Más allá de la Estela Azul

Diseñado a principios de los años 90 por Yuji Naka, Naoto Oshima y Hirokazu Yasuhara, Sonic no sólo es un personaje jugable ni una mascota, sino un auténtico emblema dentro del sector del videojuego. De apariencia enérgica y rebelde, en el erizo se hallan la velocidad y el frenetismo de nuestra época, así como una nueva manera de entender un superhéroe.

Para muchos de nosotros, hablar de Sega Mega Drive y de Sonic es algo más que identificar una videoconsola y videojuego. Más bien se trataría de enfrentarnos a una nostalgia que nos devuelve a nuestra infancia, cuando la figura de un simpático erizo abrazaba parte de nuestros días a los mandos: el juego por el juego.

Y libros como Más allá de la estela azul. Sonic the Hedgehog: La era 2D, de Moisés Oneto y Miguel Solís, ponen de manifiesto este comentario, ofreciéndonos un ensayo acerca de la vida de este personaje tan popular durante la era 2D, desde su nacimiento, así como los diferentes motivos por los que cosechó tanto éxito, hasta su paso por consolas como Mega Drive y Saturn.

Quién tiene una mascota tiene un tesoro

La importancia de la imagen de marca está fuera de toda duda. Dentro de las opciones de comunicación de una empresa, está la posibilidad de mostrar su mejor cara en forma de mascota. ¿Te suenan el muñeco de Michelin, el conejito de Duracell, el osito de Mimosín o el payaso de Micolor? Muchas empresas (no importa su tamaño o importancia en el mercado) optan por crear una mascota. Ya sea un logotipo o un animal, las marcas usan herramientas para representarse a sí mismas y a sus productos.

Y si no, que se lo digan a Nintendo, pues la imagen de Mario ha ido más allá de las consolas y trascendido varias generaciones, por lo que se considera un referente de la cultura popular. Después de todo, muchas personas ajenas al mundo de los videojuegos reconocen sus guantes blancos, sombrero rojo y grandes bigotes.

Más allá de la Estela Azul

Algo así ocurre con el personaje que protagoniza estas líneas y que Más allá de la estela azul. Sonic the Hedgehog: La era 2D se encarga de justificar a lo largo de sus páginas. Presentado como “el personaje más rápido de la historia”, Sonic the Hedgehog es un erizo antropomórfico de color azul (el color corporativo de SEGA) y vestido únicamente con botas rojas y unos guantes blancos. Podría decirse que es la total contraposición del fontanero más famoso de la historia, dado que es un animal joven, ágil, esbelto y veloz.

Orgulloso de sí mismo y siempre interesado en divertirse, Sonic es de conducta valiente y de buen corazón e, igual que Mario, siempre desbarata los maléficos planes de su archienemigo. Y aun cuando no fue el primer intento de SEGA a la hora de crear una mascota corporativa, pues ya en la década de los 80 intentó buscar fortuna y gloria con Alex Kidd, el dominio absoluto de Nintendo en el sector de los videojuegos era un hecho. Por eso, hay que aplaudir la inventiva de la compañía creando un personaje que se alejó de los convencionalismos clásicos. Un personaje nuevo e innovador para una videoconsola capaz de plantar cara a la todopoderosa N.

Pura excelencia de las plataformas 2D

Tanto es así que el impacto de la nueva mascota y una agresiva campaña comercial, fueron fundamentales para el éxito de la consola Mega Drive, llegando incluso a superar en ventas (al menos en Estados Unidos) a la videoconsola de 16 bits Super Nintendo y su juego estrella Super Mario World. Es más, se denomina popularmente a este período histórico de enorme rivalidad entre Nintendo y Sega como “la guerra de las videoconsolas”, pues este nivel de competitividad empresarial y el elevado grado en el que los consumidores se identificaban con una marca o con otra, tardaría mucho en volverse a producir. Empero, eso es harina de otro costal.

Lo que está claro es que cuando se juega a cualquiera de las tres primeras entregas de Sonic The Hedgehog, se tiene casi al instante la sensación de estar ante tres clásicos instantáneos. Sus tres iteraciones principales consiguen mantener al jugador en tensión y su dificultad, pese a ser creciente y bastante alta por momentos, no echa para atrás.

Más allá de la Estela Azul

El motivo es que el Sonic Team dio el do de pecho en un diseño de niveles que además de ser desafiantes y entretenidos, no acusan una linealidad, es más, se pueden explorar y se pueden encontrar caminos ocultos y rutas alternativas por las que llegar a otras zonas con objetos o por las que evitar obstáculos. Asimismo, se juega con elementos del escenario de un modo magistral, creando plataformas improvisadas las que Sonic tiene que hacer equilibrismos para poder salir airoso.

Y no hay que olvidar tampoco los enfrentamientos contra Robotnik (Eggman), que usa una tecnología avanzada para poder crear armas de toda clase solo para encontrar la horma de su zapato. Sea como fuere, son unos combates bastante imaginativos para el momento y que buscan diversidad en sus mecánicas. Son cosas que acaban siendo rasgos definitorios de la franquicia que nos ocupa, y que el libro de marras nos recuerda constantemente. Nos recuerda que siempre ha estado ahí y que a muchos nos lleva acompañando y divirtiendo con sus aventuras desde que tenemos uso de razón

Puro Sonic, pura velocidad

Por supuesto, Sonic protagonizó otras tantas obras 2D (aunque con resultados ambivalentes) e incluso ha llegado a actuar en productos transmedia como Las aventuras de Sonic el Erizo, de 1992, pero los juegos que forjaron la leyenda del erizo azul son los antes nombrados.

Sea como fuere, Sonic sigue siendo una de las representaciones por antonomasia del mundo de los videojuegos. Una mascota capaz de ser extrapolada no solo a peluches y carteles luminosos, sino al sector del entretenimiento audiovisual. Y Más allá de la estela azul. Sonic the Hedgehog: La era 2D, sirve como recordatorio de ello.

Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Héroes de Papel.

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