Sifu

Aunque el género de las artes marciales comenzó a popularizarse en oriente desde la década de los años 30, no fue hasta los 60 cuando los cines de occidente y grandes exponentes de la disciplina como Bruce Lee generaron una lista de grandes películas que pasaron a la posterioridad. De ahí viajó directamente al terreno del videojuego con propuestas como Street Fighter, un título cuyo éxito logró encauzar la creación de multitud de sagas de videojuegos de peleas, dando lugar a franquicias tan potentes como Mortal Kombat o títulos mucho más infravalorados como Absolver, una aventura de artes marciales que intenta que cada elemento gire en torno a la idea del combate como catarsis.

Una aventura que traslada el aprendizaje de un arte marcial de forma muy solvente y que a pesar de no esconder las enseñanzas de sus maestros, tira por tierra el aporreo de botones que tanto se lleva en otros géneros en pos de ofrecer una propuesta profunda a todos los niveles.

La búsqueda de venganza

Cuando la mayoría de la gente piensa en “kung fu”, lo primero que se les viene a la cabeza es un artista marcial experto, probablemente vestido con ropas brillantes, con una pose feroz y una mirada severa en los ojos. Entonces, podría ser una sorpresa que, contrariamente a la creencia popular, el kung fu no sea un arte marcial, sino un tipo de estudio, aprendizaje o práctica que requiere mucho trabajo, paciencia y tiempo para dominar.

Y juegos como Sifu, heredero del ya mencionado Absolver, ponen de manifiesto la perfección lograda a través del trabajo duro. A este respecto, desarrollando el cuerpo, la mente y el perfeccionamiento de las habilidades de la parte protagónica de esta aventura. Una aventura en la que un joven aprendiz de kung fu busca a los asesinos de su familia para cobrarse venganza. Por desgracia, este carece de aliados y se enfrenta a un sinfín de enemigos sin más ayuda que su dominio de las artes marciales.

A la manera de nuestro protagonista, el videojuego que nos ocupa aparece libre de cualquier consideración moral a la hora de encontrar a todos los que orquestaron esa matanza. Mostrando la violencia en toda su crudeza, incluso adornándola para hacer una especie de poesía de la barbarie. Y lo más sorprendente de todo es que, con su carga temática y su constante martilleo de imágenes, Sifu emerge en última instancia como una obra artística, inconfundible e innegablemente personal que domina el lenguaje visual como muy pocas, aportando un toque muy estilizado y reconocible.

La comunicación no verbal en las artes marciales

Porque la obra desarrollada por la gente de Sloclap encuentra en el kung fu una manera de conocerse a sí misma. Un medio, que no un fin, para dar sentido a su propia existencia y entender la finalidad de la vida. Luchar para conocerse, no para vencer a nadie, porque ¿qué es realmente vencer? ¿Y para qué queremos vencer? Al único sitio donde debemos llegar en Sifu es a nosotros mismos, mientras luchamos con las circunstancias, con los problemas, con las dificultades, con esas pruebas que la vida nos va tendiendo para ver no solamente en qué punto nos encontramos de nuestro camino madurativo personal, sino también si realmente vamos hacia adelante.

Es por eso que el título que protagoniza estas líneas triunfa allá donde otros han fracasado. Porque nos permite ser un gran luchador, el luchador que ha aprendido, que ha interiorizado que ya no necesita luchar con nadie puesto que tener que luchar con alguien demostraría que todavía no ha llegado a sí mismo y que continúa necesitando demostrar a los demás quién es. Al final, se trata de una senda en la que aprendemos de nuestros errores y donde hallamos nuestra fuerza interior, especialmente en los momentos de más necesidad.

Sentimientos dentro del arte marcial

Cuando pensamos en el arte, generalmente evocamos una pintura o bien en un museo donde encontramos obras que están expuestas para que un público las contemple. De alguna manera se parece a un espacio sagrado para mostrar sentimientos mediante la comunicación no verbal, y donde las obras se muestran para que nos acerquemos a ellas con reverencia. Sin embargo el arte es algo menos sagrado, más cotidiano y cercano a nosotros de lo que creemos. No porque puede estar en el cuadro de nuestra casa, con una función decorativa, sino porque está presente dónde miremos.

Ya no se trata solamente de aceptar nuevas manifestaciones, sino de aceptar el valor artístico de manifestaciones que siempre han sido consideradas inferiores como la construcción del arte a través de la lucha. Después de todo, son muchos los beneficios que podemos encontrar las artes marciales, un estilo estético definido y marcial que no solo se enfocan en lo físico, sino también en la idea de conseguir que quienes practican puedan comprender sus propias emociones y saber exteriorizarlas.

Por todo esto, Sifu puede ser considerado con todo merecimiento como una de esas obras remarcables surgidas de un tiempo a esta parte al bucear en las entrañas de sus sentimientos. Porque pocas propuestas pueden presumir de haber alcanzado la genialidad a tantos niveles, en este caso, arriesgando y poniendo tanta carne sobre el asador como lo hace ésta al mismo tiempo que dominamos las devastadoras técnicas del Pak Mei kung-fu.

Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC para Epic Games Store facilitada por Cosmocover.

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