El impacto de Akira Kurosawa en la historia del cine, no solo japonés sino también internacional, es innegable, llegando a inspirar decenas de películas y directores de renombre. Se considera uno de los directores más relevantes por aspectos como su cinematografía, su forma de trabajar o su estilo marcado por una visión autocrítica de Japón.
El cineasta que nos ocupa no hizo más que aceptar la apertura al exterior de su país como un proceso enriquecedor, que ofrece la posibilidad de dar a conocer tu cultura al resto del mundo. De la misma manera, su prodigioso sentido de la estética, uno que catapultó el género chanbara a la estratosfera, y la forma que tenía de rodar y editar las secuencias más violentas pasó a la historia. Usaba planos muy cercanos para zambullir al espectador en el corazón mismo de los combates y cuidaba la estética hasta darles una atmósfera irreal y dantesca.
Y al mismo tiempo, empleaba técnicas de montaje sutiles pero atrevidas para romper las nociones clásicas del espacio y el ritmo. Son detalles más del genio de un cineasta inagotable que han llegado incluso hasta el mundo de los videojuegos. Por ejemplo, Ghost of Tsushima, el último título del estudio Sucker Punch, tiene en su haber una influencia que sobrevuela durante toda la aventura, algo que también se hace especialmente manifiesta en Trek to Yomi, una aventura de acción cinematográfica marcada por la tragedia y comprometida con el deber.
La representación idealizada de la condición de samurái
Una aventura que sigue la historia de Hiroki durante su caída contra las fuerzas del mal y que la gente de Flying Wild Hog y Leonard Menchiari han sabido llevar con muchísimo estilo. Porque Trek to Yomi se sostiene por sí solo en la belleza de las imágenes, que se complementan hasta crear un fantástico diorama de enorme profundidad, ofreciendo así una mirada a esa necesidad esencial del ser humano por trascender su limitada naturaleza o, lo que es lo mismo, aspirar a esa atemporalidad que solo puede brindar el lenguaje artístico. Una aproximación a esa primitiva necesidad de contemplación que resulta en una belleza exquisita y salvaje.
De hecho, es algo que podemos ver en los espectaculares duelos con katanas, que ambicionan con reflejar y transmitir las costumbres, filosofía, y los códigos de honor y lealtad de los samuráis y el Japón feudal. La esencia de los combates de espada gira en torno a estos elementos, breves e intensos, dando una capa de romanticismo idealizado. Por eso, el título que protagoniza estas líneas hace esfuerzos desde el diseño del juego para que la inmersión sea total.
Trek to Yomi: belleza samurái
Podemos afirmar que el mundo del videojuego ha tomado diferentes formas para pensarse como obra de arte al uso; ya sea desde su entrada institucional al museo, hasta su modo de desordenar los parámetros de su creación a través de los art-games.
Trek to Yomi es uno de los tantos ejemplos de videojuegos que hacen uso de los elementos visuales, sonoros y mecánicas sin un claro sistema de recompensas para generar inmersión. Uno que apela de sobremanera a los recursos estéticos y narrativos para introducir al jugador en la historia de un personaje que se enfrenta a una situación que ha atravesado su vida.
Asimismo, se escapa de lo mainstream, evidenciando el carácter artístico de la obra que nos ocupa. Esta es su mayor fortaleza, pues su carácter independiente al sistema le permite manifestarse y generar nuevos sistemas que quiebran la dispersión de los videojuegos de entretenimiento.
Estas primeras impresiones han sido realizadas gracias a una copia digital de PC facilitada por Cosmocover.