No demasiados usuarios buscan la máxima potencia en un teléfono, pero los saltos cuantitativos que se dan en los chips y tecnología de memorias año tras año son los responsables de la madurez en hardware que tenemos en telefonía. Que un gama media sea igual de potente que un gama alta de hace unos años, es necesario y cada vez tiene más sentido.
Las propuestas han llegado tan progresivamente que las hemos ido normalizando. Pero es todo un hito poder jugar a un juego pesado de PC, en su versión original, desde un teléfono móvil. Hemos normalizado poder jugar a Fornite, PUBG, Genshin Impact, League of Legends o Apex Legends en el teléfono. En algunos casos son adaptaciones, pero otros son, directamente, la misma versión de consola y PC, ejecutables desde un teléfono móvil. Ya no nos sorprende, pero es un hito.
Dicho de otra forma, es este un mercado en el que todas las compañías quieren entrar y hacerlo con buen pie, por una razón evidente, y es que es la plataforma con mayor base de jugadores, al menos potenciales, y en los últimos tiempos hemos visto cómo algunas franquicias habitualmente ligadas a consolas y PC daban el salto de manera acertada. Por eso. Por todo esto, tampoco es de extrañar que sean cada vez más las desarrolladoras que centren sus esfuerzos en ofrecer experiencias de juego óptimas de los dispositivos móviles para consolas de sobremesa, aprovechando todo su potencial para ofrecer juegos accesibles para el internauta promedio.
Un viaje lleno de ritmo
Y si no, que se lo digan a propuestas como I*Chu: Chibi Edition, una novela visual sobre aventuras de idols con mucha acción rítmica así como lo más parecido a una versión offline de una franquicia amparada en utilizar recompensas dentro del juego para incitar a los jugadores a participar y gastar dinero en diversos bienes virtuales generados aleatoriamente. Una novela en la que los jugadores tienen que guiar a 32 aspirantes a ídolos en su camino hacia el debut musical, ofreciendo así un sistema de acción rítmica que permite desbloquear personajes y formar grupos únicos de ídolos, mientras los jugadores siguen la historia principal y apoyan a los personajes en sus dificultades.
Como parte del juego, los jugadores asumen el rol de profesor y productor de los «I-Chu«, ayudando a estos aspirantes a ídolos a cumplir sus sueños a través de una experiencia tipo novela visual. Con nueve grupos diferentes y 32 personajes, cada uno con su estilo de música y personalidad, los jugadores podrán elegir a sus favoritos y seguir su evolución.
Al margen de su vertiente narrativa, I*Chu: Chibi Edition es un juego de ritmo frenético, divertidísimo, accesible, amplio, profundo y con el nivel justo de reto para querer seguir jugando al terminar cada canción. Es complicado acercarse a este título sin recelos, provocados por unos prejuicios que surgen del corto alcance de miras personal y del qué dirán propio de esta era en la que se juzga con más ahínco la cultura que consumes que quién eres. Pero vale la pena hacer el esfuerzo de quitarse de encima esos prejuicios, porque a pesar – aunque, en parte, gracias a ello – de que la mayoría de sus canciones están cantadas por voces digitalizadas agudas y estridentes, cualquier aficionado al género musical debería darle una oportunidad.
Una delicia para tus oídos
El motivo principal, pero no único, es que I*Chu: Chibi Edition está rotundamente bien diseñado en su base jugable. Conforme avanza la canción aparecen en pantalla los botones – totalmente configurables, por cierto – que debemos pulsar: A, B, y la cruceta. E
El mecanismo es sencillo y entendible por cualquiera, pero va haciéndose más complejo conforme subimos la dificultad (tras fallar las primeras canciones en normal pasaréis al modo fácil, y a las pocas horas estaréis probando suerte en difícil) y accedemos a los temas con más estrellas: una misma pista en dos dificultades diferentes puede tener más notas que tocar, estas se pueden mover a mayor velocidad, u ofrecer más momentos en los que debemos pulsar y/o mantener varias a la vez; en ocasiones, pasar de normal a difícil implica todo esto de manera conjunta, al tiempo que te castiga más por los fallos y aleja más la barra que indica las notas mínimas que se deben acertar antes de que salte el «Not Clear».
Las primeras partidas, al menos las que juguemos en fácil tras darnos cuenta de que aún no tenemos la habilidad dactilar necesaria para el modo normal, son una experiencia casi relajante como en los primeros minutos de una partida de Tetris. Vamos aprendiendo poco a poco y desaprendiendo lo que nos enseñan otros juegos musicales: a mirar la aguja y no cómo se desplaza la letra por toda la pantalla hasta llegar a su posición, a colocar las manos y los dedos de manera correcta en el D-Pad y en los botones del Joy-Con derecho, a hacernos con el ritmo.
Lo relajante se transforma en frenético conforme pasan las horas y vamos aumentando la dificultad y accediendo a canciones más complicadas. Nuestro cerebro, poco a poco, va generando una sincronía que parecía imposible entre los dedos de ambas manos. Nos hace concentrarnos hasta sumergirnos en el baile de letras coloridas, agujas y halos arcoíris que se despliega ante nuestros ojos.
Fallo, bien y perfecto, la trinidad de este juego a partir de ahora
En definitiva, I*Chu: Chibi Edition es un juego musical divertidísimo desde el primer minuto, y que no hace más que mejorar conforme aprendemos y aumentamos la dificultad. El catálogo de canciones es amplísimo, y su base jugable tan directa a la vez que profunda, que lo hacen más que recomendable incluso para quienes no son fans de la música de los idols.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Nintendo Switch facilitada por PressEngine.