Aunque el valor de la amistad sea un aspecto bastante estable a lo largo del tiempo, las relaciones que establecemos vienen y van, se modifican, se congelan, mutan. En la vida pasamos por infinidad de circunstancias que pueden acercarnos a las personas o alejarnos de ellas, y no siempre es fácil adaptarnos a estos cambios. Un nuevo vínculo, sea del tipo que sea, trae dicha consigo y un proceso cuya velocidad tiene que sintonizar con todos los implicados para que la conexión fluya.
Asimismo, cada etapa vital tiene distintas prioridades que rigen, de una forma u otra, las compatibilidades entre personas. Lo que siendo niños suele empezar con un simple juego porque coincidimos en un espacio y un tiempo concreto, puede durar desde únicamente el breve periodo de la partida hasta el infinito y más allá, dependiendo de factores como la frecuencia de los encuentros, la complicidad de las familias o la distancia entre los hogares.
En esta ocasión, en A Space for the Unbound Mojiken Studio ha elegido a un protagonista que busca lo mejor para todo el mundo y con quien sufriremos en más de una ocasión a causa de la dificultad de perseguir el bien común.
La fantasía de vivir en otro mundo
Todo empieza con la lectura de un cuento de fantasía escrito y dibujado por un par de jóvenes que comparten algo más que un sencillo pasatiempo. De este modo, con la imaginación como método de escape y al más puro estilo slice of life, A Space for the Unbound nos sumerge en un relato por capítulos cuyo fin es desenmarañar la historia de todos y cada uno de los personajes hasta converger en un hilo común con gran variedad de colores y multitud de matices.
Porque la adolescencia es una época que solemos recordar mejor de lo que nos gustaría; en muchas ocasiones, por motivos que preferiríamos olvidar. Sobrellevar todo lo malo que nos ha pasado es fundamental para avanzar, pero no siempre tenemos éxito en este cometido. Y, a su vez, las opciones se reducen más todavía si nos sumimos, voluntariamente o no, en una oscura soledad.
Reflejando lo mejor y lo peor de los vínculos sociales, A Space for the Unbound usa la esencia de una aventura gráfica accesible, en la que prima más la narrativa que los puzles enrevesados, para empatizar con unos personajes con quienes, con toda probabilidad, nos sentiremos profundamente reflejados. Entre otras cosas, porque conoceremos sus pensamientos más íntimos a partir de la mecánica principal del juego, el Space Dive.
Además, también homenajea otros géneros como el de la lucha, mediante combates en forma de quick time events y un minijuego de este tipo en los arcades de la ciudad. Aunque debemos confesar que nuestro guiño favorito ha sido un pasaje al más puro estilo Ace Attorney, juicio y recolección de pruebas incluidos. Sin desmerecer una serie de coleccionables –chapas y unas pegatinas que forman la palabra «yoman»–, lo que más nos gustará de recorrer el entorno es acariciar a todos los animalitos que encontremos por el camino y de ponerle nombre a los gatetes de la calle. Porque a A Space for the Unbound también le importa la sostenibilidad y la armonía con la naturaleza.
Un diseño transmisor de sentimientos
Con el afán de contar una historia, pero también –y sobre todo– de reflejar una cotidianidad cultural desconocida, A Space for the Unbound nos traslada a la Indonesia de la década de los 90 con un ambiente rural, llamativo y acogedor. Un pixel-art detallado, especialmente en cuanto a escenarios, casi nos hace sentir la brisa en nuestra piel. Todo esto, sumado a la variedad de ambientes que se van presentando a lo largo de toda la partida, dotan al juego que nos ocupa de un gran mimo y una verdadera intención de reflejar la infancia de mucha gente del equipo de Mojiken Studio.
Del mismo modo, una banda sonora a la altura, y que llega a ser sobrecogedora por momentos, completa un apartado audiovisual que captará toda nuestra atención a lo largo de las 8-10 horas que dura el juego. Sin embargo, aun con esta duración, los distintos episodios por los que está formado este título nos ofrecen la posibilidad de echar periodos de juego más cortos, de entre 1 o 2 horas. Eso sí, cada uno está compuesto por momentos intrigantes y emocionantes cual montaña rusa, hecho que no dejará de incitarnos a seguir jugando un ratito más.
Desde la temida elección de estudios y posterior inserción en el mercado laboral hasta la supervivencia en un mundo en ruinas, A Space for the Unbound no hará sino sumirnos en situaciones que, en ocasiones, se asemejan a una pesadilla.
Fruto del lenguaje universal
Sin lugar a dudas, los 8 años de desarrollo de A Space for the Unbound han desembocado en un título muy personal. Desviándose un poco de la norma, coge elementos de los periodos evolutivos, de las crisis vitales y de la propia cultura de Indonesia y los mezcla para crear una oda a la salud mental, a lo que puede desembocar un cúmulo de pequeñas –o grandes– cosas. Porque no existe ninguna fórmula mágica que nos haga estar contentos ni que elimine de raíz nuestros problemas.
Manteniéndonos en vilo hasta el último minuto, el título que nos ocupa consigue hacernos empatizar con los seres de colores y píxeles que se encuentran al otro lado de la pantalla. Puede que el espacio y el tiempo sean ajenos a nosotros, pero las emociones son parte del lenguaje universal y para eso no hay que entender nada, sino sentir aquello que captan nuestros sentidos.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por Toge Productions.