Repasar la historia de la saga The Legend of Zelda es repasar la historia de la evolución de los videojuegos. Una saga que, al igual que ocurrió con la propia industria, nació de forma fortuita, sin pretensiones de expandirse en el tiempo ni evolucionar como lo ha hecho hasta ahora. 

Sin embargo, a lo largo del tiempo, y a la par de la evolución tecnológica del sector, se han ido desarrollando y asentando nuevos elementos narrativos en los juegos, que cada vez van tomando más presencia. Por ejemplo, la comparación entre The Legend of Zelda de 1986 y Breath of the Wild es muy esclarecedora. Porque a pesar de que ambos títulos se nutren del mismo concepto de libertad de exploración e incluso libertad secuencial en el desarrollo de la trama de juego, The Legend of Zelda apenas hace uso de elementos narrativos. En el juego de 1986 sólo importa la mecánica. Por el contrario, Breath of the Wild va narrando la historia del mundo de Hyrule y el devenir de sus protagonistas.

Además de todos estos elementos, también ha ido creciendo el propio concepto de mundo y su papel en el juego. Teniendo desde un principio la exploración como premisa fundamental, la saga ha ido derivando en espacios más grandes, más vivos y más interconectados. En este sentido, Breath of the Wild y Tears of the Kingdom representan la máxima exponencia de este hecho, con un mundo en el que todos los elementos tienen su utilidad y protagonismo, e influyen en el desarrollo del juego.

En resumidas cuentas. La inmensidad de Hyrule es uno de los mejores baluartes de The Legend of Zelda. No solamente es una tierra preciosa, sino que está repleta de secretos. Y libros como Los Secretos de Hyrule: Más allá de The Legend of Zelda, de Adrián Suárez Mouriño, nos permiten rememorar la historia de la saga narrada de forma cronológica, desde que Din, Nayru y Farore llegaron al mundo. Un relato vívido y apasionante de magia, espadas y brujería que cubre todos los sucesos desde The Legend of Zelda: Skyward Sword hasta Breath of the Wild y Tears of the Kingdom.

La construcción de una mitología, desde sus creadores hasta la comunidad

Siempre hemos entrelazado las ficciones. El ejemplo más obvio son las mitologías. La base cultural de las creencias de distintos pueblos eran relatos que se enmarcan en un mismo contexto ficcional. Había variantes, por supuesto, pero en general las historias acaban conviviendo en un universo común. Es entendible desde el marco sociológico; las mitologías eran la base (y consecuencia) de la cultura compartida de incontables personas, historias que debían poner en común a la hora de construir una identidad colectiva, consciente o no. Algunas historias surgirían por separado y se fusionan con las demás conforme se produjese el intercambio cultural, otras se incorporan conscientemente a la mitología ya establecida. 

Sea como fuese, cuando varias comunidades humanas se juntaban, así lo hacían sus ficciones. Las mitologías que nos han llegado se perciben como bloques muy sólidos, diseñados y entrelazados a conciencia, pero son el resultado orgánico de la interacción de narradores de distintas zonas, épocas, con afinidades que lentamente se iban sintonizando y aclimatando. El resultado se fue sedimentando hasta dar lugar a lo que conocemos como mitologías.

The Legend of Zelda tiene muy presente la importancia de construir su narrativa sobre lo mitológico. Desde el primer juego hasta Tears of the Kingdom, siempre existe la sensación de que el reino de Hyrule es ancestral, lleno de magia, secretos y la herencia de unas leyendas cuyo origen no alcanzamos a vislumbrar. A nivel estético, las ruinas se muestran omnipresentes incluso en el primer juego cronológico, Skyward Sword. La narrativa ambiental también contribuye conscientemente, escondiendo suficiente información para que no deje de haber preguntas. 

Siempre hay algo anterior a lo que remontarse, misterios sobre los que solo se pueden hacer conjeturas y que, incluso, varían en según qué entregas juguemos. A través de sus páginas, Los Secretos de Hyrule: Más allá de The Legend of Zelda lleva a cabo un acto de valor digno de la trifuerza presentando una propuesta perfecta para generar una suerte de coherencia interna. Gracias a la prosa de Adrián, percibimos la mitología del ecosistema de la misma manera desgajada y fragmenta en la que lo hacemos en el mundo real, intentando reconstruir las culturas antiguas a través de pedazos inconexos. 

Los secretos de Hyrule

Hay preguntas implícitas que generan un interés genuino en sus seguidores, que entiende el valor de esta mitología que han visto crecer frente a sus ojos y que ahora, sigue escapándose gracias a la ilusión de un mundo ficticio infinito.

La sensación de inmensidad es mayor que la propia inmensidad

Al final, nos enseña que The Legend of Zelda no teme reconstruirse con cada nueva entrega y, por eso, se establece como un epítome de la narrativa diagonal. Lo brillante no está en que ignore todo su mundo anterior, sino que lo reconstruye sin negar lo anterior y presentando nuevas dudas que sólo acrecientan la curiosidad de los seguidores más acérrimos.

Después de todo, no importa que la franquicia haya decidido establecer cierta cronología porque la misma naturaleza de la historia permite que esta cronología se rompa. Lo importante está en que sea a favor de la misma obra. La narrativa puede volverse más líquida y menos sólida, siempre y cuando sirva a los propósitos últimos por los que fue construida.

Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Adrián Suarez Mouriño.

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