Sin tutoriales. Sin explicaciones. Sin cinemáticas, historia, ni desfile de logos previo. Nordic Ashes: Survivors of Ragnarok es la inmediatez hecha videojuego. Entrar y jugar. O más bien entrar y besar al santo.
Lo cierto es que no engaña a nadie: su propuesta es la que es y le bastan cuatro teclas (las de dirección) para asentar una mecánica de juego verdaderamente original. Sus partidas consisten esencialmente en huir de los enemigos mientras el personaje, a escoger entre los muchos héroes que tenemos para desbloquear, lanza ataques de manera automática. Un temporizador marca cada segundo que hayamos sobrevivido, señalando al objetivo más básico: aguantar sin morir todo el tiempo que podamos. Por supuesto hay una barra de experiencia que se va llenando al recoger las esferas refulgentes que sueltan los enemigos, así que si queremos mejorar las habilidades del personaje tenemos que enfrentarnos a ellos en vez de limitarnos a escapar.
Si morimos empezamos de cero. Al tratarse de un roguelite, eso sí, hay un progreso transversal que no depende de cada partida: conseguimos hojas de Yggdrasil con las que desbloquear habilidades, y además nuestros logros en cada ronda también nos ayudarán a conseguir nuevos poderes y descubrir escenarios que tratan de darle un giro a la fórmula original desafiándonos también con nuevos objetivos. Así se implantan las recompensas básicas para que tengamos un aliciente más para seguir jugando; no lo necesitaría, porque ya en su forma más pura es un juego realmente adictivo.
Adictivo es, probablemente, el adjetivo más utilizado para definir Nordic Ashes: Survivors of Ragnarok. No es decir mucho y no es positivo per se, pero encapsula la principal sensación que emana del juego: suena manido decir que es de esos títulos que nos animan constantemente a ‘echar una partida más’, pero es que es la realidad. Buena parte de sus fortalezas persiguen esa intencionalidad, la de atraparnos para que juguemos una ronda detrás de otra; es un juego simple sólo en la superficie, porque tiene muchas decisiones conscientes que denotan el trabajo que hay detrás a nivel de diseño de niveles, visual y sonoro.
Y tal vez esa es la clave del juego que protagoniza estas líneas, que nada es casualidad.
Adicción interminable
Los enemigos en pantalla se cuentan por centenas y cambian más veces de las que nosotros pestañeamos. Nuevas armas o complementos con los que aumentar nuestros atributos. También está la opción de potenciar y subir de nivel esas mismas mejoras.
En cuestión de minuto y medio habremos creado un personaje único. A una velocidad vertiginosa, las decisiones tomadas darán vida a una build diferente por partida y con cada muerte nos preguntaremos qué habría pasado de haber elegido otras armas y habilidades. Querremos volver a empezar de inmediato y antes de que nos demos cuenta ya estaremos enganchados a Nordic Ashes: Survivors of Ragnarok.
Si atendemos a que hay una decena de personajes y un centenar y pico de mejoras diferentes, imaginad. Las opciones son prácticamente infinitas y con cada reinicio aprenderemos un truco nuevo, una combinación de poderes inédita con la que nos creeremos más cerca de ser invencibles.
En la sencillez está la elegancia
Llenas de estímulos en pantalla, desbloqueos y opciones diferentes. Perfecto para partidas cortas, para disfrutar con otra cosa de fondo (un podcast, la tele, etc) o para combinar con otros lanzamientos triple A. Simple en sus mecánicas y profundo en su desarrollo. Acción en vena y sin mayores pretensiones. Adictivo como pocos. Nordic Ashes: Survivors of Ragnarok es uno de los mejores juegos de supervivencia que hemos tenido el placer de analizar.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una clave digital de PC facilitada por Noxfall Studios.