Vivimos en un mundo dual regido por la polaridad: día-noche. vida-muerte. luz-oscuridad. También nuestras emociones son polares: amor-odio. alegría-tristeza. esperanza-angustia. A menudo nos pasa que vivimos polarizados en un extremo u otro del eje, sin darnos cuenta de que los dos lados forman parte de lo mismo, forman una unidad. Negamos aquella parte que no nos gusta. No la reconocemos, aquello no es nuestro, no nos pertenece. Mentalmente queremos separar algo indivisible y además creemos que lo hemos conseguido. Alimentamos un extremo del eje, aquel con el que sí nos identificamos.
Y no nos damos cuenta de que el otro lado, el que queda en la oscuridad, también se nutre, crece en la misma medida. Porque ambos lados están irremediablemente unidos. Debemos reconocer que si no existiera la luz, tampoco existiría la oscuridad. Un lado alimenta el otro. Existe el día porque existe la noche y viceversa. Y sagas como Kingdom Hearts, un mestizaje insólitamente inspirado entre lo mejor de la tradición nipona del rol y la animación en formato jugable con los icónicos personajes y mundos de Walt Disney, teje una espesa y enrevesada mitología en torno a esta dualidad.
Si bien, la franquicia que nos ocupa, la cual no necesita presentación alguna a estas alturas, es mucho más que eso. Casi como un experimento que ha acabado convirtiéndose en todo un fenómeno cultural, Kingdom Hearts se sume en las tinieblas de la psique, se rinde a su entumecedor poder, en pos de ofrecernos una experiencia pionera a la hora de preservar la complejidad y diversidad de opciones del rol más puro y de ofrecer la emoción e inmediatez en los combates que tan inalcanzable a priori parecía para este género.
Una experiencia llena de matices que ha conquistado el corazón de personas como Alejandro Linares, autor del presente libro: “El despertar del corazón”, un acertado recorrido por toda la cronología de la saga que arroja un poco de luz en el intrincado rompecabezas narrativo de la misma. Un recorrido en forma de pequeño homenaje que ordena la historia cronológicamente hablando, además de analizar las diferentes mecánicas que atesoran cada una de las iteraciones.
Kingdom Hearts, el corazón de los mundos
Aun cuando el corazón es un órgano muy bien diferenciado de nuestra anatomía, bomba principal del sistema circulatorio, desde tiempos inmemoriales ha sido un significante que hemos llenado de múltiples significados, llegando a ocupar gracias a su simbolismo un sitio privilegiado en las expresiones artísticas.
El corazón es una estructura central donde han residido varias nociones relacionadas con la vida, con connotaciones que van desde la afectividad, espiritualidad, ánimo, valor y hasta el intelecto, además del amor por medio de una visión existencialista. Es el lugar de encuentro donde residen las emociones, sobre todo el amor, que, a su vez, aúna el cielo con la tierra.
Más que la luz y la oscuridad, Kingdom Hearts gira en torno al corazón, fuente de pensamiento, emoción y conocimiento espiritual, y el libro que protagoniza estas líneas dedica parte de sus páginas a abordar el efecto constructivo de las emociones, tanto positivas como negativas, tanto en la salud física como psicológica, y tanto a nivel individual como comunitario, favoreciendo así la existencia de una cadena de eventos que marcan el devenir de Sora y compañía. Los guían, los ayudan a dar sentido a lo que les pasa a su alrededor, a entenderse a sí mismos y a relacionarse con los demás, motivándolos para alcanzar sus objetivos.
La banda sonora, la narración emocional, profunda y sin palabras
La banda sonora tiene mucha más importancia de la que creemos, tanto en el cine como en los videojuegos. Muchas veces pensamos que sólo es la música que suena de fondo, pero la banda sonora es vital y hay escenas en las que si la quitas, se pierde el hilo narrativo de la historia y todo su significado. En muchos casos es un elemento narrativo de primer orden.
Dicho de otra manera, es un elemento fundamental y sirve para apoyar la historia, pero también sirve para llegar a un nivel de profundidad, que, en ocasiones, los diálogos no te pueden dar. Es más, dan el storytelling de cómo contar una historia, transmitiendo tensión, intriga y suspense.
Alejandro Linares centra una parte de este “El despertar del corazón” en el proceso que existe entre el sketch y el producto final, concretamente, en el proceso de creación de una banda sonora, desde que se construye el esqueleto hasta que ese esqueleto se va convirtiendo en el producto final. En Kingdom Hearts, la banda sonora desempeña una doble función: reforzar el significado de las ideas que, por sí solas, las imágenes no son capaces de expresar y, a su vez, establecer un vínculo narrativo continuo en el discurso de los diferentes personajes que componen la franquicia de marras, contribuyendo a dar credibilidad a la acción.
Las bandas sonoras “sonorizan” las imágenes y la batuta de Yōko Shimomura consigue transmitir al jugador el paisaje sonoro que da credibilidad a una escena. Por ejemplo, la evolución que ha tenido en ella una de las melodías más recordadas y recurrentes: Dearly Beloved.
El viaje no termina aquí
Con dos décadas a sus espaldas, Kingdom Hearts se ha convertido en un fenómeno cultural que ha logrado cautivar a millones de jugadores gracias a su mezcla inesperada de personajes clásicos de Disney, acompañados ocasionalmente por personajes de la saga Final Fantasy y otros tantos originales. Si bien, la serie que nos ocupa, ha ido construyendo su propia historia entrega tras entrega, creando un amplio y complejo universo repleto de giros inesperados y nombres extraños.
Con plena disposición de que nos enteremos de todo, “El despertar del corazón” nos muestra un recorrido por toda la saga, algo lógico si tenemos en cuenta la titánica tarea de condensar la compleja historia que presenta, pero lo más interesante es la clara pasión, sin necesidad de ser ciega, que su escritor profesa por la obra del estudio. Una pasión que nos ha robado el corazón.
Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Héroes de Papel.