Después de muchos años, se puede mirar con cierta perspectiva a la influencia mutua que ciertamente se ha dado entre el arte japonés y el occidental. Es un hecho que se han dado intercambios culturales entre estos dos extremos del mundo, hasta hacernos la impresión de que ya no están tan lejos el uno del otro.
Por ende, el mayor reto que se plantea es el de la definición de sus fronteras. La mezcla de géneros, la evolución de la industria, que ve más rentable esta combinación, y las similitudes entre algunas características, que pueden ser compartidas por varios de ellos, hacen imposible concebir algo como estático y claramente delimitado. Por ejemplo, un relato de fantasmas puede ser de desde un drama romántico hasta una comedida, un musical o, por supuesto, una obra de terror.
De ahí que sea necesario distinguir bien el conjunto de convenciones que van a definir este género. Y si lo tratamos como fórmula de producción, podemos decir que juegos como MITE – Terror in the forest se basan en una línea argumental básica: la normalidad es amenazada, en este caso, de la mano de sus yokais definitorios, y el desarrollo sigue una pauta simple. Primero se identifica la amenaza, el protagonista (un senderista) busca la manera de defenderse, y, finalmente, intenta salir airoso.
A este respecto, apostando por un desarrollo en tercera persona pensado para crear en el jugador la sensación de miedo. Porque la puesta en escena del juego que nos ocupa juega con la psicología del jugador, utilizando elementos del decorado, la atmósfera y la música para acentuar el misterio de lo que se oculta tras la aparente normalidad.
El miedo más antiguo e intenso es el miedo a lo desconocido.
Estableciendo esta frase como un pilar sobre el que apoyarse, debemos cuestionarnos el sentimiento vital y clave: que es el miedo. Es la reacción que se produce ante un peligro inminente, generando una variedad de estímulos tan extensos que se nos hace imposible enumerarlos. Tanto el miedo como la ansiedad, son naturales en el ser humano, por ser una herencia del instinto de supervivencia. Y a pesar de todos los avances que se han hecho, el miedo sigue siendo una de las emociones más permanentes y versátiles.
En MITE – Terror in the forest, el horror, o lo siniestro, va unido inevitablemente con la dualidad de lo familiar y lo desconocido. En primera instancia, se nos presenta el aspecto hiperreal de lo familiar, pero de pronto surge algo desconocido que no debería estar ahí, que debería seguir oculto y que al surgir desvela un profundo secreto que hace que ya nada vuelva a ser seguro, familiar y conocido.
Ese algo es lo que tenemos que combatir a toda costa, aun cuando nuestro protagonista se siente insignificante ante una amenaza mayor, y vulnerable. Aquí es evidente que la gente de Kanashi Studio no cuenta con los recursos suficientes, optando por explorar otros mecanismos en pos de ofrecer perspectivas diferentes. En este caso, jugando con conceptos tan manidos como la luz y la oscuridad, pero que es capaz de llevárselos a su terreno para usarlos como mecánica de juego.
Estamos acostumbrados a huir y a hacernos las fuertes. Como si camuflar la realidad detrás de una sonrisa eliminase los monstruos que tanto nos atormentan en nuestra vida. Pero, al comportarnos de esa forma, al intentar huir de lo que tememos, en lugar de enfrentarnos a ello, es cuando alimentamos a nuestros miedos.
Esos miedos que en las sombras se convierten en el nudo en la garganta que hace que tiemble nuestra voz, en las lágrimas que no pueden parar de brotar, aunque creas que no hay una razón para ello, o en los temblores involuntarios y casi imperceptibles de nuestras manos cuando sujetamos aquello que nos importa. Porque en la oscuridad, los monstruos crecen y luchan por controlar nuestra propia vida. Y juegos como el que protagonizan estas líneas nos animan a mirar a dichos monstruos para resurgir de nuestras cenizas.
A los monstruos sí mirar
El folklore japonés es un tema sumamente amplio, por ello haber expuesto todos aquellos elementos clave que conforman este universo puede ser un punto de partida interesante para comprender un poco más sobre las figuras que encontramos continuamente en la cultura japonesa antigua y contemporánea. Y aun cuando no está exento de ciertas lacras, MITE – Terror in the forest dispone de una imaginería bastante rica en diversos simbolismos, lo cual la dotan de varias capas de profundidad. Respira una atmósfera completamente japonesa y con muchos elementos terroríficos. Y aun con sus lacras, en esta mezcla de sustancias reside toda su fuerza.
Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Steam facilitada por Kanashi Studio.