El flujo, también conocido como la zona, es un estado mental que experimentamos cuando nos involucramos en algo hasta el extremo de olvidarnos del tiempo, la fatiga y de todo lo demás, exceptuando la actividad en sí misma. En otras palabras, es un estado que se siente de manera liberadora, puesto que nos vemos inmersos en una actividad que estimula nuestras pasiones, intereses y nuestros sentidos. Al final, perdemos la noción del tiempo y se produce un estado de creatividad y productividad muy elevado cuando nos quedamos absortos con un libro o un videojuego.
Porque Boomerang X nos sumerge por completo en un estado de flujo. En resumidas cuentas, uno simplemente fluye cuando nos hacemos a los mandos de esta propuesta. En ese sentido, y por medio de pequeñas arenas de combate, la obra desarrollada por la gente de DANG! da el pistoletazo de salida en una isla aparentemente abandonada. Si bien, al tiempo que exploramos un poco, no tardamos en hacernos con una especie de bumerán con el fin de enfrentarnos a hordas de enemigos de aspecto sombrío que no nos pondrán las cosas demasiado fáciles.
Y ya está. Partiendo del minimalismo como arte narrativo, Boomerang X nos da un simple cometido y una mecánica de juego bastante sencilla, pero que tiene más chicha de la que parece, dado que cada vez que superamos una zona, nos brindan una nueva habilidad para nuestra arma. Por ejemplo, la posibilidad de teletransportarnos justo donde lanzamos el bumerán, o bien de ralentizar el tiempo durante breves momentos, ponen de manifiesto una jugabilidad pulida y bien diseñada.
Ritmo frenético e intensidad
A través de una vista en primera persona y un estilo muy cel shading, el juego que nos ocupa nos ofrece un sistema de progreso lineal en el que avanzamos y conseguimos cosas, desde una suerte de experiencia personal ganada a base de superar combates hasta el desbloqueo de nuevos poderes que nos permiten experimentar el juego de formas completamente nuevas. Pero que para que un sistema de progreso funcione, este debe resultar interesante. Afortunadamente, cada una de las habilidades que vamos aprendiendo es la solución óptima para eliminar a cierto tipo de enemigos.
De la misma manera, los escenarios a los que Boomerang X nos enfrenta, que son un total de 12, pueden parecer algo reducidos, y lo son, pero estos nos permiten jugar como queramos, manteniéndonos en movimiento constantemente, teniendo un buen ritmo entre todas nuestras habilidades y cuidándonos siempre de tener los escudos al máximo. De otra manera es imposible encontrar el éxito, debido a que llegar al final de la aventura no es una tarea baladí.
Curva de aprendizaje
La dificultad en los videojuegos es una de las variantes más clásicas de esta industria y un factor clave a nivel de diseño. Salvo la excepción de todas esas obras que centran su experiencia por completo en contarnos una historia, el videojuego es un producto que supone un reto. A este respecto, la mayoría de propuestas simplemente aumentan la dificultad reduciendo nuestro daño y aumentando el daño del enemigo incurriendo en los niveles de dificultad, pero hay otros que no dan ningún tipo de opción.
Boomerang X forma parte de este último grupo, ya que este comienza siendo bastante amigable mientras nos adaptamos al mismo, pero según va avanzando, la dificultad aumenta de forma considerable, ofreciendo un reto constante una vez pasamos el ecuador de la aventura. Si bien, el fracaso no es sino una oportunidad para volver a empezar, puesto que las arenas en las que nos vemos inmersos se desarrollan con gran rapidez. Y pese a que su exigente nivel de dificultad no es apto para todos los públicos, puede llegar a ser una experiencia tan mortal como satisfactoria.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por Cosmocover.