Bonaparte

El 9 de noviembre de 1799 (18 de Brumario del año VIII de la República) y tras volver de la campaña de Egipto, Napoleón Bonaparte se hace con el control político de Francia tras un golpe de estado. Después de numerosos cambios que le llevaron a acabar con la corrupción en el anterior gobierno, en diciembre de 1804 es proclamado Emperador de los franceses. A partir del año siguiente, empezaría una década de expansionismo galo por toda la Europa occidental y central liderada por una de las mentes más capaces en lo que a estrategia militar se refiere.

Aunque Napoleón es conocido por sus gran imaginación en el campo de batalla, lo cierto es que él mismo admitía no haber aprendido nada nuevo tras multitud de combates; simplemente se limitaba a aplicar de forma implacable los preceptos básicos de la estrategia, dando prioridad a la formidable movilidad de su artillería como soporte a la infantería (no solamente como arma de asedio) y también a la fuerte moral de sus numerosas tropas.

¿Quién es el verdadero Napoleón?

No es fácil conocer al “verdadero” Napoleón. Hay una versión reconocible de él: el general confiado y querido por sus tropas, el táctico e instintivo militar que podía funcionar casi sin energía durante días enteros, su mirada severa y algo petulante. Pero gran parte de esto es producto de capas de narración histórica, acumuladas por el trabajo de generaciones de artistas, periodistas y memorialistas, y, por supuesto, del propio Napoleón.

En cualquier caso, el mito napoleónico sobrevive al paso del tiempo y muchos autores han sacado provecho del apetito popular con relatos sobre el general. Y lo que creemos saber del “verdadero” Napoleón se filtra a menudo a través de narraciones interesadas y parciales como Bonaparte: A Mechanized Revolution, un título que reimagina la historia francesa por medio de una gestión política y de estrategia, además de robots imponentes impulsados a vapor.

Bonaparte

Un título ambientado en un escenario alternativo a la Revolución Francesa que nos pone en la piel de Céline o César Bonaparte, versiones ficticias de la mítica figura histórica que protagoniza estas líneas.

¿Un turno más? Esto es una partida nueva

Para quien no lo sepa, el género 4X es una de las ramas de los videojuegos de estrategia más intensos, demostrando que no es necesario ofrecer un ritmo frenético o disponer de reflejos de lince para formar parte de gloriosas e interminables batallas. Y Bonaparte – A Mechanized Revolution es una buena muestra de ello.

Se podría decir que su raíz nace de los juegos de tablero, y es que en el fondo todo se desarrolla en base al máximo aprovechamiento de cada turno. Cada unidad o ciudad podrá realizar una serie de acciones que requerirán turnos o movimientos y en el fondo nuestro modus operandi estará delimitado por las 4 equis:eXplorar, eXpandir, eXplotar recursos y eXterminar a nuestros enemigos.

Bonaparte

¿Nuestro objetivo? controlar el mundo conocido y en Bonaparte – A Mechanized Revolution eso se traduce en valiéndonos de astucia política y estrategia militar, además de superar al enemigo en el campo de batalla con tu estrategia y aprovechar sus puntos débiles para vencer contra todo pronóstico.

Por la razón… o la fuerza

Muchas veces en títulos como este, con una variedad monstruosa de opciones, mapas, secciones, subsecciones y posibilidades, siempre se muestra al jugador lo básico en un tutorial más o menos extenso y se nos lanza como un niño que prácticamente no sabe nadar a la parte más profunda de la piscina. Pero en Bonaparte – A Mechanized Revolution no es así gracias a un tutorial que se preocupa de darte todas las herramientas que necesitas saber si eres un recién llegado al género que nos ocupa.

Este es un juego complejo, muy complejo, y dentro de su complejidad nos presenta una dicotomía muy importante, pues en realidad, la ópera prima de Studio Imugi se juega por sí mismo, prácticamente solo. Me explico: si comienzas una partida y vas siguiendo los porcentajes de posibilidad de algunas acciones, así como los consejos y ayudas en forma de iconos que se te ofrecen, te mantendrás sin mucho apuro durante un gran número de horas en el poder, e incluso, podrás ganar territorios sin recurrir al «Casus Belli». Seguramente te preguntarás cómo puede ser posible que, si este título es tan complejo, se pueda jugar solo. 

La respuesta es fácil, ya que una cosa es jugar a Bonaparte – A Mechanized Revolution y otra muy diferente es disfrutar de Bonaparte – A Mechanized Revolution. Para ello tienes que liberar tu mente y comenzar a elucubrar, maquinar y urdir planes al más puro estilo de Juego de Tronos porque, en esencia, Bonaparte – A Mechanized Revolution es más un título de personajes y lo que pueden hacer que de territorios.

Estilo de juego conocido

Como ya es tradición en este tipo de juegos, el «Casus Belli» es la excusa para actuar militarmente contra un enemigo, y también es el filtro que pone el juego, de manera muy inteligente, para que no se convierta en un sindiós de batallas. Por ello siempre tendrás que buscar esa causa o motivo por medio del consejo, un grupo designado por ti para o bien crear conjuras que terminen en ese motivo que necesitas para atacar o reclamar derechos en el territorio que quieres anexionar, o controlar por medio de papeles falsos de algún legado pasado en nuestro linaje. 

Todo muy bien detallado y presentado para que no sea complicado realizar estas tareas, pero sí que lleve su tiempo a los consejeros el proceso de recopilar la información para conseguirlo, llegando a ser desde unos meses hasta incluso años, todo dependiendo de la complejidad del objetivo. De la misma manera, el oro es la base de la economía en Bonaparte – A Mechanized Revolution. Sin él no podrás pagar a tus huestes o los edificios que construyas.

Lo mejor está por llegar

Al final, Bonaparte – A Mechanized Revolution es un juego prometedor en todos sus aspectos y se convierte de manera inmediata en un título a tener en cuenta para el próximo año 2025. Su equilibrio entre cantidad de opciones y accesibilidad es soberbio, y si a esto le añadimos la narrativa emergente que parece una fuente inagotable de continuas tramas, historias y conspiraciones, nos queda un título que roza la perfección. Y lo mejor es que no es solo para los más curtidos en este género, si no para cualquiera que se quiera iniciar en él.

Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PC facilitada por Cosmocover.

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