personajes utilizando un solo mando. Así, la coordinación se convierte en una parte de nuestro cerebro. Esta peculiar manera de comunicarnos y el control de dos personajes con un solo mando da lugar a colaboraciones constantes. No hay botones de ataque, pero sin embargo sí debemos superar algún que otro enfrentamiento.
CO-LA-BO-RA-TION!
Al final, la mecánica de colaboración se mantiene fresca gracias a la corta duración del título, cuyo desarrollo dista todavía de haber llegado a su fin, así como la inclusión de algunos elementos puntuales en ciertos momentos de la aventura. Quizá se eche en falta cierta falta de valentía en este aspecto, puesto que parece que es algo que podría haber dado más de sí gracias al control de ambos por un único jugador. No hay ningún tramo de gran dificultad y en términos generales siempre se trata de minimizar al máximo las consecuencias derivadas del complejo manejo de dos personajes diferentes a través de dos sticks.
Eso sí, absolutamente todas las mecánicas de avance resultan tremendamente satisfactorias y plásticas durante su uso.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PC facilitada por PressEngine.