El mundo de los videojuegos ha revolucionado múltiples aspectos de la cultura contemporánea y el funcionamiento de la industria cultural en conjunto. Hablamos de productos culturales que conforman un sector independiente y que son sofisticados a diversos niveles, incluyendo el filosófico, el sociológico, el estético o el narrativo.
Es precisamente esta suerte de irreductibilidad lo que lo ha hecho tan difícil de definir formalmente y lo que ha provocado el intenso debate sobre no solo lo que debería ser sino también sobre lo que es exactamente.
En primer lugar, gracias a un proceso de traducción, los videojuegos nos permiten conectar con otras realidades que pueden ser (parcialmente) desconocidas para nosotros. Segundo, a menudo nos encontramos experiencias de juego que son narradas de un modo similar a cómo contaríamos un viaje, una anécdota o cualquier otro tipo de experiencia vivida. Tercero, los videojuegos requieren con frecuencia que el jugador participe activa y explícitamente en el proceso de juego, incrementando así su sensación de estar ante una experiencia vivida.
Es así que los videojuegos se transforman en algo más que una forma de entretenimiento. Y creo que muchos estaremos de acuerdo en que Hideo Kojima tiene una mente maestra a la hora de crear experiencias que ven la realidad en términos de un conjunto de experiencias diseñadas. Claro sumas estas cosas y le quedan pues obras que no dejan indiferente a nadie. Y si no me creéis, siempre podéis poner vuestras miras en obras como HIDEO KOJIMA: UN HUMANISTA EN EL REINO DEL VIDEOJUEGO, de Álvaro Arbonés, un ensayo que pone de manifiesto la aportación del diseñador, guionista y director japonés al videojuego, tanto desde sus propios títulos como desde sus influencias y toda la gente que le rodea.
Sus juegos, sus influencias, su historia y todo cuanto le rodea. Aquello que nos permita entenderlo como autor sin dejar de lado lo más importante: lo que ha creado y lo que sigue creando, está perfectamente representado en la obra que protagoniza estas líneas.
Kojima y su influencia en el entretenimiento actual
La influencia de Kojima en la industria de los videojuegos va más allá de sus propias creaciones. Su enfoque vanguardista ha inspirado a una nueva generación de desarrolladores de videojuegos que buscan romper barreras y contar historias emocionantes de una manera completamente nueva. Su visión en la narrativa cinematográfica y la creación de mundos inmersivos ha sentado las bases para un cambio de paradigma en los videojuegos como forma de arte.
Argumentalmente, sus obras son un crisol de referencias cinematográficas adaptadas a las posibilidades de las consolas en la que ha trabajado. Podemos ver guiños a montones de películas que han obsesionado al artista nipón, que van desde Rambo a la Jungla de Cristal (Die Hard) pasando por 1997: Rescate en Nueva York. Incluso de Los Gemelos golpean dos veces.
Ahora bien, esa capa de influencias cinematográficas sirve como vehículo conductor de una serie de temáticas mucho más ricas e interesantes: dilemas en torno a la propia naturaleza y la genética humana, reflexiones sobre la guerra y sus efectos colaterales. Porque, pese a sus clichés, uno de los máximos hitos de sagas como Metal Gear o Zone of the Enders, es cómo se ha logrado insuflar humanidad a las historias que se cuentan, así como a personajes aliados y enemigos acérrimos. Los mismos que, posiblemente, nos hagan perder decenas de partidas.
HIDEO KOJIMA: UN HUMANISTA EN EL REINO DEL VIDEOJUEGO nos cuenta a través de sus páginas como el diseñador y director de videojuegos japonés explora las posibilidades y el potencial que ofrece el videojuego, como empieza a hacer la crónica de lo que ha sido y lo que era, haciendo emerger nuevas tendencias de exploración formal, de la misma forma que el cine experimental o la música electrónica siguieron direcciones que se alejaban de las producciones de las grandes industrias sin dejar de influir en ellas e indicar nuevas rutas de desarrollo para el futuro.
De la misma forma, el ensayo escrito por Álvaro Arbonés nos cuenta como las influencias del creador japonés siempre han pertenecido más al mundo real que al virtual. Ya sea por medio de sus inquietudes sobre los avances en el campo de la genética, sobre la influencia del idioma en nuestra forma de ser o sobre cómo nos transporta una pieza musical, cualquier elemento cultural puede terminar formando parte de su visión. Sus obras son sumamente distintas en muchos aspectos estructurales, pues no quiere beber únicamente de las fuentes del videojuego formal, sino dejar también que sea aquello que ha leído, escuchado y visto afecte a su forma de ver el mundo.
Objetivo: unir a la Humanidad
Para algunos, crear videojuegos es elegir un género y ofrecer una experiencia divertida o repetir una fórmula ya probada. Otros aprovechan la interacción para crear narrativas en las que el jugador se pueda identificar con los personajes y la historia. Y luego, está Hideo Kojima, una mente ambiciosa que le rinde tributo al perfeccionismo en cada uno de juegos, y que se ha ganado su lugar como uno de los personajes más importantes en la industria de los videojuegos, pero también como uno de los más excéntricos.
Si bien, al final, es uno de los responsables en sentar las bases para que los videojuegos fueran considerados un arte; y, por lo tanto, de ahora en adelante, cuando un nuevo videojuego con una narrativa espectacular sea lanzado al mercado, hay que entender que, posiblemente, no hubiera pasado nunca de no ser por Hideo Kojima y su amor al arte.
Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Héroes de Papel.