El fracaso es tanto el final como un nuevo comienzo. Regocijarse y sentir placer por el mismo o por el sufrimiento propios es un tipo de sentimiento tan real como descriptivo cuando estamos hablando de un roguelite, un subgénero que plantea el fracaso no como el final del camino, sino como una señal de que todavía se puede mejorar. De hecho, no son pocos los juegos que giran en torno a un sistema de vida-muerte sumamente frenético, pues el tiempo que pasa entre cada intento es tan breve que acaba desapareciendo.
La intención es evitar frustrar al jugador, hacer que entre en un trance que le permita luchar hasta que supere sus objetivos a la perfección. Más que destinarse hacia la aversión al fracaso, busca exaltar la victoria. A pesar de sus dificultades endemoniadas y las imparables oleadas de enemigos generadas de forma procedural, The Last Spell siempre te permite ir más allá y salir de la norma. En otras palabras, al palpar la cercanía de la muerte, nos volvemos más fuertes, pues doblegamos a la misma por medio de nuestra propia voluntad y clamamos así nuestra supremacía.
Líbranos del mal
La gran mayoría de historias de terror tienen como marco la oscuridad. Después de todo, la ausencia de luz genera los mismos terrores que la posibilidad de la propia muerte, porque en ambos casos la inquietud proviene de lo que no alcanzamos a conocer con nuestros sentidos. Ambientado en un mundo desolado por culpa de una indefinida catástrofe, una catástrofe auspiciada por las guerras que ha devastado parte del planeta y que ha diezmado a parte de la humanidad, The Last Spell es una obra con un pretexto muy sencillo que se ampara en la acción directa como la única esperanza. En este caso, un hechizo orquestado por un grupo de magos que pretende erradicar el mal del pecado estructural y de la injusticia característicos.
Ahora bien, que se consiga o no llevarlo a cabo depende de nosotros, la primera y última línea de defensa conformada por un puñado de héroes. Representamos la buena voluntad de unos pocos frente a la indignidad de todo un ejército hijo de la oscuridad, y pese a que somos algo más que un simple número, sigue siendo insuficiente si queremos que se obre alguna clase de milagro. La idea del infinito es algo que se aplica a los adversarios que tenemos al frente, una fuerza ilimitada que siempre nos aboca al ruedo del fracaso.
El ejército de las tinieblas
A través de un detallado estilo pixel art y una vista cenital, The Last Spell es un título que nos trae una acertada mezcolanza entre distintos géneros. Por un lado, su componente roguelite hace que cada partida sea diferente a la anterior, por lo que éxito o el fracaso literalmente se reducen al lanzamiento de un dado. Si bien, hay un elemento que sí es constante en cada encuentro, ya que estos siempre se desarrollan a lo largo de puntos diferenciados, desde una primera fase de preparación en plena luz del día en la que podremos comprar recursos y mejorar a nuestros héroes, hasta la segunda fase, cuando la oscuridad se cierne sobre nosotros y la amenaza de esos enemigos anónimos pone de manifiesto la sombra del fracaso.
Es entonces cuando The Last Spell cambia las normas del juego, dado que decimos adiós a la gestión de recursos y damos la bienvenida a un sistema de combate con claras reminiscencias a las de juegos como Advance Wars, Disgaea, Final Fantasy Tactics… Nuestras acciones en el transcurso de cada turno son finitas, y también nuestras posibilidades de victoria, pues The Last Spell es una experiencia difícil. El dolor nos inunda cada vez que nos hacemos a las armas, pero al mismo tiempo nos inspira, nos anima y nos enseña en la medida de lo posible mientras buscamos alguna forma de que la luz acabe con la oscuridad.
Estas impresiones han sido realizadas gracias a una copia digital para Steam facilitada por The Arcade Crew (Cosmocover).