A menudo nos preguntamos qué habría pasado si, en un momento y lugar determinados, hubiéramos tomado otra decisión. La dirección de nuestro acto definiría forzosamente nuestro siguiente movimiento sin acabar de ser conscientes de ello. A raíz de este pensamiento, preferimos creer en la existencia de universos paralelos nacidos a causa de las bifurcaciones que surgen como consecuencia de nuestros actos. ¿Pero cómo podríamos vivir sabiendo que cabe la posibilidad de estar cometiendo errores con cada paso que damos?
Es en ese punto cuando pensamos que algo superior a nuestros mundanos seres, quizá algo con propiedades cósmicas, domina el devenir de todo lo que gira. ¿Porque cómo íbamos a tener el control total de nuestras vidas? Así, dándonos los ingredientes pero no la receta para llegar a una hipotética conclusión, Deconstructeam nos proporciona una libertad cautiva en The Cosmic Wheel Sisterhood, título en el que encarnamos a una bruja muy poco piruja que decide tomar las riendas de su existencia.
El relativismo del eje temporal
Un modo de acercarnos al presente consiste, obviamente, en saber qué día y hora es. Tener una referencia temporal ayuda tanto a situarnos en el eje cronológico como a proyectar nuestros objetivos a corto o a largo plazo. Sin embargo, cuando desaparece este punto de anclaje, todo se desmorona cual castillo de naipes, hasta tal punto que una empieza a diluirse, a fundirse con la nada y a perder su identidad.
Profundizando en este último aspecto, The Cosmic Wheel Sisterhood es un juego que pone a prueba nuestra integridad, nuestras aspiraciones y los sacrificios que estamos dispuestos a aceptar. ¿Qué daríamos a cambio de que se nos concediera un deseo que nos confiriera más estabilidad y, por ende, un mayor bienestar? ¿Renunciaríamos a nuestra singularidad o, por el contrario, prescindiríamos de la esfera más social? Nadie puede asegurarlo sin estar en condiciones extremas.
Pero Fortuna, nuestra bruja protagonista, está en una de esas situaciones que te dejan el margen de maniobra justo: fue condenada al exilio de manera unilateral. Por eso, cuando lleva separada de las hermanas de su aquelarre 200 años –solo una quinta parte de la suma total del castigo– gasta un as bajo la manga que no es otro que el de saltarse las normas e invocar a un ser prohibido.
En este sentido, The Cosmic Wheel Sisterhood pone de manifiesto la cara más dura de la soledad. Dada la historia más reciente, y pese a que las condiciones no son del todo similares, lo primero que nos viene a la cabeza son los meses de confinamiento y la sensación de saturación al verse disminuida la propia productividad –concebida en su sentido más amplio y no solo en el laboral– y comprometida nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos.
Por consiguiente, no resulta complicado empatizar con una bruja que, lejos de ser una suerte de animal mitológico, nos muestra que sus poderes, así como los del resto de sus semejantes, no son sino una especialización más de entre una amplísima diversificación en medio de un vasto universo.
La magia de la adivinación al alcance de unos clics
Aunque la carta de presentación de The Cosmic Wheel Sisterhood juegue con ofrecernos un formato cercano a una novela visual, lo cierto es que detrás de ese envoltorio se esconde un juego con un deje táctico. Crear de cero nuestro propio tarot no solo supone dar rienda suelta a nuestra vena artística –por las decenas de opciones creativas que se nos presentan ya en la primera carta–, sino que también guarda relación con la búsqueda del equilibrio. Un equilibrio de elementos (aire, agua, tierra y fuego) vinculado a distintos terrenos de las vivencias personales.
Así, cada carta tiene tres componentes que dotan de significado a la creación y que nos servirán para realizar las lecturas; estos son las esferas (o fondos), los arcanos (o personajes) y los símbolos (o detalles añadidos). Y justamente de estos componentes y su carga elemental depende el resultado obtenido y la cantidad y dirección de las lecturas de la baraja. Por lo que haremos bien en recordar que la materia ni se crea ni se destruye, sino que se transforma; un hecho que deberemos tener muy presente si queremos obtener una baraja variada y que nos salve de cualquier situación.
Puede que en algunos momentos el panorama se presente un tanto desalentador. No obstante, a pesar de que el escenario sea bastante acotado, la persona que determina la actuación de Fortuna no siente ningún tipo de agobio, sino que más bien consigue sentirse como en casa. Esto en parte se debe, por un lado, a unos diálogos frescos y actuales –gracias a la localización de Judit Tur– y a un pixel art detalladísimo que confiere vitalidad a todos y cada uno de los personajes. Y todo ello aderezado con una banda sonora que se adapta a la perfección a cada momento tanto en forma como en intensidad.
Introspección y desarrollo
Llegados a este punto, queda claro que el estudio valenciano nos ofrece infinidad de matices sobre las temáticas que aborda y lo hace de una manera clara y sencilla, directa, en la que resulta muy fácil entrar en la rueda. Con asuntos que reflejan nuestra realidad actual de una forma tan fidedigna que asusta, The Cosmic Wheel Sisterhood no se mantiene al margen de los conflictos sociales que afectan a no precisamente un número pequeño de población.
Desde cuestionar quién debería tener el poder hasta comprobar el alcance de la fuerza del grupo, Deconstructeam abarca una amalgama de asuntos que no dejarán indiferente a nadie. Y lo hace hasta tal punto que nos obliga a tomar partido desde el principio, debiendo considerar la firmeza de nuestra voluntad para sobreponernos al destino y para afrontar las consecuencias de nuestros actos.
Algo que con The Cosmic Wheel Sisterhood consigue, creemos, sobradamente a partir de la fuerza de unos elementos que ponen de manifiesto que nosotros tenemos el poder y que está en nuestra mano moldearlo para cumplir nuestros objetivos, sean del tipo que sean.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital de PC facilitada por Cosmocover.