Desarrollar un videojuego es una tarea bastante costosa y nada sencilla, más todavía si lo queremos llevar a buen puerto. Estamos acostumbrados a ver grandes producciones en las que hay muchas personas de diferentes ámbitos dedicadas. Las pantallas de créditos interminables son un buen ejemplo del personal que hay involucrado en un desarrollo. Pero con la popularidad de los videojuegos independientes, hemos visto que en varias ocasiones se ha conseguido la hazaña de ver juegos de éxito creados por una sola persona.
Es algo que, a priori, parece increíble e inconcebible, pues hay que tener muchos conocimientos de arte, diseño de niveles y programación que normalmente hacen empleados especializados. Si bien, aquí solo se ocupa una persona de todo. Y no hablamos de juegos cualquiera, sino de títulos que han tenido éxito por su calidad, desde Axiom Verge (Thomas Happ) y Stardew Valley (Eric Barone) hasta Undertale (Toby Fox) y Return of the Obra Dinn (Lucas Pope). Otro de estos prodigios es el creador y desarrollador Zeng Xiancheng, de nacionalidad china, sorprendiendo a propios y extraños con un shooter en primera persona desarrollado en Unreal Engine 4.
El camino de la espectacularidad
Anunciado durante una presentación dedicada a los próximos juegos de Xbox Series, Bright Memory: Infinite demostró mucho músculo técnico en forma de un trepidante videojuego de acción en primera persona ambientado en una China futurista. De hecho, hace un año se publicó Bright Memory, un aperitivo de lo que sería la aventura completa antes nombrada y que se lanzó a un precio muy reducido. La espectacularidad de la obra, sumada a una estética cautivante y un carácter ganador, representaron algunas de las principales bazas que necesitaba para no caer en el abismo del olvido por parte de los medios de comunicación. Y dicho esto, os podéis hacer una idea de lo que podéis esperar en el juego completo.
Una propuesta envuelta en una historia de agujeros negros, viajes en el tiempo y un desarrollo narrativo sumamente disparatado. Por suerte, no pierde el tiempo en dar demasiadas explicaciones, dado que el argumento está escrito con la conciencia de que puede ignorarse casi por completo, como poco más que el decorado de fondo para la violencia en primer plano. Porque aquí, a lo que vamos, es a disfrutar de un frenesí constante de emociones intensas, muy a menudo inducidas por el “ladear” del cuerpo y la necesidad de dar saltitos para esquivar balas mientras bailamos alrededor de los enemigos.
Frenesí constante
Bright Memory: Infinite es un shooter en primera persona, ni más ni menos, por lo que la premisa jugable no debería ser demasiado compleja. Después de todo, una vez encontramos un arma, solo tenemos que masacrar a hordas y hordas de contrincantes que nos miren con malos ojos. De la misma manera, podemos elegir entre un amplio arsenal de destrucción según nuestro gusto, preferencias de combate, enemigos que tengamos enfrente o el humor del que estemos.
Y eso nos lleva al tema de la velocidad. No es que el juego de marras sea especialmente rápido porque nos presente muchos obstáculos y nos obligue a estar en constante movimiento, que también. Es la rapidez con la que suceden las cosas, con la que tomamos decisiones que se entrelazan sin transición, dando como resultado una especie de ballet macabro, una coreografía que nos deja sin aliento. A esta velocidad contribuye la posibilidad de usar diferentes habilidades especiales que van desde atraer a los enemigos con un gancho eléctrico, hasta usar el típico esquive o propinar katanazos a diestro y siniestro. Dicho así, parece un hack and slash, y no es un comentario que vaya especialmente desencaminado.
Al final, la obra desarrollada por FYQD-Studio nos anima a usar una combinación entre ataques a distancia con armas de fuego y cuerpo a cuerpo, en tanto que el énfasis en el estilo y la habilidad forman un corpus principal para muchos tipos de jugadores, sobre todo en los niveles más altos de dificultad. Hace de la espectacularidad algo intrínsecamente manual, y pone ahí el énfasis en la misma proporción que la combinación de efectos en pantalla, los efectos de iluminación y de partículas.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Bright Memory: Infinite es un prodigio de diseño de juego, principalmente gracias a unas mecánicas muy sólidas y un bucle básico de jugabilidad tan divertido como frenético: salta y corre, ataca, quédate casi a punto de morir y vuelve a empezar. La sensación de que siempre están ocurriendo cosas combinadas con la necesidad de eliminar a todo lo que nos encontremos a nuestro paso es difícilmente superable en el género. Dicho de otra manera, es una de las mejores opciones que han aparecido de un tiempo a esta parte si lo que queremos es liberar tensión.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por Stride PR.