La palabra alquimia ha encendido durante años la imaginación activa de aquellas personas que deseaban dejar su huella en la historia reciente. Considerada como la madre y una de las principales precursoras de la mayoría de las ciencias modernas, esta protociencia filosófica ha sido capaz de transmitir y ayudar a cambiar las emociones de las personas combinando distintas sustancias y materiales para crear nuevos objetos. Este interés inagotable por los misterios de la alquimia es algo que ha presentado la saga Atelier desde sus inicios. Un interés auspiciado por el afán de ayudar a todo aquel que lo necesite.
Por supuesto, Atelier Lydie & Suelle: The Alchemists and the Mysterious Paintings no es la excepción que confirma la regla, pero sí una manifestación que reverbera una nostálgica despedida para con unas aventuras que, originariamente, dieron el pistoletazo de salida con Sophie, un personaje altamente empático capaz de superarse a sí mismo y con una curiosidad insaciable. Tal es su importancia que se ha granjeado cierta popularidad, la suficiente como para ser uno de los personajes más queridos de toda la franquicia. Asimismo, la iteración que protagoniza estas líneas sirvió como conmemoración de los 20 años de la longeva serie de Gust con su estreno allá por el año 2017.
Los obstáculos para llegar a tener un éxito popular
Sin embargo, el protagonismo de esta obra no recae sobre ella, sino en las gemelas Lydie y Suelle, muy parecidas entre sí físicamente hablando pero diferentes en lo que a personalidad se refiere. Si bien, sí que se han puesto de acuerdo en establecer un objetivo en común: ascender en los rangos de alquimistas para obtener fama y popularidad. En pocas palabras, ganar el reconocimiento suficiente y regentar la mejor tienda del mundo, una meta que prometieron a su difunta madre, y que se desarrolla por medio de una historia cuyo ritmo está marcado por nuestras acciones. Una historia que aunque le cuesta arrancar hasta llegar a uno de los meollos centrales de la misma, luego se disfruta en la medida de lo posible, gracias sobre todo a la inusitada fuerza y el fulgor propio de todos sus personajes.
Una vez más, el deseo de ser la mejor versión de uno mismo, ese afán por progresar, por convertirnos en mejores personas, se aplica en Atelier Lydie & Suelle. Empero, también hace un ejercicio de retrospectiva que nos muestra todo el camino que hemos recorrido. Un camino que remarca nuevamente la importancia de la alquimia, que sigue una estela mecánica muy similar a la de pasadas iteraciones, así como la creciente colección de hechos experimentales que vamos llevando a cabo, ayudando a los demás habitantes con pequeños gestos que facilitan sus vidas de forma considerable. Porque al final, más que ser los mejores en algo, que también, es importante que tanto las protagonistas como el jugador muestren interés por lo que nos están contando los habitantes de la ciudad.
En definitiva, no interrumpir mientras nos están hablando y buscar soluciones a los problemas más cotidianos son los principales motores sobre los que se desarrolla Atelier Lydie & Suelle: The Alchemists and the Mysterious Paintings, una aventura que sigue sin escudarse en la rimbombancia y épica que sí atesoran otras sagas de renombre. Esa es su mayor baza, su singularidad.
Un viaje a través de la pintura y el arte
Mirar hacia atrás y observar todo lo recorrido, ya sea bueno o malo, es una máxima que se aplica en la saga que nos ocupa y Atelier Lydie & Suelle se ampara sobre todo en las acciones que otras entregas han cometido en el pasado. Es tanta la preocupación que ha querido dar un paso atrás con la esperanza de tomar un mayor impulso, abandonando el sentido del viaje, el enorme mundo abierto que vimos en Atelier Firis, y apostando por una experiencia mucho más contenida y casera. Una experiencia que nos enseña nuevamente la importancia del hogar, ya que es aquel sitio donde nos sentimos protegidos, seguros y recogidos. Un refugio donde el tiempo no discurre y que ofrece libertad de movimiento para hacer lo mejor en cada situación.
En otras palabras, decimos adiós a las limitaciones temporales, los plazos de entrega, y le decimos hola a un desarrollo cuyo ritmo viene marcado por nosotros, avanzando de forma discreta y pausada con la ayuda de varios capítulos. En este caso, mediante un desarrollo capitular que se construye desde el ámbito local y un escenario local, así como una colección de pinturas misteriosas que nos trasladan a un mundo de sensaciones, mundos alternativos que constituyen la mejor representación artística del concepto de libertad, ya que a lo largo del juego nos vamos moviendo por un nuevo horizonte de creatividad a través de escenarios imposibles, abstractos y familiarizados con la inventiva.
Atelier Lydie & Suelle da un especial valor al carácter expresivo del arte, tanto a nivel productivo, recogiendo materiales, combatiendo a mansalva e ideando nuevas recetas, como a nivel contemplativo, dado que las distintas localizaciones no se reducen únicamente a un puñado de estampas genéricas, uno de los males endémicos que han atesorado la mayor parte de las entregas de la serie. Hay lugar para la fantasía con un potencial imaginativo entre el soñar y el percibir.
La importancia de cerrar una historia
La idea de separación siempre nos da una sensación de angustia en el estómago, ya que no es fácil decir adiós. Al igual que el final de un capítulo, un adiós nos pide que dejemos atrás el pasado y abracemos el futuro. Atelier Lydie & Suelle: The Alchemists and the Mysterious Paintings reivindica lo significativo de dar el último adiós a una trilogía con sus aciertos y errores. Una trilogía que hemos visto crecer junto con Sophie y cía desde los primeros compases de The Alchemist of the Mysterious Book, otrora amparados por una respetada y valorada abnegación, pues las aventuras que han vivido han llegado a ese punto de la vida en el que han aprendido a aceptar lo que viene y a fluir ante la vida.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital facilitada por Koei Tecmo.