Mythwrecked: Ambrosia Island

Las aventuras nacen de pequeños tropiezos. En ocasiones nos maldecimos por alguna que otra decisión “mal” tomad​a, cuyas consecuencias se nos antojan poco más que un castigo. La falta de actuación ante un problema o la interacción que provoca un nuevo conflicto nos fustigan y nos sumen en una suerte de estado de preocupación y alerta que puede provocar que necesitemos urgentemente un alto en el camino. 

Sin embargo, es posible que esta parada sea lo que nuestro cuerpo estaba pidiendo durante mucho tiempo. Unas simples vacaciones pueden convertirse en el soplo de aire que necesitamos para retomar el equilibrio y dar con la clave para dejar los lamentos a un lado, quizá no olvidándolos, pero sí superándolos. 

Estirando del hilo de esta premisa, Polygon Treehouse nos invita a tomarnos un descanso con poco más que una mochila a cuestas y una actitud abierta con su Mythwrecked: Ambrosia Island. Un título cargado de descubrimiento e introspección que comienza a partir de un inconveniente inesperado.

Una isla llena de oportunidades

El viaje que nos ofrece Mythwrecked: Ambrosia Island da el pistoletazo de salida cuando nos deja al amparo de una isla a priori deshabitada –y bastante ruinosa– después de sufrir un naufragio. Lo que iban a ser unas vacaciones de ensueño, buscando una tranquilidad desconocida desde tiempos inmemoriales, acaba siendo una verdadera prueba de supervivencia. Sin embargo, a pesar de esta premisa, este juego escocés no pretende que sepamos encender una pequeña hoguera ni que distingamos plantas comestibles, sino que se centra en una apaciguada exploración sin prisa ni presiones​. Tanto es así, que existen unos puntos de relajación en los que simplemente nos sentamos mientras escuchamos música en casetes previamente recogidos​.

En este tránsito por el islote, nos acabamos encontrando con unos personajes que nos resultan, en cierta manera, conocidos. Así, se nos van presentando hasta ocho deidades diferentes, propias de la mitología griega, que han perdido la memoria y no recuerdan nada de su naturaleza. Su capacidad de influencia en la humanidad se antoja surrealista, motivo por el cual se muestran desconfiados y recelosos, tanto hacia la propia protagonista como entre ellos.

A esta suerte de amnesia se suma una serie de conflictos intrínsecos al papel de cada deidad, creando unos personajes con más capas de las que estamos acostumbrados y con matices que van más allá de lo que esperaríamos de alguien con tal posición. Un mensajero incapaz de conectar con la gente, unos anfitriones faltos de invitados o una celestina que ha perdido la fe en el amor son solo algunos de los ejemplos que encontramos.

Por eso, ante semejante panorama, Alex, la protagonista, decide ayudarlos para volver a dotarles de sus poderes y su esencia –y ver si, de paso, da con la pista para salir de la isla–. Empieza, a su vez, una ordenada maraña de caminatas por lo largo y ancho de la isla en busca de recuerdos perdidos y favores varios, mientras vamos aumentando el nivel de amistad con los seres autóctonos. Es aquí donde cobra relevancia un ciclo de día y noche que, durante los primeros compases de la aventura, nos invita a priorizar tareas para no pillar a nadie durmiendo. 

Libertad cargada de matices

Parte de la accesibilidad y la claridad que destaca al videojuego de Polygon Treehouse reside en un particular dispositivo llamado Ambrosidex. Este sucedáneo de smartphone contiene información como el mapa y toda clase de objetos recogidos, pero también datos clave sobre las deidades a modo de red social. Gracias a ello, podemos seguir la pista de cuántos objetos son necesarios para estrechar lazos y del avance de los recados, tanto de manera visual como en formato lista de misiones.

Al final, entre tanta exploración,​ esta obra confluye en un pequeño mundo abierto en el que vagar con total libertad, pero sin perder el orden. Esto es el resultado no solo de permitirnos el acceso a unos recuerdos antes que a otros o de fragmentar las tareas a realizar, sino que se debe también al gran número de guías a nuestro alcance, lo cual provoca que sea imposible perderse. Visto así, podríamos pensar que la jugabilidad de Mythwrecked: Ambrosia Island es sencilla y algo repetitiva, lo cual es cierto, pero el fuerte del juego es su desarrollo de personajes y la exploración de una isla que muta al mismo tiempo que nutrimos las relaciones.

Aun con todo, entre medias Mythwrecked: Ambrosia Island se permite intercalar cuestiones puramente terrenales que están a la orden del día, como la conciliación de la vida familiar y la laboral, el rol de las redes sociales en el establecimiento y mantenimiento de vínculos ​​o la utilidad de una profesión que no tiene cabida en el mundo actual. Unas preocupaciones a las que Alex va proporcionando luz y una nueva perspectiva, logrando transformarse, poco a poco, en una suerte de persona de confianza y una base segura para todos.

Pero, sin duda, aparte de toda la profundidad que atesora el presente título, la reimaginación de unos seres que sobrepasan lo terrenal es uno de los puntos llamativos de la obra que nos ocupa. Es una forma de lograr unos diseños originales y modernos pero sin desdibujar la esencia de las deidades. Porque con su particular y expresivo estilo cartoon, encontramos a un Zeus y una Hera salidos de una fiesta ibicenca, un Poseidón​ que bien podría ser​ un mero veraneante en bañador o un Ares que roza la vertiente punk con su cresta rosa. 

El secreto de la armonía

Lejos de ser un videojuego que se limita a hacer recados, Mythwrecked: Ambrosia Island consigue explotar al máximo su escenario al mismo tiempo que nos dirige la mirada hacia lo que es verdaderamente importante. Entre tanto, también nos enseña que algunas de las mejores cosas que nos pasan son inesperadas, por lo que nunca se sabe de dónde puede surgir algo memorable. Y todo con una localización al español que facilita nuestra implicación en la historia.

En resumidas cuentas, Mythwrecked: Ambrosia Island es el tipo de videojuego que inicias cuando quieres desconectar y ver que todavía existe bondad en el mundo.​ Además, aunque cuente con cierto aire veraniego, es una obra disfrutable en cualquier época del año, ya sea al lado de un refresco o bajo una manta, dado que su envoltorio llama a la quietud sea cual sea la circunstancia.​

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de Xbox Series facilitada por Whitethorn Games.

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