Neon Blood

Hay tantos deseos como personas en el mundo. Desde los más personales hasta los más ambiciosos, algunos que podemos encontrar pasan por amasar una gran fortuna, conseguir lo mejor para un ser querido o simplemente vivir una vida tranquila. Encontrando unos propósitos más nobles que otros, estos designios condicionan en gran manera las acciones de cada individuo, creando motivaciones la mar de variopintas. 

Pero hay una que llama la atención especialmente, sobre todo si hablamos de una obra de ficción: la búsqueda del poder supremo y la dominación de la sociedad. Usualmente otorgada a personas altamente influyentes, y frecuentemente miembros de algún tipo de organización, su objetivo se torna atractivo para convertirse en el eje conductor de una trama, a todas luces, postapocalíptica. 

Este escenario tan poco halagüeño es la carta de presentación de Neon Blood, el título de ChaoticBrain Studios que nos pone en la piel de Axel McCoin, un detective que, sin saber quién es, se ve inmerso en una vorágine de implantes tecnológicos, situaciones peligrosas y la búsqueda de un futuro mejor.

El vicio del poder

Con esta introducción, que ya se vislumbra en la primera escena del juego, queda claro que nos encontramos ante un título de estética y argumento ciberpunk. Dicha escena consiste en una primera visión de la mandamás de una megacorporación​ reflejando su deseo de conseguir un mundo sin crimen, sin dolor e, incluso, sin muerte a partir de su creación más reciente. Una situación no exenta de desavenencias que supone la chispa de lo que está por venir.

Ese es el pistoletazo de salida de Neon Blood, un conflicto que desemboca en una aventura de exploración en la que se intercalan unos combates por turnos. Durante toda la partida controlamos a Axel McCoin, alguien, a priori, más que apto para desempeñar su rol de investigador, gracias a unos implantes que mejoran sus capacidades y le otorgan habilidades tales como el escaneo del escenario.

Unos escenarios que, como todo ciberpunk que se precie, se organizan entre una ciudad futurista superpoblada y el más árido desierto. Si bien podemos visitar una pequeña parte de ambos, ChaoticBrain Studios se las ingenia para que la decadencia y la impotencia sean fáciles de palpar. Al mismo tiempo, en Neon Blood también se destacan cuestiones como el poder del dinero o la adicción a las drogas y sus mutaciones, capaces de transformar el organismo humano.

Entre tanta oscuridad, el mayor rayo de luz recae sobre el protagonista, así como en los personajes que se va encontrando, aun a pesar del rol pasivo de estos últimos. Con un gran espíritu de camaradería, como única salida y persecución de la supervivencia, Neon Blood pone de manifiesto la necesidad de formar un grupo para que la unión haga la fuerza.

El neón, un deleite para la vista

Sin duda alguna, el aspecto más sobresaliente de Neon Blood es su apartado artístico audiovisual. Una banda sonora ambiental y muy acorde a las circunstancias se complementa a la perfección con unos pixelados personajes en 2D y un entorno a investigar en 3D. Aunque a veces se pueden confundir ligeramente las perspectivas, el control es satisfactorio, y la implantación de Axel en el entorno se antoja muy orgánico, con unos colores y estilo que encaja a la perfección.

Sin embargo, algo que no destaca tanto es su combate. Sin ningún tipo de estadísticas y con un daño infligido aleatorio, el desarrollo de estos fragmentos se limita a unos ataques por turnos un tanto estáticos, cuyo aumento de poder viene precedido de la mejora de cada implante –un hecho limitado al avance en la historia–. El uso de habilidades y objetos completan las opciones del intercambio de golpes y disparos.

Pero no podemos olvidar los combates contra jefes, un elemento clásico que siempre se cierra con una transición que hace uso de los quick time events –evento en el que se ha de pulsar un botón rápidamente–.  Si bien no se puede negar son muy espectaculares gracias a su puesta en escena y su animación, lo cierto es que en ocasiones el sitio donde se muestra el botón a pulsar no acaba de ser del todo accesible, aunque, afortunadamente, sí cuentan con​ un tiempo de reacción generoso.

Con todo, el juego lo completa una serie de guiños en forma tanto de gente de la industria como de personajes de videojuegos sobre todo patrios en forma de personajes. Entre otros, encontramos pedacitos de Altered Alma (2Awesome Studio), Blasphemous (The Game Kitchen) o Narita Boy y Haneda Girl (Studio Koba).

De chips y cortocircuitos

En una historia distribuida en tres amplios capítulos, encontramos un hilo conductor que se va expandiendo hasta llegar a atar todos los cabos, no sin dejar uno suelto a partir del cual crear un nuevo posible juego con Axel McCoin a los mandos. Quizá nos habría gustado que se dotara de más profundidad al abandono de la sociedad, pero la verdad es que Neon Blood no muestra la vida en rosa y consigue transmitir el riesgo personal al que nos enfrentamos.

Aun con todo, Neon Blood tiene algo que te engancha, seguramente a causa de su lograda atmósfera, que junto a una duración de 3-4 hora​s y una jugabilidad sencilla y directa hará que disfrutemos del viaje por Viridis. Y más si contamos con su edición física, a cargo de Meridiem Games, para Nintendo Switch y PlayStation 5, que cuenta con libro de arte y banda sonora descargable, además de una guía de la ciudad y una funda para protegerlo todo.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PlayStation facilitada por Meridiem Games.

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