Si pensamos en una carretera muy larga, probablemente la relacionemos con un viaje. Aquellos que hacíamos con nuestra familia en verano cuando éramos pequeños o esos que aún no hemos podido llevar a cabo. Hacer la maleta era y es el preámbulo de la aventura principal, cargada de nuevos, o antiguos, mundos por recorrer. Pero no todos los periplos tienen el propósito de proporcionarnos una dosis de adrenalina, a veces basta con despejar cuerpo y alma para recargar energías.
Por eso, The Longest Road on Earth es más que un mero viaje. Simboliza una carretera eterna, que no se acaba nunca, donde todo fluye más o menos rápido. Una calzada por la que transita mucha gente, gran parte desconocida, y en la que queremos encontrar nuestro lugar. Un camino que puede resultar sinuoso donde, en ocasiones, encontramos baches que nos hacen tropezarnos. Bajo este símil de hormigón, el equipo de Brainwash Gang y TLR Games ha querido reflejar lo que significa la vida.
Múltiples circunstancias, múltiples realidades
Esperanza, sueños, supervivencia y evolución. De esto va The Longest Road on Earth, pero también podría tratar sobre ilusión, despedidas, rutina o incertidumbre. Afrontar el día a día puede suponer todo un desafío y cada uno lo percibe de forma distinta. No podemos saber lo que nos depara la vida, aunque sí podemos modular cómo observamos el pasado. Escudarnos en este último es el remedio de muchos, pero mirar de reojo lo que se nos pone por delante no nos hará sentir mejor.
Aun con el prisma individual de nuestra existencia, todas las historias tienen algo en común. Podemos creer que nuestra realidad nada tiene que ver con la de una camarera, un artista o un niño que apenas gatea, pero no podríamos estar más equivocados. Las expectativas sobre qué queremos ser y cómo llegar a serlo son intrínsecas a cada uno de nosotros, como también lo son, en más ocasiones de las que nos gustaría, el incumplimiento de nuestros sueños.
Por ese motivo, no podemos juzgar lo que vemos en la piel de otras personas. Nuestra proyección física no muestra el filtro con el que vivimos, como tampoco refleja el más que probable esfuerzo para seguir adelante, adaptarnos a los cambios o abandonar nuestros deseos. Así, rara vez hallaremos la verdad absoluta, por lo que solo podremos acercarnos a ella intentando contemplar la totalidad de la esfera cotidiana ajena. Al fin y al cabo, todas las rutinarias aventuras del título bien podrían constituir una misma en diferentes momentos de nuestro ciclo vital.
Una imagen y mil palabras
La banda sonora es un elemento clave en cualquier tipo de creación audiovisual, aunque es en obras como The Longest Road on Earth donde cobran mayor importancia y brillan con mayor intensidad. Canciones con letra propia nos hacen recorrer los variados escenarios del juego mientras nos trasladamos a ellos de una forma personal, relacionando lo que estamos viendo con nuestras experiencias previas. Quizá, en ese sentido, incluso podamos entender esta música también como la banda sonora de nuestra vida.
De esta manera, como si de un conjunto de videoclips se tratara, el apartado sonoro se acompaña de un estilo pixel art muy detallado, cuya paleta monocromática no hace sino reforzar el sentimiento nostálgico del juego. Como un paseo por nuestra infancia, cada estampa se quedará grabada en nuestra retina. Gracias a esto, ojos y oídos avanzan hacia una misma dirección, dejándose llevar por un ambiente familiar para conectar con nosotros mismos.
Constituyendo una experiencia contemplativa y cálida, The Longest Road on Earth nos invita a relajarnos en su compañía, siendo testigos de todo lo que supone estar vivo con todo lo bueno y malo que eso implica. Convivir con remordimientos está a la orden del día, mas nunca es tarde para recuperar esa ilusión tan característica de nuestro niño interior.
La obra de Brainwash Gang y TLR Games nos muestra esta carretera que es la vida, con bifurcaciones en las que la gente viene y va, además de algunos momentos de sombra en los que nos costará pensar con claridad. En última instancia, quizá no seamos únicos en nuestra especie, pero el hecho de no afrontar el futuro, el presente e, incluso, el pasado en soledad es lo que nos permite decidir nuestros pasos y forjar nuestra propia historia.
Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital facilitada por TLR Games.