Son muchas las ocasiones en las que nos sentimos estancados, bloqueados y confusos. No es que no sepamos tomar decisiones o cómo hacer las cosas, ni es cuestión de miedos, sino que simplemente no sabemos qué hacer. Esta situación es muy frecuente y frustrante, porque no hay nada peor que la incertidumbre; y, en general, se debe a que no tenemos claro lo que queremos.
Y si no, que se lo digan a la gente de MMEU con el desarrollo del primer Hollow, un juego de terror en primera persona con muchas reminiscencias al horror cósmico de a la saga Dead Space, una experiencia videolúdica que no necesita presentación alguna y que representaba la reivindicación del jugador solitario, la lucha por la supervivencia en un entorno perturbador y la vana esperanza de salir con vida del USG Ishimura. Por supuesto, a veces no basta con eso, no solo con buenas intenciones es suficiente.
Lo que está claro es que por una razón u otra, la obra que tenemos entre manos, Hollow 2, no tiene nada que ver con el título lanzado allá por el año 2017. De hecho, más allá de su apariencia a medio camino entre la saga antes nombrada y la controvertida aventura de terror en primera persona, Agony, la obra que ahora corre a cargo de MegaPixel Studio hace borrón y cuenta nueva para poner sus miras en el epítome del videojuego de acción. O al menos lo intenta…
Sígueme el ritmo
Hablar de DOOM es hacerlo del título que popularizó el género de acción en primera persona. Hablamos de una propuesta frenética donde apretamos el gatillo entre saltos y remates viscerales. Una propuesta que se redondea con un astuto diseño de niveles, secciones de plataformas y una legión de enemigos con debilidades características a los que hacer frente con la pieza de armamento apropiada.
Dicho de otra manera, la obra desarrollada por la gente de ID Software es el equivalente a los mandos de aporrear un saco de boxeo para liberar tensiones. Tanto es así que uno simplemente fluye cuando nos involucramos en algo hasta el extremo de olvidarnos del tiempo, la fatiga y de todo lo demás, exceptuando esa actividad que estimula nuestras pasiones, intereses y nuestros sentidos. Desafortunadamente, no encontramos nada de esto en Hollow 2, a pesar de que las semejanzas con el llamado Slayer no pasan nada desapercibidas.
Sí, podremos poner en práctica nuestras habilidades de combate acabando con grandes oleadas de enemigos, siempre dentro de la misma estructura, la cual está basada en no parar de movernos, e ir eliminando amenazas por doquier mediante la aparición de diferentes oleadas. Aunque esto es sin duda un punto positivo sobre el papel, no dejamos de pensar que la forma y la manera en la que se ven representados estos pasajes en Hollow 2 es bastante liosa, sobre todo para los más primerizos. Todo esto, junto a un apartado artístico algo desaprovechado, hace que esta secuela no sea demasiado agradable de jugar.
Esto no es DOOM
Muchas veces se dice que la intención es lo que cuenta. En ciertos contextos esta frase es una gran verdad, no así en el mundo real, donde el intento rara vez te llevará hacia donde deseas ir. Intentar, por ejemplo, emular las aventuras de Slayer, más poderoso que nunca y devorado por una ira insaciable, no va a llevarte a lograr capturar las mismas sensaciones. Intentar crear una sensación de flujo constante, tampoco es garantía de que consigas algo fabuloso. Y aun cuando Hollow 2 siente el ímpetu de hacer o decir alguna cosa con sus credenciales, se queda muy lejos de salir del infierno y a través de las dimensiones.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Forever Entertainment.