Hay momentos en la vida en los que uno simplemente necesita tomárselo con calma y admirar todo cuanto se postra ante sí. La vorágine de responsabilidades nos lanza a una rutina que resulta muy difícil de romper, especialmente cuando dependemos de otros tanto dentro de los muros del trabajo como fuera. Al final, los días nos van consumiendo hasta tal punto en que olvidamos lo que realmente importa y nos lanzamos a infinidad de situaciones desagradables, como discusiones, falta de conversación o egoísmo.
No hace falta decir que el asunto puede pasar a mayores y causar una serie de desavenencias con otras personas, tanto como para enemistar a grandes colectivos. Encontrar una respuesta que satisfaga a todo el mundo es harto complicado, pero no se ha de escatimar en recursos a la hora de mediar e intentar que todo vuelva a su cauce. Y precisamente de que llueva a gusto de todos trata A Winding Path, un juego contemplativo creado por Three Eyed Games que esconde mucho más de lo que parece a simple vista.
Con cien liras por banda, nubes en popa a toda vela…
Con un contexto en el que la lluvia ha quedado relegada a poco más que una leyenda, la preocupación sobre la aridez de las tierras está a la orden del día. Cultivos que raramente crecerán, peces imposibles de pescar en un océano seco y arcoíris que no encuentran su lugar son solo algunos de los elementos patentes en A Winding Path. Es una pequeña muestra de la desesperanza de la que nos vemos rodeados.
A lo largo de sus escenarios, el juego que nos ocupa es una suerte de puzle en forma de lienzo, pues para avanzar en la sencilla historia que nos propone deberemos completar algunos recados. Lo que empieza consiguiendo una lira mágica que invoca una nube de lluvia, acaba intentando devolver millones de gotas al mar. Este hecho nos llevará a conocer a varios marineros y otros personajes que nos servirán de guía la hora de organizar los recursos pertinentes para recobrar la vitalidad de una zona sumida en una profunda resignación.
De este modo, como alguien que ve las cosas como un mero espectador y de una forma, podríamos decir, más neutra, nuestro papel en A Winding Path es el de unificar y restaurar antiguos puentes entre personas. Pues cuando esperamos que otros se comporten de una determinada manera y no lo hacen, es inevitable caer en los malentendidos, en el incumplimiento de expectativas y en las enemistades absurdas. Llegados a este punto, la figura del mediador se antoja fundamental a la hora de encontrar una resolución justa entre las partes implicadas.
… no surca el mar, sino vuela…
La cubierta de A Winding Path se basa en un cuidado dibujo a mano para cada uno de los ambientes en los que nos desenvolvemos. Así, desde el bosque hasta la ciudad, pasando incluso por un campo de tiro con arco, los elementos en pantalla variarán de manera que sean fácilmente reconocibles a pesar de usar un único color en cuanto a la pintura. Es, en definitiva, una paleta monocromática que aúna el contexto medieval con cierto dinamismo.
Este estilo grita que el foco de atención no son las personas, sino el contexto en el que viven y que les rodea. Con escasas variaciones entre el diseño de los personajes, son las conversaciones que entablan con nosotros y el propio escenario quienes nos van narrando la situación y nos muestran la belleza de lo natural. Por eso a lo largo del juego iremos recolectando varias gotas de rocío mediante la exploración de todas las posibilidades que brindan los escenarios. Unas gotas que nos permitirán avanzar gracias a su recolección, pero también dándonos pistas del camino a seguir.
… un mensaje de paz
A caballo entre el campo, el pueblo y la ciudad, A Winding Path pretende arreglar los vínculos que un día se quebraron. Envidias, competiciones malsanas y enfrentamientos con todas las de la ley colman una historia donde deberemos arreglar asuntos tangibles, pero sobre todo otros que no se ven a simple vista. Es en este último aspecto donde reside el encanto de ser un simple forastero que se queda más de lo esperado al aceptar, indirectamente, una misión de paz y reconciliación.
No obstante, esta solo es una de las tantas historias que podrían contarse de un juglar muy especial y siempre dispuesto a arrimar el hombro. Al fin y al cabo, en el mundo y sus rincones existen infinidad de tradiciones que deben persistir. Tradiciones que, de una u otra manera, persiguen crear comunidad entre una humanidad, en ocasiones, caracterizada por la rivalidad. Porque al final, debajo de la superficie, la mejor costumbre es la de ayudarse mutuamente sin esperar nada a cambio.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Flynn’s Arcade Publishing.