Core Keeper

Los juegos de supervivencia marcaron la actualidad del mundo de los videojuegos hace aproximadamente una década, con mods como DayZ para Arma 2 o “Los juegos del Hambre” para Minecraft dando vida a un nuevo género que llegó para triunfar como Rust, Ark, el propio DayZ, The Forest y un largo etcétera.

Al final, se trata de un género muy querido por los jugadores, unas aventuras que se desarrollan en un entorno hostil y desafiante en las que tenemos que gestionar recursos como la comida y el agua, encontrar y crear un refugio, recolectar materiales para construir herramientas o armas, y combatir contra todo tipo de amenazas, desde animales salvajes a monstruos, siendo también otra seña de identidad del género el que casi siempre podremos jugar junto a nuestros amigos gracias a su modo cooperativo. Propuestas muy adictivas e inmersivas, para mantenernos enganchados durante horas.

Tal parecía que la fiebre por los títulos de supervivencia se había rebajado, con algunas propuestas tímidas que no acababan de cuajar, salvo pequeñas excepciones como Valheim, pero nada más lejos de la verdad. El 2024 parece un año destinado a ver “resurgir” este género con un montón de propuestas como Core Keeper, una aventura minera de juego libre para 1-8 jugadores en la que nuestras elecciones dan lugar a un viaje épico. Una aventura en la que despertamos convertidos en exploradores en una caverna olvidada en el tiempo y rebosante de secretos que están por desvelar.

Ensayo no lineal situacional

El juego comienza sin demasiadas explicaciones. Nuestro avatar aparece en el mundo sin demasiadas herramientas. Simplemente contamos con barras en la pantalla: una que marca la vida y otra que hace lo propio con el hambre. Decir “nuestro avatar” ya es hacer una observación más que esmerada para este primer momento porque el juego es por defecto en tercera persona cenital y de entrada estaríamos tentados a decir que somos nosotros los que estamos ahí.

Por otro lado, el modo de juego es lo más parecido a una propuesta de supervivencia y no es por nada. Por suerte, además de criaturas contra las que tenemos que defendernos, el mundo está poblado por otros tantos elementos que en algunos casos nos procurarán de alimentos. Lo primero que tenemos que hacer es fabricar herramientas para construir un refugio en el que no entren monstruos y buscar algunos de esos víveres para comer. La escalada del juego al principio es bastante lineal y sencilla: con nada más que un pico conseguimos madera, que transformamos en herramientas que nos ayuden a sobrevivir, desde picos, cañas de pescar y palas a trampas, bombas y morteros.

Las primeras fórmulas de fabricación son algo intuitivas, alcanza con experimentar un poco para conseguir lo básico. Además de las herramientas que fabricamos el elemento principal del juego son los mismos bloques que minamos. Lo que hace especial a Core Keeper, de hecho, es que todos los materiales que componen el mundo del juego pueden ser recolectados y utilizados para minar o fabricar. Así, la fisonomía misma del espacio que pisamos puede ser alterada como se nos antoje. Con el tiempo suficiente un jugador puede automatizar la recogida de recursos y ya sea de paso, crear una base totalmente única usando diferentes materiales y personalizaciones.

Los túneles y pasadizos ocultos más secretos del mundo

Este desafío de supervivencia en un medio hostil evoca a las novelas de aventuras “de Robinsones” , particularmente a La isla misteriosa de Julio Verne. Nuestro personaje, como un Ciro Smith potenciado, de la nada misma, empieza a desarrollar por sí mismo toda la tecnología necesaria para explotar el paisaje y sobrevivir. Una hipótesis: el fundamento de Core Keeper es, al igual que el de esas novelas, profundamente positivista.

El personaje, dotado de una razón instrumental implacable, es capaz de dominar a la naturaleza sin más elementos que su propio ingenio y los recursos que ésta le provee. 

La complejidad de los elementos que se puede fabricar en el juego no tiene nada que envidiarle a los desarrollos obtenidos por los colonos de la Isla Lincoln. Mucho más importante que eso, el acento puesto sobre la fabricación misma de esas construcciones es lo que acerca la lectura de esa novela con la experiencia de jugar a Core Keeper: las largas explicaciones que hace Verne sobre los fundamentos científicos, la descripciones de sus planes y los pasos que siguen, el relato de las peripecias para conseguir los materiales necesarios, y todos los esfuerzos de los personajes de La isla misteriosa para colonizar la isla son equivalentes en su centralidad a las acciones que el jugador debe llevar a cabo en una partida de Core Keeper.

Una misteriosa armonía subterránea

Hay un solo momento en el que sirve recurrir a la teoría: cuando creemos que hay cosas que se nos escapan. Cuando pienso en Core Keeper hay cosas que no entiendo. A veces siento que el juego es la confluencia afortunada de una serie de fenómenos complejos de largo recorrido que requeriría mucho tiempo explicar.

Otras veces me digo que lo que experimento es el deslumbramiento que produce la sencillez, solo profunda admiración por la capacidad de otros para ver el dibujo exacto en la unión de elementos que ya estaban dispuestos sobre la mesa. Lo indudable es que cuando cualquiera juega a la obra que nos ocupa, algo ocurre.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por Jesús Fabre.

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