Halls of Torment

Cuando pienso en el Infierno, lo primero que me viene a la cabeza soy yo mismo amordazado en una sala de cine mientras me practican el Método Ludovico a base de películas de Isabel Coixet con un loop permanente de Walk like an Egyptian de las Bangles como banda sonora. Cada uno sabe muy bien qué o quién le hace sufrir el peor de los tormentos imaginables, y seguro que Sartre debía pensar lo mismo que yo cuando escribió que «no hay necesidad de fuego, el infierno son los otros».

Sin embargo, por estos lares nos gusta la literalidad de los videojuegos, así que he pensado que no sería mala idea ponerme un disfraz de Virgilio mientras nos hacemos a los mandos de Halls of Torment, un juego de supervivencia contra hordas de monstruos con un estilo retro prerrenderizado que recuerda a los juegos de rol de finales de los 90.

Lo cierto es que no engaña a nadie: su propuesta es la que es y le bastan cuatro teclas (las de dirección) para asentar una mecánica de juego verdaderamente original. Sus partidas consisten esencialmente en huir de los enemigos mientras el personaje, a escoger entre los muchos héroes que tenemos para desbloquear, lanza ataques a diestro y siniestro. Un temporizador marca cada segundo que hayamos sobrevivido, señalando al objetivo más básico: aguantar sin morir todo el tiempo que podamos. Por supuesto hay una barra de experiencia que se va llenando al recoger las esferas refulgentes que sueltan los enemigos, así que si queremos mejorar las habilidades del personaje tenemos que enfrentarnos a ellos en vez de limitarnos a escapar.

Si morimos empezamos de cero. Al tratarse de un roguelite, eso sí, hay un progreso transversal que no depende de cada partida: conseguimos monedas con las que desbloquear habilidades, y además nuestros logros en cada ronda también nos ayudarán a conseguir nuevos poderes y descubrir escenarios que tratan de darle un giro a la fórmula original desafiándonos también con nuevos objetivos. Así se implantan las recompensas básicas para que tengamos un aliciente más para seguir jugando; no lo necesitaría, porque ya en su forma más pura es un juego realmente adictivo.

Adictivo es, probablemente, el adjetivo más utilizado para definir Halls of Torment. No es decir mucho y no es positivo per se, pero encapsula la principal sensación que emana del juego: suena manido decir que es de esos títulos que nos animan constantemente a ‘echar una partida más’, pero es que es la realidad. Buena parte de sus fortalezas persiguen esa intencionalidad, la de atraparnos para que juguemos una ronda detrás de otra; es un juego simple sólo en la superficie, porque tiene muchas decisiones conscientes que denotan el trabajo que hay detrás a nivel de diseño de niveles, visual y sonoro.

Y tal vez esa es la clave del juego que protagoniza estas líneas, que nada es casualidad.

Adicción interminable

Los enemigos en pantalla se cuentan por centenas y cambian más veces de las que nosotros pestañeamos. Nuevas armas o complementos con los que aumentar nuestros atributos. También está la opción de potenciar y subir de nivel esas mismas mejoras.

En cuestión de minuto y medio habremos creado un personaje único. A una velocidad vertiginosa, las decisiones tomadas darán vida a una build diferente por partida y con cada muerte nos preguntaremos qué habría pasado de haber elegido otras armas y habilidades. Querremos volver a empezar de inmediato y antes de que nos demos cuenta ya estaremos enganchados a Halls of Torment.

Si atendemos a que hay un abanico de personajes con estilos de juego únicos y un centenar y pico de mejoras diferentes, imaginad. Las opciones son prácticamente infinitas y con cada reinicio aprenderemos un truco nuevo, una combinación de poderes inédita con la que nos creeremos más cerca de ser invencibles.

En la sencillez está la elegancia

Llenas de estímulos en pantalla, desbloqueos y opciones diferentes. Perfecto para partidas cortas, para disfrutar con otra cosa de fondo (un podcast, la tele, etc) o para combinar con otros lanzamientos triple A. Simple en sus mecánicas y profundo en su desarrollo. Acción en vena y sin mayores pretensiones. Adictivo como pocos. Halls of Torment es uno de los mejores juegos de supervivencia que hemos tenido el placer de analizar.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC facilitada por JF Games PR.

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