Attack of the Karens

Los matamarcianos han supuesto un género con gran cantidad de adeptos gracias a su vertiente puramente arcade. Sus partidas cortas son un valor seguro a la hora de darle una oportunidad a cualquiera de estos títulos, ya que son compatibles tanto con pequeños ratos como con un encadenamiento de partidas en busca de una mejor puntuación. En este sentido, el afán por derrotar más enemigos y convertirnos, generalmente, en el mejor piloto de la galaxia es lo que nos provoca una sensación más que satisfactoria que sigue a la tensión de los disparos.

Este pique personal hace que probemos suerte (o, mejor dicho, habilidad) una y otra vez, pues descubrir nuevas posibilidades y avanzar en la sucesión de niveles conforma un tipo de recompensa que nos engancha desde el minuto uno. Sin embargo, el camino hasta dominar nuestro vehículo de píxeles no suele ser un camino de rosas.

Esto es algo que sabe muy bien Studio Primitive con su Attack of the Karens, un videojuego con las características clásicas de los bullet hell que se esfuerza por hacernos perder la paciencia en un mar de vorágine y balas.

A los alienígenas también les mola el bullet hell

Los habitantes de la Tierra sabemos de sobra la exposición a amenazas externas a la que nos vemos abocados simplemente por el lugar que ocupamos en el universo. O, al menos, eso nos han hecho creer infinidad de obras de ficción. Y Attack of the Karens no es una excepción. En dicho título, varias mujeres se convierten en objetivo de un parásito extraterrestre y se convierten en un cíborg con alma de una Karen, un concepto proveniente de Estados Unidos y que describe a un tipo de mujer blanca que abusa de su privilegio y posición social.

A partir de ello, antes de que la cantidad de este tipo de gente sea desbordante, deberemos abatir a estos enemigos para evitar que se conviertan en una amenaza todavía mayor. Y para ayudarnos en tal propósito, Attack of the Karens nos ofrece un tutorial para situarnos en la escena y para explicarnos las mecánicas básicas y los elementos que nos encontraremos a lo largo y ancho de los escenarios.

Así pues, en cada uno de los distintos niveles hay una especie de medidor que nos indica el progreso en la ubicación en cuestión. Esto es, cuando llegamos al 50 % aparece un minijefe que nos avisa de lo que está a punto de llegar, y que simboliza el preámbulo de, en este caso, la jefa al alcanzar el 100 %. Al mismo tiempo, la barra se convierte en la vitalidad de la Karen, por lo que nos servirá de referencia en cualquier momento del juego.

Lo que se agradece es que cada Karen tenga patrones distintos, dando como resultado unos combates frescos con cada una de las cuatro rivales. A esto también contribuye el hecho de que, tras cada fin de la partida, el orden y la localización en los que aparecen las Karens cambia, lo cual evita la sensación de fracaso y bloqueo, al mismo tiempo que logra que no nos cansemos rápidamente de seguir intentando llegar al enfrentamiento final.

Una partidita más y… ¿lo dejo?

Aunque la variación de los niveles suponga un estado de vigilia constante para nuestros sentidos, esto solo no conseguiría, seguramente, mantenernos al mando demasiado tiempo. Pero Attack of the Karens se las ingenia para organizar un sistema de puntos que equilibra la balanza entre lo inalcanzable y lo sencillo a partir de un par de variables. 

En primer lugar, existen unos puntos de experiencia con forma de anillos que sirven para subir nuestro nivel, algo que por cada aumento habilita una serie de mejoras que durarán hasta el fin de la partida actual. Estas mejoras están relacionadas con aguantar lo máximo posible e incluyen recuperación de vitalidad, módulos extra de ataque o la resurrección, entre otros. Por otra parte, ciertos enemigos más fuertes dejarán caer, además de los anillos, unos particulares bloques que se pueden canjear por mejoras permanentes, que refuerzan, principalmente, los atributos del vehículo. 

Por todo esto, y dado que el crecimiento es progresivo, no queda más remedio que relegar la habilidad a la perseverancia hasta forjar una nave que aguante todo lo que le echen. Sobre todo, si tenemos en cuenta que las ventajas que aparecen al subir de nivel son aleatorias, por lo que, a pesar de encontrarnos fundamentalmente ante un bullet hell, Attack of the Karens también tiene una fuerte vertiente roguelite. 

No obstante, la otra variable implica unos modificadores que se desbloquean una vez hayamos acabado tres partidas. En ellos se incluyen hasta ocho curses (o elementos que entorpecen el éxito) y ocho cushions (o elementos que favorecen la tarea), con los que se pueden crear incontables combinaciones en función de cuántos activemos, pudiendo, incluso, estar los 16 funcionando a la vez y adaptando la dificultad.

La paciencia es la madre de la ciencia

Como una crítica a aquella persona que se cree superior por el mero hecho de pertenecer a un determinado colectivo o de tener, según su opinión, una posición más privilegiada, Attack of the Karens nos proporciona unos personajes rivales con roles vistosos y que consiguen que recordemos ejemplos de cómo no hacer las cosas con nombres y apellidos.

Asimismo, el videojuego de Studio Primitive nos enseña a cultivar la paciencia en nuestro periplo hacia la victoria. Especialmente porque para conseguir una nave a la altura es preciso poner a prueba nuestros reflejos para esquivar balas y permanecer a salvo en la sucesión de niveles. Una premisa sencilla pero que los impactos de todo tipo de objetos y proyectiles no nos pondrán fácil. Aun con todo, una vez conseguidos los modificadores, Attack of the Karens se vuelve mucho más accesible sin volverse un paseo por el parque, por lo que se adapta a prácticamente a cualquier persona, con independencia a su experiencia en este tipo de obras.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Flynn’s Arcade Publishing.

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