Cuando llegó el nuevo milenio, llegó DREAMCAST. Nunca una consola de SEGA había sido tan espectacular en todos los aspectos. Y aunque su lugar de honor fue breve, a día de hoy podemos valorar con la distancia lo que supuso para los jugadores. Pudimos disfrutar de muchos juegos arriesgados, y en la actualidad, algunos de ellos aún tienen un estado de salud envidiable. Ahora bien, si tuviéramos que escoger un videojuego que representara a la mejor Sega de aquella época, y que recoja todas las virtudes de la mítica DREAMCAST, ése sería sin duda Jet Set Radio.
Un videojuego rompedor en su estilo y su propuesta: unos skaters con patines en línea que se enfrentaban al régimen establecido a base de pintar grafitis en unos escenarios que gracias al mencionado cel-shading parecían un anime jugable, con una paleta de colores más amplia que la de toda la actual generación al completo, y todo ello aderezado por una banda sonora que abarcaba desde el funk o el trip hop hasta el metal.
Hoy, que estamos en una época donde juzgamos las tendencias con desdén inmediato, los resultados son impresionantes. Todo este tiempo ha pasado y Jet Set Radio se mantiene fresco en los mismos aspectos que lo hicieron memorable y, en aquellos años, le valió valoraciones sumamente favorables. Por eso existen obras como Bomb Rush Cyberfunk, un videojuego con una premisa muy similar a la del título anteriormente nombrado en la que hay que controlar a uno de los miembros de una pandilla de grafiteros con el fin de «dejar tu huella» en los muros y demás rincones vírgenes de una ciudad futurista.
Un verdadero canto al diseño vertical y la música
A menudo, se suele valorar a un videojuego como la suma de las partes. La realidad es que esta fórmula hace tiempo que dejó de servir, puesto que los videojuegos han evolucionado hasta un punto de complejidad en el que la experiencia final está por encima de la calidad absoluta de los ingredientes que la formen. ¿Qué tiene que ver esto con Bomb Rush Cyberfunk? En los primeros compases del juego ya nos damos cuenta de la impresionante personalidad que tiene en su haber, y es algo que no puede medirse en los términos convencionales.
¿Qué es exactamente Bomb Rush Cyberfunk? Se trata de un juego muy arcade en el que debemos cruzar la línea del vandalismo –pero sin llegar a extremos indecentes- y convertirnos en un miembro de una pandilla de grafiteros que marca su territorio no con una meada en un árbol, sino con tags o pintadas en la ciudad de Nuevo Ámsterdam. Lamentablemente el brazo armado de la ley no sabe apreciar nuestro arte y dentro del tiempo límite que tenemos para completar la misión la policía llegará para intentar darnos caza por varios medios, a la que daremos esquinazo gracias a nuestra habilidad con los patines realizando todo tipo de movimientos arriesgados mientras nos persiguen e incluso disparan.
En aquellos años –finales de los 90- juegos como Tony Hawk’s habían puesto de moda los deportes extremos, así que la unión de fechorías en un mundo aparentemente abierto –en realidad son barrios de los que no puedes salir-, patines en línea, unos gráficos revolucionarios y música pegadiza hicieron al título inmediatamente conocido. Bomb Rush Cyberfunk, en cambio, tiene un espíritu juvenil y rebelde que pocos juegos han tenido hasta la fecha. Esa pandilla de patinadores y artistas callejeros se convierten en héroes accidentales simplemente por el mérito de lo que hacen: correr libremente y hacer arte donde quiera que vayan. Una máxima que se extiende a lo largo de la aventura.
Eso sí, para encontrar el equilibrio en el control de Bomb Rush Cyberfunk se han tenido que sacrificar muchas cosas. Las mecánicas son sencillas, a priori, y se alejan claramente de juegos más profesionales como Tony Hawk’s™ Pro Skater™, en los que la coordinación de los botones es esencial. Aquí no hace falta ser un as de los trucos en el aire, pero hay que saber manejar los patines con agilidad y reflejos. Sorprende que un juego con tan solo unos pocos botones pueda exprimir tan bien el patinaje, que resulte divertido, sencillo de entender, pero difícil de manejar. Al final, en la sencillez está el éxito, y aquí tenemos la prueba.
Una propuesta rebelde y transgresora
Al final, es complicado no recomendar Bomb Rush Cyberfunk, especialmente si eres aficionado de Jet Set Radio. No alcanza su nivel de excelencia en aspectos como el diseño de misiones, personalidad o satisfacción en una partida bien llevada, pero compensa con muchas opciones, un mundo increíble y esa capacidad para perder la noción del tiempo una vez nos hayamos hecho a sus peculiaridades.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Nintendo Switch facilitada por Meridiem Games.