Desde tiempos inmemoriales, la cadena evolutiva se ha encargado, a su manera, de ir perfeccionando las características de los seres vivos. En especial, el ser humano ha llegado a caminar erguido, pudiendo utilizar sus hábiles manos para algo más que el desplazamiento, y a hablar, entre otros, a cambio de sacrificar algunos otros aspectos. Un ejemplo de ello es el pelaje, que tan bien nos vendría a la gente friolera en invierno, pero que tan mal visto está, por lo general, en la sociedad actual.
No obstante, ¿qué pasaría si pudiéramos elegir tener el aspecto peludo manteniendo todo lo demás? La respuesta nos la ofrece Rendlike con su título FixFox, pues en él controlamos a un personaje con aspecto de zorro y un dominio excepcional para inventar soluciones que arreglen cualquier tipo de aparato eléctrico. Experto en tecnología antigua, se verá abocado a un viaje por el universo tan vasto como enriquecedor.
Los primeros pasos en un planeta desconocido
En un mundo donde solo existen personas con aspecto de animal, se ha instalado cierta homogeneidad entre la sociedad. Sin embargo, Vix, nuestro, nuestra o nuestre protagonista, destaca en su conocimiento de aparatos tecnológicos catalogados como retro, tales como ventiladores, secadores de pelo o tostadoras. Pero estos utensilios no ayudan precisamente a desenvolverse por el espacio, por lo que resultará imprescindible la ayuda de Tin, una caja de herramientas y compañera con inteligencia artificial que hace las veces de Pepito Grillo y que nos hará de intérpretes en todo momento, a causa de la mudez de Vix.
Así pues, una misión un tanto peculiar bajo el pretexto de hacer funcionar de nuevo uno de estos clásicos instrumentos desembocará en un aterrizaje en un planeta desconocido. Con la sola ayuda de nuestro sentido común, se abrirá ante nosotros un mundo de posibilidades, en el que será fundamental interactuar con el entorno en pos de conseguir objetos que nos acerquen a nuestro objetivo. Para ello recorreremos diversas regiones del planeta Karamel, cada una con un ecosistema distinto y con sus particularidades.
Diferenciadas a primera vista por el tipo de escenario que presentan, estas regiones se retroalimentan entre ellas a causa de los objetos en su haber. Por ejemplo, en la zona desértica serán frecuentes los objetos metálicos, pero no las frutas, un alimento más propio de entornos verdes y fértiles.. Pero de lo que no cabe duda es de que no llegaremos a ninguna parte sin hacer uso del oráculo, un ser que nos dirá las características de las herramientas que hemos recogido, pues sin ser conocedores de esta información, no podremos utilizar los bienes recogidos por el camino.
Todos estas cosas servirán como herramientas para reparar esa tecnología antigua y cuyos agradecidos dueños nos lo paguen ofreciéndonos un objeto casi imposible de conseguir de otro modo. Saltando de arreglo en arreglo, acabaremos topando con maquinaria más pesada. Desde robots gigantes obtenidos como consecuencia de interactuar con otras inteligencias artificiales más avanzadas aparte de Tin y drones transportadores, hasta una moto que nos permitirá un desplazamiento rápido, todo cumple una función en el intrincado puzle de FixFox.
Exploración y contemplación sin medida
A pesar de que pueda parecer un territorio inabarcable, Karamel se nos va descubriendo poco a poco y de una forma en la que la exploración resulta de lo más satisfactorio. FixFox en ningún momento nos mete presión, sino que nos invita amablemente a descubrir cada rincón de sus mapas y poblados, interactuando con los robots que habitan el planeta. Este intento de socialización no solo nos dará pistas para situarnos, sino que será clave para avanzar gracias a una entrañable aunque rápida velada con el robot chef del lugar.
Aun con esa clara vertiente de wholesome game, no podemos decir que el título que nos ocupa esté exento de enemigos, ya que unos piratas espaciales y la Orden, una organización en contra de todo tipo de tecnología y, en especial, de cualquier acción de repararla, intentarán interponerse en nuestro camino. Por eso, las radios de los poblados serán aliadas desde el momento en que nos chivan cuánto falta para que vengan a por Vix e incluso nos permitirán resetear el contador para no tener que vérnoslas nunca con ellos.
Ahora bien, FixFox brilla en el humor de algunos de sus diálogos, posiblemente catalogado como absurdo, y en las enseñanzas de manitas que transmite a partir de la mecánica de reparar aparatos. En este último aspecto, podemos encontrar clavos que se pueden desenroscar después de haberlos desengrasado, superficies que recobran su magnetismo tras eliminar la suciedad con un cepillo o tiritas que arreglan cables pelados. Jamás imaginaríamos los usos a extraer de objetos de nuestro más rutinario día a día.
Pero si hay algo por lo que quitarse el sombrero ante este juego, es por su forma de tratar la diversidad y en la profunda crítica que hace ante la más mínima señal de discriminación, mediante comentarios de nuestra fiel compañera, incapaz de comprender cómo puede haber alguien que juzgue a las primeras de cambio por el simple hecho de no habitar la misma piel. Una alusión clara al colectivo LGTBI+ que se hace patente en la posibilidad de elegir con qué pronombre queremos que Tin se refiera a Vix.
Todo el universo que nos queda por descubrir
Aunque la base de FixFox consista en un ciclo entre investigar un nuevo territorio, seguir las instrucciones de las inteligencias artificiales y conseguir esas grandes máquinas que nos permiten avanzar en el juego, Rendlike se encarga de transmitirnos esa habilidad innata que tenemos de dar con la tecla de una forma cargada de creatividad. Y qué mejor manera de aplicarlo que utilizando cosas del día a día para ayudar a los demás.
Además de la creatividad, otro elemento característico de los humanos es la ética y la moral, una cuestión que FixFox nos lanza poniendo el foco en la inteligencia artificial, preguntándonos si esta puede llegar a tener conciencia del bien y del mal. La respuesta, sin duda, depende de su relación con los humanos y las consecuencias de las praxis de estos últimos y su influencia sobre una tecnología tan avanzada. Al fin y al cabo, la avaricia también forma parte indisociable de nuestro ADN.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por PressEngine.