En algunas culturas existe la superstición de que cuando a alguien le hacen una fotografía, esa instantánea se apropia no sólo de la imagen de la persona retratada, sino también de su alma. Después de todo, cada fotografía que nos hacen es una réplica de nosotros, pero no representa todo nuestro ser.
Antes, con un puñado de instantáneas acumuladas a lo largo de toda una vida, instantáneas en las que no se disimulaban los posados, la cosa era soportable. Ahora en cambio, parecemos condenados a querer transmitir, conservar y retener la vida a través de la sucesión diaria y apabullante de nuestras imágenes presuntamente naturales. La instantánea a día de hoy parece muchas veces el fin que da sentido a nuestra existencia.
No hacerse fotografías es una manera de liberarse de la esclavitud del posado que, sigilosamente, condiciona el comportamiento. Porque tal vez sea verdad que cada fotografía que hacemos nos arrebata, sino un pedazo de nuestra alma, sí un poco de autenticidad a la hora de vivir.
Bajo este pretexto, juegos como DreadOut 2 tienen el poder de revelarnos algo a través de las imágenes que capturamos con nuestro dispositivo móvil. Porque en tanto que hacemos fotografías a lo largo de la aventura, que no nos llevará más de 3-4 horas completar, todo se ve más claro y al mismo tiempo más misterioso. Los recuerdos se hacen más profundos, nuestra realidad más intensa. A este respecto, mediante una aventura que recoge varias leyendas urbanas de Indonesia (a pesar de que no está exento de referencias del país del sol naciente), superponiendo tradiciones más antiguas con ideas extranjeras más nuevas.
Una aventura de terror en tercera persona bajo la influencia de ciertas franquicias que recurre a antiguas supersticiones para disuadir a sus habitantes de salir a las calles y cuyo protagonismo recae en Linda Meilinda, una estudiante de secundaria con un poder sobrenatural: la capacidad de percibir y ver fantasmas. Así pues, y con la ayuda de nuestro smartphone, tendremos que enfrentarnos a toda clase de criaturas que amenazan, no solo a nuestra ciudad natal, sino a toda la humanidad.
Fotografía – El espejo del alma
Antes hemos puesto nuestras miras en que la fotografía es la captura de un momento, una esencia, un suspiro que pasa a inmortalizarse y conservarse en el mismo estado durante años. No solo por lo que nos deja sino por lo que le permite lograr a la persona que la lleva a cabo. Y de eso sabe mucho Project Zero, una saga que recoge la esencia del terror japonés en cada uno de sus títulos y que puso de manifiesto el concepto de fotografía de espíritus, que se define como un tipo de fotografía que busca capturar imágenes de fantasmas u otras entidades paranormales.
Al fin y al cabo, nuestra compañera de viaje es la Cámara Oscura, una máxima que se ha aplicado en cada una de las entregas y que también hace lo propio, a su manera, en el título que nos ocupa: DreadOut 2. Y decimos a su manera porque debemos adaptarnos a un contexto mucho más actual, haciendo acopio de la cámara de un móvil. Un móvil con batería infinita que nos permite cazar fantasmas, y que al igual que una cámara de fotos convencional, nos permite darnos cuenta de que la mayoría de las veces vivimos la vida y percibimos lo que nos ocurre desde nuestra propia perspectiva, una perspectiva que, a menudo, es una imagen limitada y siempre, cuando, en realidad, es mucho más.
Dicho de otra forma, nos invita a explorar las numerosas posibilidades y preguntas que lleva a cabo el título de marras por medio de esta herramienta tan polivalente. Ahora bien, también haremos mucho más que capturar momentos de nuestras peores pesadillas, puesto que la luz tiene una importancia práctica en el gameplay. En cierta manera, es algo muy parecido a lo que podemos ver en obras como Alan Wake, donde los enemigos tienen un escudo de oscuridad que hay que destruir con la linterna.
En Dreadout 2, contamos con una suerte de flash que está diseñado para desorientar a nuestros enemigos de forma no letal. Un flash que actúa como un arma arrojadiza, la cual destella una potente luz capaz de cegarlos momentáneamente, y que nos brinda una oportunidad para acabar con ellos. Una oportunidad para acabar con la oscuridad; con las sombras que nos rodean y por culpa de las cuales no somos capaces de vislumbrar nada con claridad. Algo que nos indique cómo proceder.
Entre la razón y la locura
Cuando jugamos a una obra de terror, nuestros cerebros están funcionando a todo ritmo, con muchas conversaciones cruzadas interconectadas entre diferentes regiones para anticipar las amenazas percibidas y prepararse para responder en consecuencia. Dreadout 2 no es una excepción a dicha regla, dado que esa sensación progresiva de premonición en un entorno espeluznante, con la creciente sensación de que algo no está del todo bien, y la respuesta instintiva que tenemos a una aparición repentina inesperada de una amenaza, termina manipulando el tiempo en términos de percepción visual y auditiva.
Deambulando por los senderos más abruptos de la conciencia, DreadOut 2 se pierde en los oscuros límites de la razón buscando los temores más recónditos, para ofrecernos un descenso a la locura donde el terror, el suspense y la ficción convergen para sembrar múltiples incógnitas.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Xbox Series S|X facilitada por Digerati Distribution.