Freddy Farmer

Si hemos elegido una determinada profesión, independientemente de que la ejerzamos o no, es, en la mayoría de casos, porque sentimos afinidad por ese campo en concreto. Sus características encajan con nuestra persona y la dinámica del trabajo se antoja, de una manera u otra, idónea para nuestra forma de ser. Pero hay ocasiones en las que todo ese puzle no termina de encajar, y la perfección de unas piezas hechas para unirse deja de existir.

En este sentido, la adaptación es algo a lo que mucha gente se ve abocada a causa de unas circunstancias que no se habían contemplado. Desde el ámbito laboral y social hasta el personal, podríamos enumerar incontables situaciones que desembocan en un cambio de nuestra vida.

En este caso, Catcade Games nos propone lanzarnos a la aventura y dejar atrás nuestras fértiles tierras para rescatar a nuestro ser querido en Freddy Farmer, una experiencia 100% arcade y, además, una muy desafiante.

El precio de la tranquilidad

Un buen día de cosecha, mientras el bueno de Freddy está enfrascado en las tareas de la granja junto a su hija, un dragón que debía de estar aburrido decide secuestrar a la joven. Sin margen de maniobra ni medios disponibles, Freddy llega a la conclusión de que su única posibilidad es recurrir a un mago con cuerpo de gato para que le proporcione la ayuda que necesita. Así, obtiene la receta del éxito, literalmente, porque debe adentrarse en terrenos peligrosos para cosechar y mezclar una serie de ingredientes.

Una vez con la estrategia en nuestro interior, Freddy Farmer nos ofrece una obra que se distribuye en cinco escenarios –el bosque, las minas, las montañas, el cementerio, el castillo y, como colofón final, la torre– con hasta siete niveles en cada uno, en los que la verdadera magia reside en el hecho de que es necesario recoger los ingredientes en un determinado orden. Algo que podría resultar sencillo, de no ser por la cantidad de obstáculos presentes, en forma de plataformas imposibles y enemigos acechantes.

La dificultad se torna gradualmente creciente a medida que avanzamos por los escenarios. Asimismo, podemos usar la memoria para poner la directa en cuanto al orden de ingredientes, pero no con respecto a la posición de los mismos, ya que, aunque sea levemente, su distribución cambia de una partida a otra. Sin embargo, es posible terminar el nivel sin seguir el orden establecido, pero esto comporta no completarlo del todo, ya que la poción necesaria para enfrentarnos al dragón no se habrá creado adecuadamente.

Dificultad en escalada y otra serie de desafíos

Como todo buen arcade que se precie, Freddy Farmer también cuenta con una puntuación que refleja nuestro dominio a los mandos. Y lo que es más, nos incita a dar lo mejor de nosotros mismos al crear una clasificación mundial en la que compartir nuestras proezas. Sin embargo, llegar a lo alto de la tabla no es tarea fácil, puesto que el desafío es constante, y la senda, exigente.

De la misma manera, así como otros títulos son aptos para partidas cortas, la obra de Catcade Games llega a tenernos un buen rato inmersos en sus píxeles. Especialmente, porque sus más de 30 niveles, su nivel de precisión para completar los escenarios y su ausencia de guardado en el progreso provocan que haya que invertir tiempo y esfuerzo en superar todo el videojuego.

Si hay algo que mejoraríamos en Freddy Farmer es la accesibilidad visual de los ingredientes. Con un estilo píxel de 16 bits, no cabe duda de la vistosidad del uso de unos colores que consiguen hacer destacar el conjunto. Pero es precisamente esto y el pequeño tamaño de los ingredientes lo que hace que, en muchas ocasiones, nos cueste discernir dónde está esa bellota o esas alas de murciélago esenciales para la poción.

Cambiando un poco de tercio, Freddy Farmer cuenta con una serie de extras más contemplativos, en forma de galería de arte de todos los elementos del juego, y también unos minijuegos que se van desbloqueando. Del mismo modo, un apartado de logros nos da una idea de los derroteros por los que nos lleva la aventura de Freddy, la mayoría consistentes en seguir jugando aumentando nuestra maestría al mando.

Perseguir un bien mayor

Caminar por una senda autoimpuesta persiguiendo un bien mayor no es tarea fácil, pero Freddy Farmer logra que la recorramos sin demasiadas reticencias –eso sí, hace que la transitemos más veces de las que nos gustaría–. Con un aprendizaje lento pero seguro, al final es posible ingeniárselas para avanzar en los escenarios sucesivos, al mismo tiempo que recogemos los componentes de la poción.

En resumidas cuentas, Freddy Farmer hará las delicias de quienes disfruten con los juegos de antaño y quieran poner a prueba su pericia en un sinfín de plataformas y obstáculos.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Flynn’s Arcade Publishing.

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