Los videojuegos son una forma de entretenimiento que no ha hecho sino aumentar su popularidad hasta convertirse en una industria con millones y millones de dólares en su haber. Sin embargo, además de ser una forma de disfrute para personas de todo el mundo, también es un medio de expresión y una forma de contar historias involucrando activamente al jugador. En otras palabras, los videojuegos han introducido una forma completamente nueva de crear historias, pero su evolución a lo largo del tiempo ha sido gradual, y en ella han influido diversos factores: el cine, la literatura, la cultura de la época, y, sobre todo, la revolución tecnológica.
Por ejemplo, los japoneses inundaron el catálogo de las consolas existentes con lo que ahora llamamos JRPG: un tipo de juego de rol muy concreto y de códigos muy identificables. Los combates por turnos, las fantasías distópicas y la categorización de clases se convirtieron en sus signos de identidad. Y es aquí donde tiene lugar Chained Echoes, puesto que su escenificación retro con gráficos en 2D y su jugabilidad de aquellos juegos de rol, incitan a un regreso al pasado para recordar aquellos tiempos.
Concretamente, por medio de una propuesta videolúdica que nos traslada a un mundo de fantasía donde es tan fácil encontrarse con dragones como con trajes mecánicos dirigibles, y que expresa sus inquietudes ante las crecientes tensiones perceptibles en un marco convulso; presentando como elementos ineludibles de la realidad humana los sangrientos horrores de la guerra. Una propuesta llena de personajes cautivadores, paisajes fantásticos y enemigos despiadados que llevan en guerra desde hace generaciones y donde la traición acecha en cada esquina.
Dicho de otra forma, es una obra que sirve como febril homenaje a otras muchas propuestas más extrañas y asilvestradas que han pasado por la industria del videojuego. A este respecto, mediante una historia determinada por los cambios sociopolíticos y culturales que contiene profundas reflexiones sobre la humanidad y la crueldad en los seres vivos. Una obra que juega con los marrones y los grises con el fin de manifestar cierto desgaste.
La importancia de la eficiencia en el fragor de la batalla
Cuando el entorno es una amenaza constante, Chained Echoes viste sus mejores galas. Y lo hace mientras recorremos un sinfín de escenarios compuestos de ciudades y mazmorras que a pesar de aportar su granito de arena son, valga la redundancia, el escenario perfecto para ofrecernos 30 años de apreciación retrospectiva. Viajamos a través del tiempo, a los años 90, cuando el rol japonés raramente buscaba alternativas al combate por turnos que, durante años, ha mantenido sus hábitos con el paso del tiempo.
Es más que evidente que todos tenemos capacidades que son positivas y otras que probablemente no lo son tanto. Y precisamente es por eso que tenemos que aceptarlas, ya que eso supone algo más profundo que comprender y podremos asimilar de una forma más objetiva que se trata de algo natural. El título de marras valora nuestras fortalezas y debilidades mediante un sistema de combate que responde a las debilidades y resistencias de los enemigos, y que están relacionadas con las habilidades que hacen únicos a los personajes que conforman esta aventura.
La expresión ensayo y error, también conocida como prueba y error, es un método en el que todo se reduce a experimentar, fracasar y seguir intentándolo en la medida de lo posible. Y la obra que nos ocupa es un estudiante que hace bien sus deberes en ese aspecto. Trata de evitar la sensación de angustia y ansiedad en el fragor de cada combate, ya que, sin conocimientos previos sobre el uso y manejo de las habilidades, es imposible que pongamos a prueba nuestra efectividad. En pocas palabras, es una obra que invita a usar la cabeza antes de subirse a una moto desbocada.
Gran culpa de esto lo tiene el sistema “Overdrive”, una herramienta que apremia el buen desempeño de los combatientes, concretamente, infringiendo una mayor cantidad de daño y recibiendo menos por parte de los enemigos. En cambio, si rechazamos las buenas prácticas y reincidimos siempre en las mismas acciones, el sistema nos penaliza, volviendo las tornas en nuestra contra.
La nostalgia cotiza al alza en Chained Echoes
Hay un dicho que dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora bien, la nostalgia es un arma peligrosa que, en las manos menos capaces, puede ensalzar demasiado el pasado, adornándolo, puliéndolo y dándole un esplendor que nunca tuvo con una sonrisa en la cara. En otras palabras, vivir en el pasado, haciendo caso omiso de lo que pasará en el futuro, es una forma de no brindar nuevas perspectivas a los jugadores. Por suerte, Chained Echoes mira al futuro, vive el presente que es su causa, pero sin olvidar el pasado.
No olvida sus raíces, las abraza a base de corazón gracias a una experiencia desafiante para el jugador desde el primer minuto, al mismo tiempo que anhela nuevas oportunidades que pertenecen a itinerarios accesibles para todos los que nos embarcamos en esta fantasía antibélica que sirve a su propósito.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por PR Hound.