El largo debate sobre la violencia en los videojuegos sucede porque a menudo estos se centran en asuntos como la violencia gráfica o la representación de una conducta criminal. Es algo con lo que hemos tenido que lidiar desde tiempos inmemoriales, creando un estigma que dice que esta suerte de entretenimiento es capaz de afectarnos psicológicamente, convirtiéndonos en auténticos asesinos, criminales, o todo eso a la vez. Sea como fuere, los estudios no han sido concluyentes sobre el rol que estos juegan al impulsar la violencia en el mundo real. En otras palabras, no existe una relación entre el comportamiento agresivo de las personas y las horas que pasan a los mandos.
Por otra parte, los beneficios de los videojuegos son un tema que ha propiciado un sinfín de investigaciones, dado que se ha asociado con aportes positivos para todas esas personas que recurren de forma asidua a ellos. Power Play: cómo los videojuegos pueden salvar el mundo representa esa otra cara de la moneda por medio de una serie de eminencias que ponen de manifiesto la importancia social de los mismos. Al fin y al cabo, la finalidad con la que se desarrollan los videojuegos evolucionan como los propios niveles que componen esta suerte de entretenimiento.
Juegos para desarrollar la empatía
Del mismo modo que puede suceder con otras disciplinas, los videojuegos ejercen una influencia crucial en nuestras vidas, de modo que presenciar las hazañas aventureras intrépidas y resolutivas inculcan valores en consonancia con la equidad, además de reforzar actitudes prosociales. Siguiendo esta línea, también encontramos videojuegos dirigidos a promocionar los valores de paz y solidaridad. Por ejemplo, uno de los casos que ilustra Power Play y que trata de trabajar por una cultura de paz desde la base y aprovechar la oportunidad para no caer en el consumo acrítico es PeaceMaker, una obra sumamente ilustrativa de lo que ha sido la historia del conflicto entre palestinos e israelíes.
Una obra que trata de ponernos en la piel de las personas que toman decisiones difíciles en circunstancias como las que han vivido estos pueblos, que nos desafía a tener éxito donde el resto fracasaron. Más allá del ala político o militar, nos permite comprender las perspectivas de los demás, darnos cuenta de cómo nuestras acciones pueden tener consecuencias para otras personas de nuestras comunidades locales, regionales e incluso a nivel global. La conciencia social contribuye al desarrollo sostenible, puesto que comenzamos a desarrollar otras habilidades que aportan al bienestar colectivo. Es algo que nos ayuda a ser empáticos.
Igualdad de género y empoderamiento
La historia de las mujeres a lo largo de la historia está compuesta de avances y retrocesos. Tal es así que su frágil situación social, laboral, jurídica y política ha estado íntimamente ligada a los diferentes cambios que han sacudido a la sociedad durante todo este tiempo, quedando reflejada en la lucha entre los modelos de mujer que la propia sociedad, la política o la religión quisieron imponer y la oposición de unos pocos a dichos modelos.
A través de sus líneas, la obra escrita por Asi Burak y Laura Parker nos acerca a conocer una realidad social que impacta a hombres y mujeres de distinta manera. En tal sentido, por medio de libros como La Mitad del cielo, un escrito que detalla sobre todo las condiciones en que sobreviven millones de mujeres, víctimas de malos tratos, de hambre, de explotación, de muerte anunciada por solo nacer mujer… Al final, representan una mitad discriminada que todavía persiste, y que movimientos como el videojuego que se llevó a cabo intentan dar voz, pues invita a jugadores de todo el mundo a realizar una serie de misiones relacionadas con los retos del mundo real a los que se enfrenta las mujeres y las niñas, con soluciones específicas para cada problema.
En la misma medida, es una campaña de sensibilización que persigue el objetivo de concienciar a los ciudadanos sobre la necesidad de lograr un mayor grado de cumplimiento entre hombres y mujeres. Una igualdad que para ser efectiva todavía es un reto que se tiene que afrontar.
La ciencia y los videojuegos
Como instrumento de investigación cuya construcción presupone una narrativa, personajes y objetivos, los videojuegos por sí solos también constituyen una forma de comunicación. Tanto es así que con los recursos de los que se disponen hoy en día, estas aplicaciones han pasado a ser un lenguaje con capacidad de expresar el encuentro entre formas de vida y conceptos científicos. Por otra parte, los beneficios de los videojuegos a nivel psicológico en pacientes pediátricos han demostrado que reducen la ansiedad de los mismos y eso es bueno cuando hay que enfrentar tratamientos como la quimioterapia.
A este respecto, los autores de Power Play analizan el efecto de los videojuegos en estos quehaceres y los resultados no dejan lugar a dudas, ya que ofrecen la posibilidad de sumergirse en su mundo, de abstraerse de todo con mayor fuerza que la lograda en otros medios debido a su formato interactivo y fomentar la motivación en un momento muy delicado de nuestras vidas. Por ende, pueden conseguir que la reacción negativa de cualquier tratamiento se ajuste más a la realidad, especialmente si ponemos nuestras miras en obras como Re-Mission, una experiencia que ha demostrado su evidencia al mejorar la actitud de los jóvenes a la hora de afrontar un cáncer, aplicando los tratamientos de manera más consciente.
Este y otros ejemplos han demostrado como dentro del mundo de los videojuegos se están desarrollando productos que, además de entretener, ayudan a mejorar toda suerte de tratamientos.
Videojuegos y su influencia en la sociedad
Por muchos es sabido que los videojuegos han evolucionado desde los salones de las máquinas recreativas de los años 70 hasta las consolas contemporáneas destinadas a los salones de casa. Cada vez más personas en todo el mundo recurren a los videojuegos como una forma de entretenimiento, si bien, son mucho más que eso. A día de hoy, fomentan el desarrollo de ciertas capacidades y necesidades humanas sin que nos demos cuenta. Favorecen nuestra capacidad de análisis y reflexión, la posibilidad de trabajar en equipo y socializar. Fomentan la colaboración creando algo parecido a un entorno de aprendizaje colaborativo.
En pocas palabras, son instrumentos al servicio de la educación, la sensibilización social y la salud, entre otras cosas. Sin embargo, para perpetuar esta nueva forma de pensar en la sociedad, aún queda mucho camino por recorrer. Power Play: cómo los videojuegos pueden salvar el mundo nos muestra algunos de los principales objetivos a perseguir, a fin de tener una idea sobre qué se debe hacer al respecto. El resto depende de nosotros.
Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Héroes de Papel.