Las reservas de los académicos para referirse al videojuego como producto artístico han provocado que durante mucho tiempo su estudio se haya limitado al análisis de sus componentes desde un punto de vista tecnológico y mecánico o, a lo sumo, a través de la antropología o de la psicología. En los últimos años, no obstante, han empezado a dar ya sus frutos las reivindicaciones del valor estético del videojuego, entendiéndolo como un compendio creativo que une las artes plásticas con las literarias e incluso con la música para estimular en el jugador una experiencia equiparable a la de leer una novela o ver una película.
Ya no podemos negar que el videojuego es un joven mass media en pleno desarrollo que avanza a pasos agigantados tanto en su calidad técnica como en su establecimiento, cada vez más firme, en la cultura popular y el imaginario colectivo. Así, la vitalidad del videojuego se ha convertido en la actualidad en algo imposible de ignorar, siendo una criatura que sigue metamorfoseando y vistiendo nuevos colores, dando como resultado títulos como Disco Elysium: The Final Cut, el cual está marcado por una deliberada transgresión de las convenciones narrativas y por un deseo de romper la relación estable entre desarrolladora, obra y jugador.
A este respecto, ofreciendo una experiencia de vista isométrica en la que encarnamos a un detective con un conjunto único de habilidades únicas a nuestra disposición y un escenario entero que recorrer. Una experiencia que enfrenta a unos con otros con una libertad sin precedentes y con situaciones a cada cual más peculiares. Una experiencia con decenas de aptitudes a desarrollar y unos diálogos inolvidables.
El contrato social en los juegos de rol
Los juegos de rol son un tipo de juego en el que uno o más jugadores toman un determinado rol, papel o personalidad. Este juego es de naturaleza interpretativa-narrativa en el que los roles son interpretados por los jugadores asumiendo la identidad de personajes imaginarios dentro de una trama en la cual sus decisiones desarrollarán la historia y dirección del juego.
El progreso y desarrollo del juego es espontáneo, en el que se presenta una situación hipotética, la cual deberá ser abordada por los jugadores después de analizar diferentes perspectivas para elegir que acción tomar. Esto quiere decir que nuestros objetivos como jugadores no es solo buscar nuevas emociones, sino también sentirnos identificados con el personaje, supeditado por la forma en la que juguemos, con el fin de ayudarnos en la inmersión y la experiencia.
A través de un motor con múltiples activos de juego pre-fabricados, como los diferentes tipos de dados necesarios para jugar, Disco Elysium: The Final Cut ofrece una experiencia totalmente rolera con muchísima libertad de decisión a la hora de encarar todas y cada una de las situaciones o misiones que se nos van planteando, conociendo nuevos personajes, teniendo un buen puñado de opciones diferentes para conversar con ellos y también de enfocar cómo o cuándo realizar ciertas tareas.
De alguna manera, nos hace sentir como cuando estábamos alrededor de una mesa con nuestros familiares o amigos, soplando ese dado para realizar una tirada decisiva de la que dependía buena parte del devenir de nuestro personaje.
Un ejercicio de historiografía de la decadencia del mundo
En la historia de la humanidad, hay épocas de expansión y épocas de decadencia. Pasa como en la vida misma de las personas: las personas nacen, crecen y luego decaen. Lo mismo les pasa a las sociedades y las culturas: hay épocas de surgimiento, de expansión y de decadencia.
Y en Disco Elysium: The Final Cut nos encontramos algunos signos característicos de los periodos de decadencia, los cuales parecen propios de nuestra época y que son: la caída de los valores éticos, la vulgarización de la cultura, el pesimismo, el aburrimiento, la pérdida de sentido. Todos estos temas del primer mundo, de nuestro mundo moderno y avanzado, son el motor mueve la historia de la propuesta desarrollada por la gente de ZA/UM. Una propuesta que no parece vivir ajena a toda la bonita basura que nos rodea y a la que nos hemos hecho con increíble pasividad.
De la misma manera, sus pasajes son bocados de realidad, patadas en las entrañas, hostias de verdad que van directas, como una bala, al cerebro, a la conciencia o al corazón de todos a los que aún nos late. Y como partícipes del sentir general, nuestra opción puede ser la de seguir estando ciegos o la de dejarnos estimular con la clara pretensión de incomodarnos aunque solo sea por un instante. Aunque luego se nos olvide y sigamos creyendo en una felicidad prefabricada que nos venden a diario y que nos tragamos como un caramelo envenenado.
Filosofía política
En la sutil confrontación con el mundo, ser juez y parte es una labor ardua. En este viaje constante que emprendemos, ¿cuál es la legitimidad de nuestros juicios, de nuestra comprensión? ¿En qué momento de este baile desenfrenado, del que somos partícipes aún en la distancia, se aceptó el rostro de nuestras filosóficas palabras?
La verdad del ser no es nada distinto al relato del que sus máscaras son auténticas protagonistas: las máscaras que asumimos, las que intentamos mostrar, las que nos brindan, las que inevitablemente vemos y creemos… La filosofía, en su deambular carroñero, es el sueño máximo del inconsciente que brilla en su loco teatro. Y videojuegos como Disco Elysium: The Final Cut representan la celebración de ese travestismo del hombre que se viste de filósofo y que rebusca en los escombros de los relatos que ya han sido creados y en las huellas de las que todavía están por venir.
Y en esta jubilosa celebración, en este modesto homenaje a todo lo que un día fue evocador, la obra que nos ocupa se detiene en las historias más histriónicas y lejanas, aquellas en las que la máscara se enmascara y el juego es vivir en una perpetua sucesión de antifaces.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Meridiem Games.