NINJA GAIDEN 2 Black

Ninja Gaiden. Su sola mención todavía hace temblar de miedo a algunos veteranos… y no precisamente por ser una aventura de terror. Eran videojuegos infernales, difíciles como ellos solos; tanto los clásicos de las 8-bits como la genial reinterpretación que de la saga hizo Tomonobu Itagaki en los tiempos de la primera Xbox. Pero algo tenían que una y otra vez volvías a ellos; lo intentabas casi hasta la extenuación hasta terminar gritando «¡Sí, lo logré!», al superar un nivel de pesadilla o acabar con un temible jefazo.

Esto mismo he vuelto a sentir con NINJA GAIDEN 2 Black una sangrienta remasterización que mantiene la esencia desafiante de la saga. Una remasterización que trata constantemente en retarte, ponerte contra las cuerdas, obligarte a jugar mejor, sacar lo mejor que hay en ti; cree en ti y sabe que, aunque tú no lo sepas, eres la hostia.

El camino del ninja

Solo al chocar las espadas te sientes realmente vivo.

Es solo un momento, un instante, el único realmente importante. El que lo decide todo con un destello, el que dibuja la frontera entre la vida y la muerte. Cuando las hojas se encuentran el baile se para, y el mundo entero parece detenerse con él. El ataque, la defensa, la figura de tu enemigo y la tuya propia, todo cambia de significado en ese preciso instante, y por el momento no hay más que saber. Es el primer combate. Si las espadas chocan significa que todo va bien.

Quizá por eso resulta tan elegante. Hay mucha víscera, mucha catarsis en el acero impactando contra el acero y regando de puntos de exclamación el enfrentamiento, pero dejando los sentimientos de lado un sistema así sólo significa justicia: el que responde tarde cae, el que lo hace a tiempo sigue viviendo. Un tipo de justicia sencilla, directa, que no da rodeos ni amaña los frenos del resto de competidores de la carrera para hacernos sentir especiales; un tipo de justicia para la que no estamos acostumbrados. La única hoja que no encuentra obstáculos en su camino es la que se hunde en la espalda del enemigo.

NINJA GAIDEN 2 Black nos entiende, porque no es un juego para buenas personas. Sí premia la valentía, la entrega de quien se sabe más peligroso que su enemigo y ataca sin dejar tregua ni espacio para la réplica, pero eso lo aprenderemos más tarde, cuando el juego nos considere dignos. Antes de eso, antes del honor y los duelos a la luz de la luna, nos enseña a sobrevivir. Es, quizá, su manera de romper con su propia herencia, faltando al respeto a un padre que nunca vio con buenos ojos las salidas fáciles.

Ahora preparar los enfrentamientos es al menos tan decisivo como ejecutarlos, y nuestro nuevo maestro demanda entrega total, en todos los apartados. No lo confundamos con debilidad.

Danza de las espadas

Después de todo, estamos delante de un juego estricto, de eso no cabe duda; un juego exigente y que lleva hasta las últimas consecuencias algunas de sus propuestas mecánicas si la situación así lo exige. Pero no veo aquí señales de eso que se ha venido a llamar masocore (una mezcla de masoquista y hardcore que hace referencia a ese tipo de juegos que sí buscan de manera más activa la frustración del jugador), y aun siendo un juego ciertamente difícil pocas veces siento que me estoy enfrentando a un reto que está más allá de las posibilidades que me ofrece el sistema de combate o los controles del personaje, algo que sí ocurre con otros juegos. 

La clave de NINJA GAIDEN 2 Black está en escuchar con atención la música de cada enemigo y aprender a seguir su ritmo. Dicho de otra manera, si queremos progresar, la única alternativa es conocer, comprender, dominar y aprovechar en nuestro beneficio cada una de las particularidades de su sistema de combate. Aprender, fracasar, levantarse, aprender algo más.

Entender, por ejemplo, que no basta con los reflejos. Que saber reaccionar a tiempo evita la propia muerte sólo hasta cierto punto, y que encadenar un golpe desviado tras otro resulta estéril si antes no causamos daño real a nuestro objetivo. Que atacar como tal no es siempre la vía más rápida para conseguir una baja, y que nuestra propia barra de vida no es el único medidor que debemos proteger con lo mismo. Comprender cuándo protegerse en NINJA GAIDEN 2 BLACK, cómo y en qué momento intentar un salto sobre el oponente o peor aún, ese contraataque que implica avanzar a pecho descubierto hacia la muerte misma y responder con un teletransporte más satisfactorio de la historia del videojuego. 

Saber cuándo aprovechar nuestra movilidad y cuando plantarse en el suelo, cuando necesitamos ocho botones y cuando sobra con solo dos. Manejar los tiempos, leer el combate, convertirse en cebo y ejecutor, tomar partido en un duelo psicológico que sucede a velocidad suicida y en absoluto deja tiempo para repasar los apuntes. Entenderlo todo, y no dudar jamás.

Y fracasar. Fracasar miserablemente, una vez tras otra.

Este análisis ha sido realizado gracias a una clave digital de PC a través de Steam facilitada por Koei Tecmo.

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