Lemmings es una de esas ideas tan locas que prácticamente todo en él es puro videojuego. Partiendo de la base de su plantilla de protagonistas, esos diminutos seres de pelo verde, vestidos de azul, y que se movían con especial gracia por el escenario, el título tenía un objetivo bien sencillo: llevar al mayor número de criaturas de un punto A hasta un punto B. Y, para hacerlo, teníamos a nuestra disposición todo tipo de habilidades para que los personajes fueran capaces de guiarse los unos a los otros hasta la meta. Porque, no nos engañemos, los lemmings eran bastante cortos de luces.
Sea como fuere, el inmortal título de puzles que en su momento supuso toda una revolución para el género similar a la lograda por el mismísimo Tetris años atrás. Tanto es así que ninguna entrega ha conseguido igualar a la primera en cuanto a diseño y equilibrio, quedándose en un lugar especial y único en la historia del videojuego, un título de su época y una bandera dentro del heterogéneo catálogo de Amiga. Y aunque su legado no ha sido claramente continuado, ni se ha podido evolucionar de forma exitosa con sus secuelas, su recuerdo perdura en todos los que los disfrutaron y en todos los que lo disfrutarán a través de la conservación.
Por suerte, su concepción más atípica de lo normal es algo que podemos ver en obras más recientes como Moons of Darsalon, un juego de plataformas de acción retro en el que tendremos que completar diferentes misiones de rescate llevando a nuestros compañeros a la base más cercana. Todo eso mientras luchamos contra enemigos con nuestra pistola láser, un jet pack y creando nuevos caminos con tal de llegar a la estación base.
Una odisea en el espacio
Los primeros niveles de Moons of Darsalon son un paseo, ya que sin necesidad de un extenso tutorial que explique constantemente qué hay que hacer, el jugador puede poner a prueba las diferentes opciones a mano. Pero a medida que avanzamos por los diferentes niveles la cosa se pone bastante más seria. ¿Cómo? Concretamente, la gente de Dr. Kucho! Games juega con dos aspectos esenciales: el diseño de niveles y la economía de recursos. Si en las primeras fases todo es jauja, el juego comienza a ponerse difícil a medida que avanzamos.
No sólo hay obstáculos cada vez más difíciles de salvar —pronto aprenderíamos que los darsanautas no sobreviven a caídas desde cualquier altura— lo que nos obliga a romperse mucho el coco para saber qué solución es la más adecuada.
El número de acciones que se pueden realizar es limitado, así que tendremos que estrujarnos la materia gris y planificar con sumo cuidado la ruta a trazar para salvar el máximo número posible de criaturas. En el juego existen muchísimas fases, todas ellas con una dificultad adaptativa, y cada una de ellas es un microcosmos en sí misma, por lo que tendremos que adaptar continuamente nuestra estrategia a las diversas situaciones que se van presentando. Eso sí, por buena y original que sea la idea y mecánica base, esta quedaría desaprovechada sin un buen diseño de escenarios y puzles. Afortunadamente, el equipo de desarrollo ha hecho un soberbio trabajo también a ese respecto.
Un millón de darsanautas saltando por un barranco
Moons of Darsalon ha estado en desarrollo por muchos años, permitiendo así una larga y bien ajustada curva de dificultad que va desde el aprendizaje sin darnos cuenta a “¿cómo demonios completamos esta fase?”. Pese a que contamos con comandos de voz para controlar a los NPC acompañantes, cada fase se las ingenia para ofrecernos retos distintos, con variados diseños. Algunas veces necesitamos coordinar roles en puntos distintos, otras veces tenemos que poner al rebaño a salvo mientras un darsanauta abre el camino necesario para que los demás puedan llegar a casa. Cada nivel exige un número mínimo de criaturas a salvar, muy holgado al principio, pero extremadamente ajustado al final.
Al final, el juego que nos ocupa consigue engancharte pese a su dureza, despierta la necesidad de mejorar los resultados obtenidos, de rebajar tiempos, de encontrar el camino más corto, y muestra un mundo variado y bello. Serían mejorables algunos detalles, pero nada que moleste demasiado o impida disfrutar de dicha aventura.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por Jesús Fabre.