Antes de que una cerdita de rasgos antropomorfos fuera una de las estrellas de la televisión infantil contemporánea, los niños de todo el mundo que merendaban triángulos de nocilla con un poco de cacao sólido en un pan de molde, pasaban las tardes con sus propios ídolos de dos dimensiones. Aquellas series de dibujos ayudaron a formar a muchas generaciones de niños, no sólo en los aspectos educativos más obvios, sino que también ofrecían enseñanzas para la vida. Además, incidieron en la importancia de respetar el medio ambiente a través de aventuras como Los Pitufos.
Tras su primera aparición allá por el año 1959 en una publicación en la que estos seres azules que compartían pantalla eran poco más que personajes secundarios, consiguieron a posteriori ganarse el cariño y estima del público hasta conseguir ser los protagonistas de sus propias historias. El dibujante belga Pierre Culliford, comúnmente conocido como Peyo, fue el creador de estas pequeñas criaturas que, con el tiempo, han tenido bastantes adaptaciones, tanto seriéfilas como cinematográficas, así como algún que otro lavado de cara que supuso el salto de estos a las tres dimensiones, lo que nos lleva hasta este Pitufos Kart, una propuesta pitufástica que nos anima a pisar el acelerador hasta llegar a la meta.
Pitufando, que es gerundio
Carreras con sensaciones arcade y el punto de diversión extra de las superestrellas de Nintendo. Desde la primera entrega, Mario Kart ha sentado cátedra en el terreno de los videojuegos de conducción, instaurando definitivamente lo que podemos considerar su propio subgénero. Una manera diferente, amena y para todo el mundo de entender las competiciones a motor a través de los mandos. Una fórmula que, 30 años después, ha sido ampliamente perfeccionada a través de sus propias secuelas. Copiada hasta la saciedad, pero muy pocas veces superada.
Lo cual no quita que, como veremos, Pitufos Kart también tenga sus propias capas de profundidad a través de las mecánicas de derrapes y estrategias propias de cada corredor en función del circuito y sus rivales. Esa clase de cosas que pasan desapercibidas en tu primera partida y van cobrando cada vez más importancia conforme vamos dominando el juego. Obteniendo copas e interiorizando su enorme grandeza. Especialmente, a dos jugadores.
Lo primero que debemos tener muy claro en Pitufos Kart es que, aunque nos parezca una propuesta simple a la sombra del fontanero más famoso de los videojuegos, estamos ante un juego de conducción realmente arcade. Lo más brillante de su diseño es que cada jugador podrá profundizar todo lo que quiera en su jugabilidad hasta encontrar un reto a su nivel. Es por ello que, si buscamos un acercamiento sencillo, la obra que protagoniza estas líneas nos ofrece mapas accesibles y karts fáciles de manejar.
Sin embargo, si seguimos perfeccionando nuestro pilotaje y queremos un reto mayor, Pitufos: Kart es capaz de ofrecernos una experiencia solo apta para los más expertos. Después de todo, dominar los derrapes, utilizar los objetos como es debido o controlar la potencia de los vehículos es todo un desafío. De esta forma, solo cuando competimos contra los mejores nos daremos cuenta de que ser un verdadero maestro es algo al alcance de muy pocos. Y gracias a todos estos elementos vamos a disfrutar de partidas frenéticas, estratégicas e impredecibles, ya que hasta el último momento todo será posible.
Faltos de pitufadas
Dicho de otra manera, es en todo esto donde encontramos su principal fortaleza, ya que una vez pisas el acelerador y te haces a los controles tras unas pocas carreras, se destapa como una obra extremadamente divertida que esconde una profundidad de juego muchísimo mayor de lo que podría parecer. Un juego divertidísimo, accesible y profundo a los mandos que brilla especialmente cuando lo disfrutamos en compañía de nuestros amigos, pero cuyos contenidos no están a la altura.
Lamentablemente, todo este buen hacer en lo puramente jugable no se ha acompañado con unos contenidos a la altura pitufinamente hablando, lo que acaba por dejarnos con un título que, al menos en su lanzamiento, da la impresión de estar a medias. Esto es algo que queda especialmente patente en su escasísima oferta de modos.
La gran pitufiesta
Encontrar el videojuego adecuado para los más pequeños no siempre es sencillo. Y aun cuando algunos de los mejores títulos de todos los tiempos fueron hechos precisamente para los más pequeños de la casa, es importante que existan etiquetas informativas, como el código europeo PEGI, que permitan a los padres hacerse una idea de la edad recomendada de cada título, pero no siempre tienen en cuenta todas las variables de un juego.
Y aun cuando Pitufos Kart tiene un largo y duro camino por delante para salir con fuerza mientras pitufa el acelerador, lo cierto es que es un juego divertidísimo, accesible y profundo a los mandos que brilla especialmente cuando lo disfrutamos en compañía de nuestros más allegados.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de Nintendo Switch facilitada por Meridiem Games.