Aunque pueda sorprendernos, el sistema de respuesta relacionado con la ansiedad es algo adaptativo. En su momento, su función residía en crear un estado de alerta y activación que nos permitiera huir de cualquier peligro real, como un animal que había fijado a un ser humano como su presa, pero, a pesar de todo, en la actualidad nos parece un sistema con connotaciones negativas.
Y no es para menos teniendo en cuenta que ahora los depredadores somos nosotros mismos, con los pensamientos y preocupaciones actuales y el increíble malestar que nos generan. Así, esta activación propia de la ansiedad se produce por una amenaza generalmente intangible, generada en nuestro interior y con un sentido personal e intransferible. El resultado de esto es un empeoramiento de la salud mental y todo lo que ello conlleva: tristeza, indefensión, incertidumbre, desmotivación o disminución de la energía, entre otros.
Una situación de presión como esta última es lo que ha conseguido recrear silver978 con su Looking Up I See Only A Ceiling, un título sencillo pero sabe qué teclas tocar para ponernos contra las cuerdas de forma constante y buscar nuestro límite mental.
El fracaso no es una opción
Para transmitir una sensación de opresión, el juego que nos ocupa nos ofrece un pequeño piso que explorar y en el que huir de aquello que nos asusta. A lo largo de toda la aventura interactuamos con infinidad de objetos que se destacan en pantalla, como electrodomésticos, apuntes o utensilios de cocina, de los cuales depende nuestro avance en Looking Up I See Only A Ceiling y, en última instancia, nuestra supervivencia. Así, el juego hace uso de un point and click accesible y muy fácil de reconocer para que la protagonista aporte su punto de vista mediante una breve explicación del objeto o de la estancia en cuestión.
Una protagonista joven que, a pesar de ser estudiante, vive sola en una casa la mar de escalofriante. Un extraño lugar como único escenario del juego y que cuenta con numerosas instalaciones plagadas de detalles. Aun así, aunque los objetos sean fácilmente identificables, el hecho de que el movimiento por la vivienda siempre se represente con la misma flecha provoca que la navegación pueda resultar confusa y ambigua en algunos momentos, no quedando claro a qué sala llegaremos.
Por otro lado, el apartado visual responde a una vertiente costumbrista, con ilustraciones detalladas de todo el apartamento y los aparatos más cotidianos. Esto también se relaciona con la narrativa visual que se observa a lo largo de todo Looking Up I See Only A Ceiling, puesto que pone especial énfasis en el entorno, en nuestra interacción con él y en lo que nos transmite. Así, logra establecer un ambiente lúgubre a causa del uso de unos colores más bien apagados y que se acercan a un efecto sepia, para mostrar la pérdida de vitalidad de la protagonista –un aspecto, la pérdida de color, que también sucede cuando alguien sufre depresión–.
Real como la vida misma
Lo cierto es que el ambiente del presente título se va, en cierta manera, distorsionando a medida que avanzamos por los distintos capítulos que lo componen. Así, tras los diversos puntos de control y la inexistencia de un fin de la partida hasta el fragmento final, Looking Up I See Only A Ceiling cuenta con tres finales: uno malo, uno bueno y uno secreto.
Siendo el bueno el único que cierra la historia, tras conseguirlo, se habilita un modo de exploración en el que, a modo de postgame, nos permite revisitar el apartamento para indagar un poco más en la rutina de la protagonista y concretar algunos enigmas que, quizá, pudieron no quedar claros en la historia principal. Sin embargo, esta vertiente exploratoria podría haberse obviado en caso de haber especificado la información durante la partida y dedicando más tiempo al conflicto central de Looking Up I See Only A Ceiling.
Aun con todo, el título que nos ocupa puede completarse fácilmente entre 60-90 minutos, ya que los puzles resultan bastante directos gracias a los comentarios y la ayuda de la estudiante en forma de pensamientos. Pero el verdadero valor del juego reside en su enfoque de la salud mental y en el sufrimiento que acarrea, pudiendo caer en un círculo vicioso de negatividad e indefensión del que resulta casi imposible salir.
La soledad como megáfono de los temores
Está claro que nadie tiene total inmunidad sobre conflictos personales o sociales, pero lo cierto es que, al sentirnos solos, es la propia soledad la que amplifica los problemas y hace que veamos cosas donde no las hay. Así, malentendidos durante conversaciones o interpretaciones a partir del lenguaje no verbal pueden exacerbar las preocupaciones del día a día, como los estudios, el trabajo o las responsabilidades familiares.
En esencia, Looking Up I See Only A Ceiling destaca la ansiedad por los estudios y los plazos de entrega, pero también los efectos de una sobreestimulación autoimpuesta podríamos decir, que desemboca en la sensación de haber perdido el control y que la cabeza corra más que nuestros propios movimientos. Unas temáticas en las que no poca gente se sentirá identificada por culpa del vertiginoso ritmo que caracteriza el mundo y los tiempos que nos ha tocado vivir.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Flynn’s Arcade Publishing.