Dollhouse

Si hay algo inocente a simple vista pero que, aun así, nos pone los pelos de punta, son las muñecas de porcelana y otros artilugios con forma humanoide: ojos de mirada perdida, tez perfecta, superficie fría… Dejando a un lado apariencias horripilantes como las de Chucky y Anabelle, ¿por qué está tan generalizado el miedo a estos juguetes, sin siquiera tener un aspecto diabólico? 

Porque hay algo fascinante en aunar los conceptos de un muñeco, un juguete supuestamente inocente destinado al público infantil, y el mal personificado en ese objeto. Se supone que los muñecos son esos compañeros silenciosos con los que puedes dejar a los más pequeños de la casa para que se entretenga un rato, deje volar su imaginación y desarrolle su ingenio sin peligro de las influencias externas que pueden tener otras distracciones como la televisión o los teléfonos móviles. Imagina que ese amigo fiel fuera un psicópata asesino, estuviera poseído por una entidad demoníaca y representaran las peores pesadillas imaginables.

Desde los pioneros del género, la «Tina parlanchina» de ‘La dimensión desconocida’ o el ‘Devil Doll’ de Lindsay Shonteff hasta los muñecos de nueva generación, en los que la robótica y la Inteligencia Artificial suponen nuevos terrores tecnológicos, pasando por el indiscutible rey del género: Chucky, estos seres forman parte del imaginario colectivo. Y tampoco escapan de esta máxima obras como Dollhouse: Behind the Broken Mirror, de Indigo Studios, SOEDESCO y Tesura Games, una aventura de terror en la que entramos en la fragmentada mente de Eliza de Moor, que pasó de ser una cantante famosa a estar atrapada en el laberinto de los recuerdos que ha olvidado.

Dollhouse: Behind the Broken Mirror está disponible en formato físico para PlayStation 5 y Xbox Series X desde el pasado 28 de marzo.

Eliza sufre amnesia desde que se derrumbó en mitad de una actuación. Su única esperanza para recuperar la memoria reside en el doctor Stern y su medicación experimental, obligándola a navegar entre la realidad y el mundo tras el espejo roto. Un mundo en el que tendrá que derrotar o evitar a unas siniestras muñecas que han cobrado vida.

Un survival horror en toda regla

Profundizando en la construcción del Survival horror a partir de su premisa, surge una discusión sobre la verdadera categoría de terror que dispone. El temor que surge en el jugador se dirige hacia “su” propia supervivencia durante el desarrollo, identificada a nivel virtual en la figura del personaje. Este temor se dispone a partir de unos recursos limitados que deben ser racionados y utilizados de forma estratégica para poder avanzar de tal forma que, aunque la jugabilidad se mantiene con intensidad y se incrementa gracias a picos de dificultad para poner a prueba nuestro temple, la representación del terror es ciertamente problemática.

A través de una vista en primera persona, Dollhouse: Behind the Broken Mirror contribuye al refuerzo de esa sensación por parte del jugador, concretamente, como respuesta a una hibridación entre la resolución de puzles, la eliminación de unas criaturas atroces, y también el diseño de un escenario que debemos memorizar para decidir los caminos a recorrer según la dificultad que presenten. Apela a una necesidad primaria, de manera que muchas de nuestras acciones se desarrollen a base de impulsos.

Ayuda a generar esta pronunciada sensación el tono fuertemente liminal que recorre todo el juego, presente en los espacios, que juegan con bastante buena mano con la frontera entre el dentro y el fuera, el aquí y el allí. No me atrevería a decir que las ambiciones de este Dollhouse: Behind the Broken Mirror hacen diana siempre, pero sí creo que hay algo interesante en el resultado, que podría describirse como un inquietante pastiche entre David Lynch y Tommy Wiseau. 

Cuando funciona, esta aproximación surrealista y algo janky al terror es extrañamente estimulante; en las no pocas ocasiones en las que no funciona, sin embargo, las costuras de Dollhouse: Behind the Broken Mirror se vuelven tan evidentes que el juego acaba siendo una suerte de collage que no consigue hacer que te intereses por sus misterios, mejores sobre el papel que en la práctica.

Tu imagen en el espejo

La conciencia humana habitual, asociada a lo que hemos llamado ego o yo personal, experimenta la muerte como un “final definitivo” al que teme y por eso se propone postergar, evitar, o también puede intentar aferrarse a alguna garantía de “más allá” que le asegure supervivencia. Sin embargo, en Dollhouse: Behind the Broken Mirror nos habla de la muerte como una instancia más en el proceso de la conciencia, instancia a la cual le sucederán otras.

Así entendida, la experiencia de la muerte no representa un “final definitivo” ni un “suceso futuro”; es una etapa más de nuestro desarrollo, y también una presencia contundente e inexorable que nos acompaña a lo largo del camino mientras intentamos encontrar una salida. Eso sí, tendremos que adaptarnos a toda clase de situaciones cambiantes a cambio de esta nueva oportunidad en pos de salir ilesos.

Situaciones que son a la vez excéntricas y trágicamente poco memorables; incómodas más que inquietantes. Y la obra que protagoniza estas líneas es un juego que sabe llevar con dignidad el peso del género al que representa, con respeto pero sin reverencia, un trabajo por el que no se puede sentir sino respeto pero que por desgracia no consigue enriquecer todo un género que todavía puede dar mucho más de sí.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PlayStation 5 facilitada por Tesura Games.

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