Puede parecer mentira, pero lo que ayer era lo más avanzado y puntero, a día de hoy son retazos de un sueño que parecen recuerdos lejanos. Y lo que ahora nos deja ojipláticos y resulta revolucionario, correrá la misma suerte en el futuro, por muy inverosímil que eso nos pueda sonar ahora. El inexorable paso del tiempo sitúa ya muy atrás a muchas obras video lúdicas y la industria del videojuego vive de las novedades, con una expectación imperecedera hacia las diferentes innovaciones y revoluciones tecnológicas sucediéndose a pasos agigantados.
Pero como Connor MacLeod o Juan Sánhez Villa-Lobos Ramírez, existen algunas propuestas inmortales que recrean con píxeles la edad dorada de los videojuegos hasta el fin de los tiempos, títulos a los que todavía se pueden jugar y por los que no ha pasado el tiempo. Por ejemplo, Space Harrier es un clásico atemporal de SEGA y un pionero de los gráficos pseudo-tridimensionales, los cuales se esforzaron por dar una sensación de profundidad. Dicho de otra manera, muestra unos sprites planos que se hacen cada vez más grandes a medida que nos acercamos, al mismo tiempo que un paisaje parecido a un tablero de ajedrez hace todo lo posible para que parezca que nos movamos a la velocidad de la luz.
A este respecto, por medio de una experiencia sumamente arcade en la que solo tenemos que disparar y esquivar.
La importancia de la influencia de los juegos que nos rodean
Por supuesto, los procesos de influencia son necesarios para la convivencia y armonía de los juegos venideros, así como su evolución personal a lo largo del tiempo. Y ni siquiera títulos que pertenecen a una saga relativamente conocida en el país del sol naciente, pese a que en Occidente es muy nicho, escapan de esta máxima. Sin apenas levantar mucho ruido, Panorama Cotton atesora los mismos niveles de diversión que la obra desarrollada por Yū Suzuki, con una continuación que no desmerece en absoluto al frenesí original.
Afortunadamente, esta inspiración se moldea y representa de tal manera que en ningún momento pensamos que estamos delante de una obra clónica, porque nada más lejos de la realidad. Su mundo resulta al final tan atractivo como raro y colorido. Un mundo que parte de algo que ya conocemos y donde tratamos de perseguir el horizonte mientras contemplamos unos bellos entornos poblados de toda una mezcla de criaturas de fantasía de todas las épocas.
La experiencia definitiva de los viajes sobre raíles
Colores, velocidad y unos sprites de gran tamaño para la época hacen que el viaje se sitúe a la par que lo jugable en importancia, aunque no es menos cierto que a diferencia de los juegos de conducción, el frenetismo que aportan las constantes amenazas hace que no podamos estar pendientes de admirar los paisajes. Y más nos vale aprovechar dicho frenesí y no quedarnos quietos, puesto que como todo buen shooter, seremos asaltados por hordas de enemigos de gatillo fácil que tampoco dudarán en estrellarse contra nuestra adorable bruja si tienen ocasión.
Ciertamente, el conjunto de Panorama Cotton consigue con creces su cometido y de brindarnos unos intensos minutos de acción sobre raíles, en una adictiva experiencia que se ve mejorada con esta nueva edición.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por PR Hound.