Se respiran tiempos de tiranía. Más que nunca, hemos emprendido una batalla sin fin contra aquellos que han sido señalados como nuestros enemigos. ¿Será que nuestro corazón aún recuerda lo que es la solidaridad? ¿Todavía seremos capaces de tomarnos un momento y reflexionar sobre nuestra realidad? En un contexto sumamente complejo para la humanidad, Neva se estrena por medio de una demostración jugable. Concretamente, como un poderoso cuento videolúdico de empatía cuando la desesperanza parece haberse apoderado de nosotros.
A mi entender pocas propuestas abordan de forma más adecuada fenómenos sociales sobre la defensa de la naturaleza, aunque es obvio que aquí se incide especialmente. No obstante sería positivo esclarecer algo desde el principio: hoy día, todavía es muy complicado encontrarse con un videojuego de corte ecologista donde se soslaye el binomio naturaleza/progreso, y puede que el asunto incluso pueda parecer sobreexplotado. Esto, sin embargo, es simplemente un problema de percepción; durante siglos han existido temáticas ecologistas donde no aparece la cuestión técnica simplemente por no haber existido la problemática.
Las historias de entonces serían más bien cuentos ejemplarizantes de propensiones religiosas, donde se intentaba inculcar valores de buen comportamiento y respeto hacia el entorno. Ahora la necesidad de hallar un escenario vital donde el desarrollo sostenido predomine exige otro perfil. Uno nuevo en términos absolutos, y en el cual lo ecológico y lo técnico conforman las dos caras de una misma moneda.
Una obra que sabe jugar muy bien sus cartas
Neva, de Nomada Studio, es especial en este sentido, pues aporta un matiz trascendental al género de aventuras: aquí, el marco natural bruto conlleva la incorporación del elemento fantástico. Dicho de otro modo, la naturaleza descontaminada de elementos artificiales, tan sólo invadida por ciertas fuerzas oscuras, es germen de toda clase de criaturas, seres fabulosos o espíritus benefactores del bosque. Aquí, el estudio de marras deja clara esta tendencia desde que nos hacemos a los mandos, un paisaje boscoso, insignia de lo agreste en la cultura celta y, por ende, lugar donde habitan toda clase de criaturas.
De la misma manera, la putrefacción y la extinción de la vida, son temas centrales en la obra que nos ocupa. Dichos conceptos no sólo se ciernen sobre nuestra protagonista, sino incluso a través de sus mecánicas. Porque al final, Neva resulta vibrante, emocionante, un videojuego que te atrapa y no te suelta hasta que llegas al final de la demo. ¡Y son momentos de pura acción y plataformas! De combates sin cuartel contra un ejército de criaturas oscuras que nunca se detienen, que van a por ti de forma incansable, siendo una suerte de acoso a lo largo de escenarios de lo más variopintos que son también trampas mortales.
Un aspecto preciosista capaz de transmitir
Visualmente portentoso, con un estilo extremadamente personal en dos dimensiones, Neva nos regala un espectáculo visual que, sin estridencias, nos sumerge en un ambiente de cuento ilustrado en movimiento, con momentos visuales para el recuerdo y escenarios sacados directamente de lo profundo del conjunto de prácticas, tradiciones, saberes y creencias populares. Dicho de otra manera, un espectáculo de animación, arquitectura y color que no se conforma con sorprender sólo durante los primeros minutos. Neva se retuerce y se gusta para saltar de asombro en asombro, pidiéndote tener siempre a mano el botón de sacar capturas para inmortalizar un viaje en el que cada fotograma es viable como cuadro que colgar en casa.
Es un viaje que, al menos durante estos primeros compases, vale la pena recorrer y que alimenta el alma y el espíritu. Sobre todo la parte primitiva que todavía sueña con los espíritus de los bosques.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PC facilitada por Cosmocover.