Poner un pie en la Luna, o simplemente en cualquier pieza de terreno fuera de la atmósfera terrestre, es un objetivo codiciado por mucha gente. De la misma manera, el establecimiento de colonias en cuerpos celestes ajenos se antoja una realidad muy lejana –si es que llega a suceder–, pero en la ficción esta idea ha dado para más horas de entretenimiento que las que podamos contar. De lo que no cabe duda es de que existen infinidad de amenazas, vivientes o no, que pueden suponer un punto y final para la humanidad.
Para la gente, o mejor dicho, la persona a cargo de Dume Games Studio, su particular odisea en el espacio empieza por echar anclas en un planeta actualmente habitado únicamente por seres de todos los tamaños que querrán que los sigamos dejando tranquilos. Quién llegó antes y quién fue el invasor original es un melón que no abriremos, porque ahora solo importa el futuro, la ley del más fuerte. En Astronite tenemos una misión y sufriremos por ello.
Por el bien común
Buscar el éxito, o al menos intentarlo, es tarea fácil, pero conseguirlo no está al alcance de todo el mundo. Como toda expedición que se precie, nuestro protagonista no será el primero –aunque esperemos que sí el último– en pisar suelo hostil; otra gente puso a prueba su capacidad en vano, provocando que llegase nuestro inevitable turno. Por suerte, las derrotas previas posibilitan que la preparación sea mejor gracias a un equipamiento envidiable: jetpack, arma y botas propulsoras.
Sin embargo, para sorpresa de pocos, en cuanto nos descuidemos conseguiremos quedarnos sin nada de lo que iba a hacer el camino más fácil; es aquí donde empiezan los problemas. Sin mapa ni equipo en Astronite solo nos quedará deambular con las fuerzas que queden hasta ir recobrando nuestras pertenencias. Con una excepción: la moneda del juego. Este bien, como viene siendo frecuente de un tiempo a esta parte, desaparecerá del inventario con cada muerte, obligando a revisitar la misma sala si no queremos poner la cartera a cero con el consiguiente impedimento de hacer uso de la tienda o el teletransporte del juego.
Enemigos o no, Astronite se decanta por una amenaza invisible pero poderosa. A nuestra habilidad a los mandos se suma una rebelión que comienza con un ser subterráneo que domina el planeta huésped y que un buen día decide enseñarles a los humanos quién manda. ¿Quién iba a pensar en los fenómenos que pueden estar sucediendo bajo los pies ante nuestra total ignorancia? Al final, lo más esencial se esconde de los confines visuales.
Sobrevive un día más
Por suerte, una buena dosis de humor en los escasos diálogos de Astronite proporciona cierto alivio en el avance. Sí, podemos ser torpes, podemos no saber nada de lo que está pasando, ¿y qué? ¿Acaso no es ese el rol de cualquier protagonista que se precie? Por eso las provocaciones no tienen efecto, porque, si nos paramos a pensar, es normal no saber muy bien lo que se ha de hacer ante una situación y entorno completamente nuevos. Nadie nace sabiendo y eso es algo que Dume Games Studio transmite muy bien.
Lo que no da tanta risa es la desorientación de la cual hará gala, casi con total probabilidad, la persona a los mandos. En este caso no nos escondemos: hemos gastado el viejo truco de jugar con papel y un lápiz al lado. Esta práctica no solo es útil a la hora de desenmarañar puzzles, sino también, y especialmente, cuando el mapa está plagado de obstáculos que serán fácilmente –o no– superables en el futuro y se quiere poner la directa.
Por otra parte, Astronite se vale de un estilo 1 bit para ponernos en situación. Una paleta monocromática que, con su detalle, resulta clara en cuanto a las posibilidades de cada pantalla y a los peligros que allí se encuentran, dejando el peso del progreso a nuestra voluntad para superar las trabas. Pero sin lugar a dudas, lo que pone la guinda al pastel es una localización al catalán que ha conferido un toque fresco a la partida y sus personajes.
Al más puro toque metroidvania
Astronite, al igual que los metroidvania en general, presenta una estructura en la que al principio es necesario poner todo nuestro empeño en no tirar la toalla debido a la cantidad de callejones sin salida con los que nos encontramos, pero que poco a poco va siendo más satisfactorio para quien sabe persistir en la misión. Una vez pasado el punto de no retorno con la adquisición de alguna que otra habilidad en nuestro poder, es cuando empieza el verdadero juego y la diversión se abre paso.
Quizá no apto para todos los públicos a causa de su dificultad, Astronite es una experiencia desafiante por momentos, pues la vitalidad y las mejoras son escasas. La tienda es un recurso limitado y la clave del éxito reside, una vez más, en la exploración exhaustiva de un mapa lo suficientemente amplio con recovecos por doquier. Es, en esencia, una búsqueda por un entorno desconocido en el que nos sumergimos en un aprendizaje constante. Es, en resumidas cuentas, como la vida misma.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por JanduSoft.