La década de los 70 fue especialmente fecunda musicalmente hablando. El mundo cambió muchísimo y eso tuvo como siempre su reflejo en la música. La juventud cada vez tenía más fácil el acceso a las canciones por la radio y los tocadiscos, no tanto como ahora, pero una cosa está clara: en aquella época la música la hacían los músicos, y por medio de sus composiciones se adentraba en el mundo mágico de los sueños, los que todos tenemos cuando estamos dormidos y los que perseguimos constantemente en la vida real.
El rock y la psicodelia pasaron a ser uno solo en dos vertientes, sobre todo en los Estados Unidos. Los hippies parecían comérselo todo, desbancando para siempre a la generación que amó la música durante los años 50, pero existía mucho más y en los 70 todo aquello dio otro paso más hacia delante. Empero, esa es una historia que merece ser contada en otra ocasión.
Mientras tanto, juegos como “A Musical Story” despiertan en nosotros el anhelo de conocer más sobre los años 70, la era de los experimentos maestros. A este respecto, por medio de una obra sensorial que nos habla de sueños y de oportunidades, y que reza lo siguiente: “la música llena esos espacios que en ocasiones no se pueden verbalizar y que ayuda a creer que todo es posible”.
Una década de excesos
A través de una explosión de colores con estampados irresistibles, la obra desarrollada por la gente de Gle-Cheese Studio se convierte en un lenguaje de sonidos que dota de sentido los intervalos mudos de los sucesivos planos. Un fluir lírico que nos anuncia sus deseos, añoranzas, desilusiones y pensamientos, convirtiéndolos en el sutil canto del bardo que retrata los intereses afectivos expectantes de la parte protagónica de esta aventura, Gabriel, y sus marchitas apetencias.
Asimismo, encontramos algunas melodías que inciden en los cambios del personaje antes nombrado. Podemos hablar de una psicología del desarrollo, pues en el caso de los primeros compases de la aventura, este nos introduce en una suerte de mundo y una espiral de sueños incompletos. Si bien, esta necesidad de realización completa sitúa a este juego en una encrucijada, ofreciendo un descenso a los infiernos con sabor a absenta. Un descenso con egos desmesurados, celos, conquistas fáciles, drogas, alcohol y adulación; elementos que convergen idealmente para que los conflictos broten con naturalidad.
Insultos, maledicencia, golpes y destrucción. La violencia entre los músicos puede adoptar las más variadas formas y surgir por los más diversos motivos (es más, muchas veces no se necesitan motivos), y de eso sabe mucho “A Musical Story”.
La importancia del ritmo
El ritmo es la base de todas las manifestaciones vitales, entre ellas la música. Por ello, el ritmo es el primer elemento musical que toda persona conoce y reconoce incluso sin tener ningún conocimiento musical previo. Después de todo, este puede definirse como la combinación armoniosa de sonidos, voces o palabras, que incluyen las pausas, los silencios y los cortes necesarios para que resulte grato a los sentidos.
En la mayoría de los juegos musicales, hay una línea de tiempo visual que muestra exactamente cuándo tocar las notas. En cambio, el título que protagoniza estas líneas se centra más en crear una experiencia basada en las habilidades auditivas del jugador, obligándolo a sentir la música, comprenderla, progresar y desvelar la historia.
Sea como fuere, si el ritmo no nos ayuda a tomar conciencia y hacernos dueños de nuestro cuerpo para que la historia siga su curso, siempre podemos esperar para que “A Musical Story” ofrezca facilidades permanentes al cabo de unos pocos intentos. En este caso, herramientas que ayudan a transformar la información sonora en información visual con el objetivo de mejorar la comprensión y que permanece en el tiempo.
Una revisión de los excesos
En lo más profundo del cenagal que cubre el abismal mundo de la música de los 70, y las trazas alternativas que componen su lado más experimental, se esconde un periodo particularmente creativo que trabaja sin límites ni restricciones, aunque no exento de oscuridad. Partiendo de esta premisa, no hace falta dar muchos rodeos para saber qué nos vamos a encontrar en “A Musical Story”, una obra que estimula todos los sentidos de manera videolúdica.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PlayStation 4 facilitada por Digerati.