Desde hace un año aproximadamente, Garten of Banban ha logrado construir una de las franquicias más improbables e idiosincrásicas de la historia de los videojuegos de terror indie recientes, con miles de adeptos en todo el mundo y una mitología interna en constante proceso de reformulación.
Sus creadores, Euphoric Brothers, venían de desarrollar juegos infantiles con temática postapocalíptica y desde entonces, han tratado de cabalgar la ola nostálgica del terror analógico cuando el género se encuentra en la cresta de la ola, pervirtiendo la iconografía de las guarderías para crear un sistema de juego (cuyo objetivo pasa por encontrar a nuestro hijo desaparecido) tan tenebroso como adictivo: un caramelo, en suma, para streamers interesados en compartir sus partidas, y sus sustos, con sus seguidores.
Un desarrollo repleto de altibajos
Con Garten of Banban 7, nos encontramos nuevamente con una suerte de tren de la bruja en primera persona. Un tren repleto de altibajos en todos sus aspectos, aunque mucho mejor que pasadas entregas de la serie. La historia tiene momentos resultones y momentos bastante mejorables, hay pasajes entretenidos y otros bastante más mediocres y, a nivel jugable, hay buenos rompecabezas que ensombrecen otros mucho más normalitos. No sabemos si esto se debe a que se ha estirado artificialmente (dura una hora si vamos a por la historia, más si exploramos), pero acaba transmitiendo sensaciones encontradas.
Aun así, creo que Euphoric Brothers logra al menos ofrecer ciertos momentos que ayudan a definir la forma de la aventura, sobre todo en sus compases finales, donde los clásicos trucos visuales que ya vimos en anteriores iteraciones vuelven a hacer su aparición para representar fielmente el entorno cambiante. Asimismo, cuando son zonas cerradas, la propuesta que nos ocupa funciona mejor, pero los escenarios más abiertos, los trucos son mucho menos efectistas. Es fácil localizar los límites de los escenarios y la forma que tiene el videojuego de redirigirte en ellos, hasta el punto de que quizá se tenía que haber hecho más esfuerzo por ocultarlos mejor.
Muy entretenido, aunque lejos de ser perfecto
El mayor atractivo es a nivel visual, algo que reside en las creaciones de la guardería de Banban, un pedigrí que más que por su artesanía cautivadora, apela a una tradición de cine fantástico juvenil oscuro que dialoga con el terror y la confrontación de temas adultos a través de muñecos. Y es que, a diferencia de otros juegos que se desenvuelven por los mismos derroteros, esta experiencia sortea con más holgura, aunque no del todo, la idea de risa-meme de convertir figuras de éxito en los 80 en asesinos tirando sangre a la pantalla y dotar el trasfondo de interés.
Pese a ello, es imposible quitarse la sensación de que el diseño de producción puede dar todavía más de sí.
Las secuencias se decantan por la acción en lugar de por el terror, por lo que el espectador ni se inquieta ni se asusta. No transmite más angustia que la que siente el protagonista por ese ayer perpetuo del que no logra escapar.
Con todo, la gente de Euphoric Brothers sobrevive por los pelos al salto de mundo abierto con una obra de terror que no estará entre las mejores del año, pero sí mejora a todos estrenos anteriores de Garten of Banban y sabe dotar de cierta entidad visual y de personajes a la producción. La propuesta que protagoniza estas líneas no va a cambiar la vida a nadie, pero es un simpático relato sobrenatural que recoge las sensaciones de Five Nights at Freddy’s para una generación multiformato, que no entiende el entretenimiento como una ventana estanca pasiva.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Xbox Series X|S facilitada por Feardemic Games.